EL PAíS
› CHICHE DESAFIO AL GOBIERNO, KIRCHNER
REPLICO A DUHALDE Y LA PELEA CONTINUA
“Ya nada volverá a ser como antes”
Por la mañana, la ex primera dama dijo que le gustaría competir con la actual y que el Gobierno tiene actitudes dictatoriales. En la Rosada se preparan para confrontar a pesar de que Duhalde quiere enfriar la pelea y ayer dio instrucciones para eso.
› Por Diego Schurman
Que Chiche Duhalde haya salido ayer a cuestionar las supuestas “actitudes dictatoriales” del Gobierno, además de desafiar a Cristina Kirchner a competir electoralmente, y que luego su marido, Eduardo Duhalde, en un cambio de actitud, se apareciera sorpresivamente por el Congreso para garantizar la votación de leyes claves para el Ejecutivo, poco y nada cambiaron las cosas dentro de la Casa Rosada. En la intimidad, el Presidente recordó ayer a su tropa que la guerra con el duhaldismo está declarada y que por el momento no hay posibilidad alguna de firmar un armisticio. “La traición de nuestro socio deja en claro que ya nada va a ser como antes”, dijo a Página/12 uno de los hombres de mayor peso en el poder, recreando lo que sin dudas prima en el pensamiento de K.
Chiche abrió el fuego. Señaló actitudes “dictatoriales” de algunos funcionarios del Gobierno. Concretamente le molestó que Los Fernández –por el jefe de Gabinete y el ministro del Interior, Alberto y Aníbal Fernández– salieran a cruzar a su marido cuando éste se involucró en la pelea por la coparticipación.
“Si alguien opina distinto analicemos por qué, no mandemos a los ministros a responder permanentemente porque es una respuesta como si realmente estuviéramos en una dictadura”, atacó.
Pero no se quedó ahí, y la queja, a modo de desafío, llegó hasta la mismísima Cristina Fernández de Kirchner. “Si en algún momento yo decidiera competir por la senaduría me gustaría competir con ella”, lanzó antenoche en el programa de cable de Luisa Valmaggia.
En el Gobierno evitaron una respuesta. Aunque habilitaron un sondeo que refleja la buena recepción de Cristina Kirchner entre la gente. Se trata de un trabajo de Ipsos Mora y Araujo, que le asigna una imagen positiva del 60 por ciento.
Números al margen, en la Casa Rosada se hacían dos lecturas del ambiguo mensaje duhaldista. Unos sostenían que el ex presidente y su mujer estaban ofreciendo el mejor ejemplo del juego del policía bueno y el policía malo. Otros, en cambio, los mostraban como gestos independientes. Para ello se valieron de un diálogo que Duhalde mantuvo con José María Díaz Bancalari en el Congreso (ver página 4).
–¿Qué es lo que está pasando? –preguntó el jefe de bloque de diputados peronistas.
–Hay que bajar los decibeles –contestó Duhalde, contemporizador.
–¿Y lo que dijo Chiche? –insistió el legislador.
–No sé, lo dijo ella –acompañó la respuesta el ex mandatario con un breve movimiento de hombros.
Las palabras de Hilda González también fueron materia de análisis en el vuelo que trajo a Kirchner desde Río Negro. Todos coincidieron en que no había que contestarle, haciendo honor a la prédica oficial contra la portación de apellido. En todo caso, el redoblamiento de la apuesta o la firma del armisticio será con Eduardo Duhalde, no con su esposa.
En principio, de uno y de otro lado derraman orgullo. Al ser consultado, Kirchner dijo que no habló con su antecesor y que no tiene intención de hacerlo. En el bunker duhaldista también aseguran que no hubo contactos, y si se toman las palabras de Chiche como las de su marido, no parece haber chances en el corto plazo.
De todos modos, un funcionario de ostensible influencia en la Casa Rosada aseguró que las puertas no están cerradas para una cumbre. Más aún, redujo las razones del desencuentro a una cuestión protocolar. “Lo que pasó es que Duhalde todavía no llamó”, dijo.
–¿Eso quiere decir que si llama lo van a atender? –preguntó Página/12.
–Sí, si él quiere hablar vamos a hablar –contestó.
Nadie sabe exactamente cómo estará compuesta la agenda. Por las dudas, en la Casa Rosada vienen anticipando que los reproches serán el tema número uno. “Lo que hizo Duhalde conspira contra la Argentina”, consideró, duro, Aníbal Fernández.
Para el ministro del Interior el problema es de visión política. “Duhalde no dimensiona lo que está pasando. Dilapida la confianza en cada uno de sus declaraciones. Cuando dice que la Argentina no es confiable, como cuando se planta en contra de la política de derechos humanos del Gobierno, se equivoca”, aseguró el ministro a Página/12.
En ese sentido, expone números para refutar el debate sobre la confianza. Por ejemplo, los que marcan el crecimiento de la actividad industrial en 1,4 punto, o el “amplio” registro de inversiones por más de 100 millones de dólares.
“Además –resaltó el ministro–, Duhalde se peleaba con nosotros mientras presentábamos a la Comisión de Valores de Estados Unidos la reestructuración de la deuda, con una quita de 60.900 millones de dólares. ¿No es que teníamos que estar fuertes para esta negociación?”
En materia de derechos humanos fue el propio Kirchner quien salió a cruzar a Duhalde (ver aparte). Ni la posterior aparición del ex presidente en el Congreso, a fin de viabilizar la aprobación de las leyes de Responsabilidad Fiscal y el envío de tropas a Haití, tal como quiere el Gobierno, calmó las aguas.
Los más conspicuos kirchneristas prefirieron ver la mitad vacía del vaso en ese gesto: “Es una auténtica muestra de poder. Con su presencia, Duhalde nos está diciendo que sin él no hay gobernabilidad ya que es él y no otro el único que puede garantizar que el Congreso apruebe las leyes”, vociferaron.
Broncas aparte, es un dato objetivo que el duhaldismo hegemoniza las bancas. Y por lo tanto decide el destino de las leyes. De hecho, la última semana, cuando se alcanzaba el punto más álgido en la interna justicialista, las ausencias de los ultraduhaldistas Alfredo Atanasof, Daniel Basile y la propia Chiche, fueron determinantes para que el envío de tropas a Haití no lograra los votos necesarios.
Claro que Kirchner también apela al juego de contar porotos, aunque de los gobernadores. No por nada la ronda de apoyo a su proyecto de coparticipación o la invitación a la gira por China que ayer recibieron sus más recientes contendientes internos, los gobernadores justicialistas Jorge Obeid, de Santa Fe; Felipe Solá, de Buenos Aires, y José Manuel De la Sota, de Córdoba. Sólo este último desistió del convite.
Los que se sienten más incómodos con la pulseada son Hugo Curto (Tres de Febrero), Alberto Descalzo (Ituzaingó), Rubén Pereyra y Gerardo Amieiro (San Fernando). Los cuatro intendentes bonaerenses desembarcaron antenoche en la Casa Rosada para pedirle a Kirchner que ponga freno a su arremetida contra Solá.
Claro que no se trata de meros “mediadores” de un conflicto. El Gobierno los quiere convencer para integrar la estructura kirchnerista que dará pelea a la duhaldista en la provincia de Buenos Aires. Al fin, como se dice en los corrillos, se trata de la madre de todas las batallas.
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