EL PAíS
› EN LA CASA ROSADA APUNTAN AL CARGO DE DUHALDE EN EL MERCOSUR
La hora de cuidar el laburo
Decididos a ir a fondo, en Gobierno analizan la continuidad en el cargo del ex presidente en el Mercosur.
Esgrimen que “es inconcebible” que Duhalde haya dicho en el exterior que la Argentina no es confiable.
Qué pasaría si se concreta la amenaza. Las movidas en el Congreso nacional.
› Por Sergio Moreno
El Gobierno puso un notorio empeño esta semana por mantener las estridencias de la disputa con Eduardo Duhalde y sus laderos bonaerenses. Las duras e hirientes declaraciones cruzadas cada mañana por los principales voceros de la Rosada con los barones (o baronesas) de allende la General Paz sirvieron para mantener viva una llama que derritió todos los intentos de disolver la disputa en movimientos más propios de una guerra fría. Y nada parece indicar que se trata de fuegos de artificio. “Diciendo lo que dice, sembrando dudas sobre el país en el exterior, Duhalde está poniendo en juego su permanencia en su cargo en el Mercosur”, escaló ante Página/12 un estratega del presidente Néstor Kirchner con despacho en la Casa Rosada, dibujando el contorno de lo que pergeñan en Gobierno.
Enojado, lanzado, empecinado, furioso. Los adjetivos con que inquilinos varios de la Casa de Gobierno describen el estado de ánimo del Presidente respecto de su antecesor, lejos de parecer anecdóticos dan cuenta de una decisión política: la de pelearle el territorio al caudillo de Lomas de Zamora. En palacio se habla de ofrecer batalla para garantizar la “gobernabilidad” al menor plazo posible. Por eso facilitaron ciertos movimientos en el Congreso, el terreno que más enardeció al Presidente.
La visita de Duhalde, a mediados de semana, al despacho de Eduardo Camaño, un bonaerense paladar negro que ya ha mostrado su lealtad al ex presidente, decidió a los arquitectos del Gobierno a fogonear la creación del sub-bloque K. Estos son unos 52 diputados nacionales que constituyeron la fuerza mayoritaria dentro de la bancada del PJ, superando a los 35 bonaerenses cuya leyenda supera por mucho su poder de fuego. A la constitución del sub-bloque seguirá una contienda de desenlace aún incierto por la posesión de la Presidencia de la Cámara, hoy en manos de Camaño. La batalla está planificada para fines de 2004.
“Yo les digo a mis muchachos ‘olvídense de las concejalías, ahora nos hacen falta diputados nacionales’”, relata a Página/12 un ingeniero electoral del Gobierno. La disputa por el poder con los bonaerenses, con el gran bonaerense a la cabeza, tendrá su turno en la primera etapa de 2005, juntando masa crítica para el Parlamento nacional. A partir de esa fecha y según sean los resultados, se resolverá la pelea de fondo con lo que quede del “aparato” duhaldista.
En Balcarce 50 consideran que no hubo adelantamiento de tiempos de la confrontación, contrariamente a lo que piensan algunos kirchneristas más complacientes con el duhaldismo, o quienes, desde las filas del Gobierno, entienden que hay que terminar con esta pelea, que se debe recomponer la relación. “El tiempo es ahora –abunda un consejero del Príncipe patagónico–; ahora hay que demostrar las lealtades y los alineamientos. Cada día que pase, ellos (los duhaldistas) tienen más tiempo para prepararse.”
La urgencia por definir las lealtades está dirigida a todas las líneas del Gobierno y del peronismo. En ese universo incluyen a algún ministro de primera línea. “Si el habitante de aquel lado de Hipólito Yrigoyen –señala, con cierta malicia, el confidente de este diario, en referencia al ministro de Economía, Roberto Lavagna– hace la plancha y espera a erigirse en el salvador económico de la Patria para después jugar su propio partido, eso no sirve. Debería definirse ahora él también.” Más de un operador del Presidente cree que el titular del Palacio de Hacienda magnificó las consecuencias económicas del duelo con Duhalde al hacer trascender la inconveniencia de la pelea de marras justo en momentos en que él presentaba ante la Comisión de Valores de EE.UU. la nueva propuesta argentina para salir del default. “Ya es opinable que no se defina; ahora, que opere en contra no es aceptable”, desgranan la catilinaria en Balcarce 50.
El cargo
Sun Tzú escribió en su Bing Fa (“El arte de la Guerra”, siglo VI a.c.): “Si no quieres ser vencido, debes saber cómo defenderte; si quieres triunfar, debes tomar la ofensiva”.
El embate que preparan en la Rosada ejemplifica la virulencia de la pelea, a la vez que la determinación de los contendientes de más acá del Conurbano: al parecer quieren tomar la ofensiva, como aconsejaba el general chino. El objetivo es el gran caudillo bonaerense (lejos está aquella diferenciación que solía hacer el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, hace apenas dos semanas, que rezaba que “lo mejor del duhaldismo es Duhalde”) y hacia él enfilan las picas.
“¿Usted se imagina a un representante norteamericano que viaje a Europa y hable pestes de su país? ¿Que diga que no es creíble? Es inimaginable. Bueno, el caso es análogo.” El caso, según especula el funcionario kirchnerista ante este diario, es el de Duhalde. La frase, que ajusta como un guante las ansiedades del Gobierno, fue dicha por el secretario general de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur (por si el lector no sabe, así se denomina oficialmente el cargo del ex presidente), un mes atrás, cuando sostuvo que la Argentina aún no era confiable. Aquel capítulo de la pelea parecía superado, pero con el recrudecimiento ha vuelto a cobrar magnitud y sirve a los intereses pingüinos. “Duhalde está poniendo en juego su cargo”, descerraja el contertulio de Página/12.
En la Rosada miden cada centímetro de su belicosa estrategia. Y dicen saber que éste es un disparo de caza mayor. “Es insostenible que nos siga representando en el exterior, que siga hablando con presidentes y primeros ministros de América y Europa y, a la vez, diga que este país no es confiable. Este cargo se lo consiguió Kirchner, debería medir mucho sus palabras, no sólo por el Presidente, sino porque le hace flaco favor al país”, dicen, mordiendo las palabras, en Gobierno.
Si la estrategia se concreta, la vieja “guerra fría” que vislumbró uno de los principales consejeros del Presidente será un recuerdo amable en comparación con lo que vendrá. Ayunos de toda candidez, no hay lectura ingenua entre los generales del patagónico. Como ejemplo sirve la frase dicha a Página/12 por un integrante del gabinete, viejo compañero de ruta de Kirchner: “Cada bala que tiramos sabemos hacia dónde irá, de dónde saldrá y por qué la tiramos. No es, como dicen, que tiramos todo el tiempo para cualquier lado. Acá las cosas se piensan. Todas”.