Lun 08.04.2002

EL PAíS  › LA CAíDA DE LA DEL CINE Y LA TV CREARON UNA EMIGRACION DE ESTRELLAS

Escenarios de afuera, actores de acá

Cambian el acento, aceptan bolos, la pegan como galanes, se encasillan en hacer de hijos de desaparecidos. Los artistas también buscan la salida en el exterior, aunque muchos sueñan de vivir de las giras, en dólares y acá.

› Por Julián Gorodischer

Nacha Guevara, como en los ’70, le canta a la crisis desde Madrid; Leo Sbaraglia se gana el Goya Revelación a la Mejor Actuación Española. Las últimas películas de Miguel Angel Solá, Darío Grandinetti y Federico Luppi no pueden verse en la Argentina. Tampoco, como prueba de que la decepción no distingue géneros ni públicos, las telenovelas más recientes de Segundo Cernadas o de Christian Sancho. Fito Páez y Cecilia Roth se instalan en el Chueca madrileño hasta que la tormenta amaine; Carlos Belloso y Patricio Contreras arman las valijas. Una preocupación los unifica: sacarse el acento y olvidar, por un tiempo, el castellano.
Actores argentinos en el exilio económico definen un nuevo mapa, sin fronteras y con privaciones para los que se quedaron: sus películas, unitarios, series, telenovelas, en la mayoría de los casos, no llegan al sur del continente. Diarios mexicanos empiezan a hablar del “galán argentino” de exportación y una nueva generación de talentosos se hace famosa antes en España, México o Miami que en la Argentina. Una nueva dimensión del aislamiento no sólo restringe, devaluación mediante, la llegada de obra extranjera. Como sucede con los últimos libros de los argentinos César Aira, Fogwill, Rodrigo Fresán, entre otros, que sólo se consiguen en España, tampoco es posible encontrar a Federico Luppi, Gastón Pauls, Darío Grandinetti, Miguel Angel Solá, Leonardo Sbaraglia o Cecilia Roth en la cartelera.
Claro que el arancel es alto: Sbaraglia es, según el Premio Goya, una “Revelación” (por el film Intacto, de Juan Carlos Fresnadillo), sin que cuenten su decena de películas y obras de teatro. También es alta, queda claro, la expectativa de hacerse la Europa actuando. “El panorama en España es muy bueno –dijo el actor a Página/12–, desde que llegué a este país tuve un gran apoyo de la industria cinematográfica que me recibió con una generosidad absoluta, con los mejores personajes disponibles como si yo fuera un actor español. Mis películas tuvieron cierto impacto, fundamentalmente Plata quemada, de Marcelo Piñeyro, y a partir de ahí empezaron a llamarme para ofrecerme papeles. Fue como empezar de nuevo pero sin empezar de nuevo.”
Ilustres desconocidos de aquí son promisorias figuras de la nueva ola española. Daniel Freire, de Lucía y el sexo, cambió los bolos en Pol-ka (“Carola Casini”, “Campeones”) por el cine, y definió el trueque como un pase rápido y fácil: “Vine siguiendo a mi pareja y a los pocos meses estaba haciendo Sagitario, de Vicente Molina Fons, mi primera película”. Noelia Castaño, con un rol en “Periodistas” (la serie que inspiró a “Primicias”) describió un panorama complicado: “Trabajar aquí no es fácil porque para poder hacerlo hay que quitarse el acento. Te dicen, directamente, que tenés que sacartelo si querés hacer algo, o si no te tocan papeles como el que me dieron en ‘Periodistas’: un personaje vinculado con la dictadura argentina”.
“La decisión de venir a vivir a España –explicó Federico Luppi– tiene que ver con la necesidad de ser tratado como una persona con derechos. Siento que en la Argentina eso no pasa y que, en cambio, hay en mí ligaduras más o menos estables con España”. Su película El lugar donde estuvo el paraíso, de autor (Carlos Franz) y protagonista latinoamericanos se estrena, por ahora, sólo en España.” En ella, Luppi es un cónsul destinado a Iquitos, en el Amazonas, donde vive un romance con una mujer más joven en un ámbito hostil. Las críticas consagraron al film de Gerardo Herrero (Territorio comanche), deslumbradas por el realismo mágico “redescubierto” y detallaron las dificultades de filmar en plena selva, con tormentas y mosquitos. A Gastón Pauls, también en el film, la nota de El País le reservó una ironía: “Fue el único que no tuvo queja del rodaje, implicado, estos días, en las caceroladas en su país”. “En la Argentina –dijo el actor, de incipiente proyección internacional– hay que seguir peleando por los centavos. Pero para afuera ‘Nueve reinas’ me abrió un camino impensado. Voy a filmar en Uruguay, Brasil, Chile y los Estados Unidos. El Sol de Oro en Biarritz fue el espaldarazo que necesitaba, e hizo que mi trabajo fuera visto en lugares a los que probablemente no hubiera llegado nunca.”
Darío Grandinetti, nuevo chico Almodóvar a partir de Hable con ella (todavía no estrenada en el país) definió sus prioridades: “Soy un actor que necesita trabajar, y donde haya empleo trabajaré. En Argentina nunca me ha faltado, pero es cierto que últimamente no es fácil. La situación del cine argentino está muy lejos de ser una industria. Como industria, no existe”.
La ola “desesperada” de los recién llegados nada tiene que ver con los pioneros que desembarcaron antes de la gran fuga. En casas de los veteranos, el teléfono suena, varias veces cada día; Héctor Alterio, por caso, responde siempre en forma amable. “Además de recibir llamadas de amigos de mis amigos que me consultan cómo desarrollar la vida en España, dónde alquilar, dónde mandar a los chicos al colegio –contó el actor–, mi casa se transformó en una especie de consulado argentino que yo ejerzo con todo gusto. Se da en mí una dicotomía: por un lado me siento bien orientado a la gente y por otro lado me siento mal porque estoy facilitando el desagote de mi país. La gente viene a labrarse un porvenir y parecería que yo estoy favoreciendo la diáspora.”
“Es una decisión arriesgada”, argumentó Cecilia Roth ante la consulta de la Castaño, y se lo repite a las decenas que le piden entrevistas. Ella marca el reparo. “Yo pensé que con el tiempo iba a ser fácil acostumbrarme a pertenecer a dos lugares –señaló a Página/12–. Siempre tomé como un privilegio el hecho de haberme ido a España de adolescente y creí que poder repartir mis afectos y mi trabajo en dos escenarios era una suma y no una incomodidad. Pero no es tan así, la incomodidad no me deja, cuando estoy en España quiero volver, y luego me quiero ir y viceversa.”
Su marido, en tanto, compara a Buenos Aires con La Habana en el período especial y relata la anécdota que decidió el exilio. “Alquilamos un chalet –contó al diario El País– y un día veo que han abierto un boquete junto a la piscina... Decidimos largarnos y esa noche roban en la casa. Luego, los periódicos lo cuentan todo y dan la dirección, como dando ideas a otros ladrones. ¿Todavía me preguntas los motivos de que me venga a España?”
En la línea de largada, el chileno Patricio Contreras compartió el desencanto: “Voy a Chile a filmar (acaba de terminar Sexo con amor, de Boris Quercia) porque la crisis económica y la incertidumbre en lo político que hay en la Argentina postergaron la concreción de la obra ‘Cena con amigos’, en la que iba a trabajar todo el año. Si no caía mi proyecto principal, ni pensaba en irme afuera”.
Carlos Belloso (ex Vasquito en “Campeones” y “Los Melli”) anunció: “Me voy a Barcelona para tratar de que me conozcan y trabajar en un lugar en el que la gente no esté amargada, con problemas. En la Argentina nadie se compromete a hacer algo nuevo, y que te vaya bien no implica que en realidad te vaya bien. Como no hay piso, no se recuperan los costos, y uno está empezando de nuevo todos los días”.
Y Nacha, en Madrid con 60 años no es nada, repite cada noche cuando su show termina la misma dedicatoria a la distancia de los lejanos ‘70: “A la gente creativa que se busca la vida, que da vueltas a las cosas, que se expresa a cualquier precio, y lo logra”.

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