EL PAíS
La integración de las cabezas y los corazones abiertos en el Mercosur
El ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso analizó las diferencias con el caso europeo y destacó la necesidad de un fuerte liderazgo e instituciones comunes para avanzar en la integración.
› Por José Natanson
“Yo sigo creyendo en las posibilidades de la integración. Pero para eso tenemos que ser capaces de mantener nuestras cabezas y nuestros corazones abiertos”, sostuvo el ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso. Fue ayer, en una clase magistral en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, con el título “Democracia, mercado e integración regional”.
El ex presidente inició su intervención con una referencia a la Unión Europea, la coordinación francoalemana de posguerra en la producción del carbón y del acero que se convirtió en el proceso de integración regional más desarrollado y exitoso del mundo. “Ellos –dijo Cardoso– tenían dos acicates que nosotros, en el Mercosur, no tenemos: el temor al horror de la guerra y la existencia de relaciones e interdependencias comerciales anteriores.”
A continuación, Cardoso repasó la breve historia de integración latinoamericana. “La identidad latinoamericana era algo vago hasta hace unas décadas. Curiosamente, fueron los gobiernos militares los que ayudaron a que nos conozcamos. Nos expulsaban de nuestros países y entonces algunos de nosotros comenzábamos a conversar en el exterior. La primera vez que sentí algo así fue en Europa. Me identificaba con el humor y el modo de ser de los argentinos y uruguayos, aunque en ese momento todavía no hablaba español”, recordó el brasilero.
Para Cardoso, el cambio de situación económica fue la otra clave que explica el impulso a la integración entre Argentina y Brasil. “En los ’70 y en los ’80 hubo un colapso del modelo de sustitución de importaciones. Estalló la crisis fiscal del Estado. No se trataba de una cuestión ideológica sino pragmática: el Estado ya no podía impulsar el desarrollo. La economía se tenía que recomponer sobre otras bases. La integración es parte de este proceso. El mercado se adelantó a la cultura y a los Estados y pavimentó el camino para unión regional”, aseguró.
Distendido y de buen humor, Cardoso pronunció su discurso luego de que el rector de la universidad, Aníbal Jozami, lo distinguiera con el doctorado honoris causa. Estaban, entre otros, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada; el secretario de Cultura, Torcuato Di Tella; el diputado Alfredo Atanasof, que participó en representación de Eduardo Duhalde, y el titular de la UCR, Angel Rozas. Se acercaron también algunos estrategas menemistas en baja, como Diego Guelar y Jorge Castro.
La de Cardoso no fue una intervención política, por más que en estos momentos se encuentre bastante ocupado tratando de rearmar un frente opositor con vistas a las elecciones municipales de octubre. No hubo alusiones a Lula o a la complicada situación macroeconómica que atraviesa Brasil. El suyo fue un discurso académico, casi teórico, en el que repasó algunas de las principales dificultades en el proceso de integración regional.
“Para que las cosas funcionen, no basta con que los ministros se encuentren. Se requieren instituciones y burocracias. En Europa hubo una fusión a nivel de burocracias estatales. En nuestra región no hubo esta decisión, sino un decorado. Nuestras burocracias no impulsaron la integración. Han sido o el mercado o la voluntad del gobierno quienes dieron el impulso. Y esto es una fuerza débil, porque cuando las cosas funcionan todos estamos de acuerdo, pero cuando hay una crisis dejamos de ser mercosuristas”, explicó Cardoso, que sabe de lo que habla: su sorpresiva decisión de devaluar el real en enero de 1999 golpeó en las exportaciones argentinas y generó una crisis profunda en el Mercosur.
El otro problema, para Cardoso, es el liderazgo. “Nuestros liderazgos, y me incluyo en esta crítica, no estuvieron a la altura. Para avanzar en la integración, se necesita un tipo de liderazgo que explique por qué vale la pena”, agregó.
A pesar de los problemas y dificultades y de las comparaciones odiosas con Europa, Cardoso concluyó su clase con una luz de esperanza. “Yo sigo creyendo en las posibilidades y las ventajas de la integración. No estoy seguro si es prueba suficiente, pero hace 50 años que vengo a Buenos Aires y creo que ahora nos miramos con más comprensión”, concluyó.