Lun 21.06.2004

EL PAíS

De las críticas oficiales a las nuevas estrategias

Los ministros de Trabajo, Carlos Tomada, y de Interior, Aníbal Fernández, criticaron a los piqueteros por la toma de empresas. Las distintas agrupaciones de desocupados están redefiniendo el movimiento. Los kirchneristas. Los opositores. La búsqueda de nuevos métodos de protesta.

› Por Laura Vales

En un reflejo de que la tensión entre el Gobierno y los piqueteros va en aumento, dos ministros criticaron los métodos utilizados en las protestas de la última semana. El titular de Trabajo, Carlos Tomada, equiparó las tomas de empresas a una “extorsión”, en un cuestionamiento significativo porque el funcionario venía guardando silencio sobre las movilizaciones. Su par de Interior, Aníbal Fernández, quien suele encargarse de llevar la discusión pública del tema, dijo que “la Justicia deberá actuar, porque nadie puede hacer lo que se le antoje”.
Fernández se refirió específicamente a las ocupaciones de edificios, un método con el que las organizaciones de desocupados han extendido su reclamo a las multinacionales. El ministro sostuvo que el Ejecutivo “no está de acuerdo con este tipo de tomas como la de los McDonald’s y el Sheraton, que lo que hacen es complicar la vida de terceros y en algunos casos de criaturas que no tienen siquiera la capacidad para comprender lo que pasa”.
Para reforzar el rechazo, Tomada dijo que “hay algo que no camina más y es la extorsión para hablar con el Gobierno”. El ministro consideró que “detrás” de esas acciones “hay una cuestión política” y que se puede tener un “muy buen diálogo sin necesidad de esta metodología”.
El cruce con los piqueteros se produce en un momento de redefiniciones del movimiento. Los cambios pueden sintetizarse en dos datos. El primero es que un grupo de organizaciones ha dado su apoyo al kirchnerismo, con un frente que reunirá a agrupaciones vinculadas a la CTA (la Federación de Tierra y Vivienda de Luis D’Elía, Barrios de Pie y el Frente Transversal) y otras nacidas luego de la asunción de Kirchner, como el MTD Evita. El segundo es que el resto del arco piquetero ha unificado un reclamo por la universalización de los planes de empleo, un objetivo que se había desdibujado y desaparecido del escenario público luego de la masacre de Avellaneda. La represión, las campañas electorales, el proceso de fragmentación de los piqueteros dejó en un segundo plano ese pedido, que recién ahora están buscando reinstalar la discusión sobre las demandas básicas. Ni qué hablar del reclamo por trabajo genuino, que directamente parece desvinculado de las organizaciones de desocupados.
A pesar de esta búsqueda por reagrupar fuerzas, las organizaciones tienen una interna en la que compiten por producir hechos de impacto. Y fuertes diferencias políticas que se traducen en sus métodos.
La Asamblea Nacional de Trabajadores (ANT), que impulsó la semana de lucha finalizada el viernes, reúne a las líneas piqueteras de los partidos de izquierda (Polo Obrero, Movimiento Territorial de Liberación, Teresa Vive). Allí consideran que es el momento de pasar a la ofensiva. “La situación actual es de un agotamiento de la demagogia del gobierno”, dijo a Página/12 Néstor Pitrola. “El Gobierno mostró su cara con la deuda externa, las tarifas de las privatizadas, los aumentos de precios y la desocupación. Mientras nosotros cerrábamos el plan de lucha en la Plaza de Mayo, la noticia era que la desocupación está en el 20 por ciento”. El dirigente consideró que en la Casa Rosada “magnifican” la toma de los locales de McDonald’s por parte de los desocupados liderados por Castells para “ocultar el impacto extraordinario que tuvo la semana de lucha”. En la ANT han usado tácticas como levantar las barreras de los peajes, pero defienden los cortes de ruta.
No es el caso del Movimiento Teresa Rodríguez, donde creen que los piquetes están desgastados e incluso que son contraproducentes. En el MTR también evalúan que deben volver a la ofensiva, pero en el terreno de la pelea política de fondo más que en lo reivindicativo. El resultado es la apelación a otros métodos: están impulsando una campaña de difusión con eje en que el Gobierno garantice el cumplimiento de los derechos reconocidos por la Constitución Nacional y al mismo tiempo manifestando con acciones como el escrache a Repsol del 12 de mayo. En el sector de las agrupaciones autónomas, como los MTD Aníbal Verón y los anarquistas del Movimiento de Unidad Popular, piensan en cambio que es una etapa de resistencia, en la que los cortes están deslegitimados. En los últimos meses redujeron su presencia en la calle. Volverán a hacer actividades el viernes y sábado, cuando se cumplan dos años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.
La Corriente Clasista y Combativa, que coordinó con la ANT la semana de lucha, también está realizando escraches y marchas, aunque tiene una concepción de acciones con masividad, multisectoriales, y por eso se opone a hacer movidas que irriten a la clase media.
Y está el Bloque Obrero Popular, de desocupados que se están moviendo por separado con bloqueos a las boleterías del tren.
¿Qué decir de Castells? El dirigente que protagonizó la ocupación de los McDonald’s es considerado impredecible por sus pares. Castells ha coordinado acciones con todos y de la misma manera terminado distanciado de las otras organizaciones. Organizó la movida del viernes por fuera de la semana en la que confluyó el movimiento. Ayer acusó al Gobierno de pretender “obligarnos a hacer la gran D’Elía: ser los perritos re-falderos del poder”, para que “digamos algunas cositas mientras por detrás se termine conciliando y haciendo marchas simbólicas”.

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