EL PAíS
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Coherencia capitalista
Por Alfredo Allende *
Escándalo quiere decir mal ejemplo dado a otro por la conducta del escandaloso. Ergo: está bien que ayudemos a sancionar a Cuba en tanto pertenecemos al mundo capitalista y no hemos dado señales de querer salir de él. Es una posición correcta propia de un país como el nuestro, que enorgullece y se enorgullece de sus coherencias. Veamos algunas reflexiones, para refutar a los escépticos minoritarios.
La Argentina ha elegido el modo capitalista de vida que, como todos sabemos, se caracteriza, cada año con mayor intensidad, por concentrar las riquezas entre grupos que saben manejar los vericuetos de las finanzas y del comercio, y quedarse con la producción que elaboran los más. (Más, en un sentido cuantitativo, no cualitativo.) También es una ley del capitalismo moderno reducir a no menos de la mitad de la población a la pobreza o a la miseria, y seguir con lealtad el principio internacional que se deriva de lo anterior: hacer lo que quiera Washington, capital política mundial precisamente del capitalismo al que adherimos y, por tanto nuestra metrópoli real.
El escándalo cubano consiste en mostrar que, por otras vías, se pueden lograr algunos resultados denominados positivos: salud gratuita a toda la población, incluyendo avances científicos envidiables en esa área; el más alto grado de alfabetismo en América latina y uno de los mayores del mundo; participación popular en las decisiones que hacen a la vida cotidiana, como ser el de la producción; techo para todos sus habitantes; cohesión interna patriótica. Lo peor de este espectáculo –que no deja de ser triste porque, confunde, pone en aprietos los grandes principios del liberalismo económico– es que Cuba ha hecho todo ello en un estado de aislamiento y de permanentes agresiones de hecho y potenciales.
Si los argentinos continuamos siendo adeptos apasionados del sistema capitalista, está bien que votemos contra Cuba, que impulsemos una ácida crítica a una islita que puede depararnos el mal ejemplo, el escándalo. Hay que evitarlo. ¡Qué carajo!
* Diputado nacional, UCR.