“Juro por Dios que soy inocente”, exclamó ayer en su alegato final el contador Ernesto Furlone, el ex contador de María Julia Alsogaray, pero no logró convencer al tribunal que lo juzgó por haber desviado presuntamente dinero que la ex polifuncionaria menemista le entregó para pagar impuestos: fue condenado a tres años de prisión en suspenso e inhabilitado para ejercer su profesión durante siete años por “defraudación por administración infiel” en perjuicio de Alsogaray.
La pena que el Tribunal Oral 1 le impuso a Furlone coincide con la que había pedido la fiscal Stella Maris Scandura. Lo que pedía el abogado Eduardo Durañona, quien representó a María Julia en la querella que promovió contra su ex contador, era aún más duro: tres años y siete meses de prisión de cumplimiento efectivo, 10 años de inhabilitación especial para ejercer su profesión y una multa de 90 mil pesos.
Furlone fue querellado por la ex secretaria de Recursos Naturales, quien lo acusó de quedarse con el dinero que ella le entregaba para pagar sus impuestos. Durante el juicio oral en el que resultó condenada a tres años de prisión por enriquecimiento ilícito y obligada a devolver al Estado 622 mil pesos y 500 mil dólares, la ex funcionaria menemista aseguró haberle dado a su ex contador más de 150 mil pesos que nunca llegaron a ingresar a las arcas fiscales.
Al declarar en ese mismo proceso, Furlone dijo ser un “chivo expiatorio” para ocultar una presunta evasión fiscal de la ex funcionaria. Incluso, sugirió que las imputaciones en su contra eran producto de una supuesta maniobra que habrían urdido la propia María Julia y el ex titular de la DGI en tiempos del menemismo, Ricardo Cossio, quien declaró como testigo durante el juicio.
A Furlone se le atribuye concretamente haber falsificado ocho boletas de depósitos con lo que adulteró el monto del pago de impuestos correspondientes a Alsogaray. Tres de las boletas tienen sellos apócrifos del Banco de la Nación Argentina y en los otros cinco se habría incrementado su importe después de pasar por las ventanillas recaudadoras.
Aunque juró ser inocente y sostuvo que “lo único que sé hacer es mi profesión. De mi estudio contable dependen 30 familias, entre ellas la mía”, los jueces no atendieron los pedidos de clemencia de Furlone. El ex contador fue condenado por los magistrados Martín Vázquez Acuña, María Cristina Camiña y Ricardo Rongo a pagar también las costas del juicio.