EL PAíS
› INSPECCION OCULAR A UN CENTRO CLANDESTINO EN CAMPANA
Un campo de la muerte intacto
Nueve sobrevivientes reconocieron el lugar donde estuvieron desaparecidos. Se trata del Tiro Federal de Campana, un predio del Ejército. Están hasta los elásticos de las camas usados para torturar.
Ninguno dudó. Los elásticos de cama donde los acostaban para torturarlos están en la misma sala que hace 27 años. Las baldosas amarillas y rojas que lograron espiar bajo las vendas están intactas. El sonido del tren que pasa cerca de allí es igual al que todavía escuchan cuando cierran sus ojos. En un doloroso pero necesario recorrido, nueve sobrevivientes reconocieron el lugar donde estuvieron desaparecidos. Se trata del ex Tiro Federal de Campana, un predio que ocupó el Ejército al día siguiente del golpe del ’76 para instalar uno de los centros clandestinos de detención que formó parte de un gran circuito de terror en la zona de Campana, Zárate y Escobar.
La inspección ocular fue ordenada por el juez federal Federico Faggionato Márquez, quien comenzó la investigación a partir de una presentación que la subsecretaria de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, Sara Derotier, realizó en base a denuncias recibidas meses atrás y a testimonios recogidos en el Juicio por la Verdad de La Plata.
En la misma causa, otro grupo de sobrevivientes había reconocido en febrero pasado el buque de la Armada “Murature”, otro de los sitios que conformaron la red de centros clandestinos conocida como “área 400” y que fue comandada por fuerzas combinadas del Ejército, la Armada y la Policía Bonaerense.
Hasta el 24 de marzo de 1976 en el predio de la Ruta 12 funcionó un polígono de tiro civil. Pero en la madrugada del 25, pocas horas después de encabezar el golpe, el Ejército ocupó el lugar y lo transformó en un campo donde torturó, desapareció y mató a cientos de personas hasta, por lo menos, mediados de 1977. En la mañana de ayer, quienes sobrevivieron a aquel horror caminaron el enorme galpón, ahora abandonado. La sala de torturas, los elásticos de cama usados como “parrilla” y en los que sufrieron diferentes tipos de vejámenes, los caños a los que los ataban, el terreno donde estaquearon a muchos de ellos, todo está igual. A pesar de los 27 años que ya transcurrieron desde sus secuestros, los ex desaparecidos reconocieron cada rincón, incluido el lugar donde los militares solían realizarles simulacros de fusilamiento.
En la zona de Campana, que durante la dictadura estuvo bajo las órdenes del Comando de Institutos Militares cuyo comandante fue el represor Santiago Omar Riveros, desaparecieron aproximadamente 200 personas. Algunos de ellos eran obreros de la fábrica Siderca. La gran planta siderúrgica, ahora en manos del grupo Techint, está pegada al lugar donde funcionó el centro y hasta existe una puerta que comunica ambos lugares. Debido a su cercanía, los detenidos escuchaban claramente los ruidos de las máquinas trabajando. Cada uno de los sonidos de las etapas de producción que ayer volvieron a percibir aún perduran en los oídos de los sobrevivientes, lo que les permitió reconocerlos sin vacilaciones.
La investigación, que comenzó en octubre pasado, permitió descubrir todo un circuito de represión conformado por el Tiro Federal, la Fábrica Militar El Tolueno y la comisaría de Campana; la Prefectura, el Arsenal y la comisaría de Zárate; y el buque “Murature” y la comisaría de Escobar. A pesar de las denuncias, hasta ahora no se había reconocido a estos lugares como centros clandestinos de detención. Son muchos los testimonios, como el que dio Alberto Calvo en el Juicio por la Verdad, que cuentan cómo los detenidos iban siendo trasladados de uno a otro de estos campos de la muerte que existieron en el norte de Buenos Aires.
Informe: Martina Noailles.