Mié 30.06.2004

EL PAíS  › EL MINISTRO DEL INTERIOR, ANIBAL FERNANDEZ, RECIBIO A LUIS D’ELIA

Una discusión que siguió en la Casa Rosada

El dirigente de la FTV replicó algunas acusaciones de la Federal mostrando un acta firmada con los policías cuando desalojaron la comisaría 24ª. El caso del arma que no había desaparecido y del Quinquela Martín. D’Elía bajó el tono con Duhalde. Hoy regresa a la casa de gobierno.

› Por Diego Schurman

Luis D’Elía le aseguró ayer a Aníbal Fernández que los piqueteros no sólo no tomaron la comisaría 24ª sino que tampoco se llevaron ninguna pertenencia de esa seccional, como se hizo trascender ayer públicamente. Para demostrar esto último, el líder de la Federación de Tierra y Vivienda le acercó al ministro del Interior una acta elaborada por la propia policía donde se da constancia de que los desocupados salieron del destacamento con las mismas pertenencias con las que entraron.
D’Elía llegó a la Casa Rosada para firmar un convenio con el instituto de capacitación política del Ministerio del Interior. Pero el asesinato de Martín “El Oso” Cisneros y la posterior reacción de los piqueteros de la FTV, ocurridos entre el viernes y el sábado, dominaron la conversación con Fernández.
El dirigente de la Central de Trabajadores Argentinos y el ministro del Interior habían presentado puntos de vistas opuestos sobre lo ocurrido en la comisaría 24ª. Fernández no dudó en calificar como “un acto de vandalismo inadmisible” los sucesos ocurridos en la dependencia policial de la Boca. Por eso D’Elía se acercó para brindarle detalles de lo que a su entender no fue ni siquiera una toma.
El líder piquetero dijo que un grupo de 23 mujeres y 19 hombres, vecinos del lugar, se acercaron para señalar al prófugo Juan Duarte, el sindicado asesino de Cisneros. Y que luego la protesta se extendió “puertas adentro” al ver que la policía no respondía a las demandas o, peor aún, se reía irónicamente de las quejas. No hubo, no obstante, justificación de los destrozos ocurridos en la seccional.
“Le dijimos al ministro que estuvimos para calmar los ánimos y ratificar que la vía del diálogo es la correcta. Gracias a nuestra presencia no se armó un problema mayor”, señaló D’Elía, quien llegó acompañado por Luis Bordón –padre del chico asesinado en Mendoza–, Angel Borello, presidente de la FTV-Capital, y Carlos López, el secretario de la organización.
Aún así, D’Elía se quejó enérgicamente del manejo mediático de la información, en especial de la palabra “copamiento” utilizada por La Nación y reproducida luego en algunas radios. Se trata de un término que da a entender una irrupción por la fuerza y armada en un lugar determinado. El piquetero relató un hecho no menor y poco conocido: que durante la requisa que realizó la policía, cuando los piqueteros se retiraban de la dependencia, se generó un momento de tensión. Fue al escuchar de un comisario inspector que faltaba un revólver 9 milímetros de un subcomisario. Entonces, los desocupados se negaron a partir hasta que no apareciera. El arma finalmente estaba en su lugar: la armería. “¿Qué hubiera hecho la policía con esa arma si no insistíamos en buscarla?”, evaluó espantado un piquetero ante Página/12.
El acta que realizó personal de esa seccional también libera de cargo y culpa a los desocupados por la desaparición de un enorme lienzo de Benito Quinquela Martín, uno de los artistas referenciales del barrio de la Boca.
Lo que no decía el acta pero que vieron con sus propios ojos los piqueteros en la seccional fueron fotos de personal policial y mujeres desnudas, además de direcciones de burdeles. D’Elía acercó esa información a la cartera que conduce el ministro de Justicia y Seguridad Gustavo Beliz. Serían, en rigor, nuevos elementos que abonan la sospecha de connivencia de la policía en el negocio de la prostitución.
A su turno, Fernández susurró música a los oídos de D’Elía al asegurar que el Gobierno no ve un país dominado por la violencia, tal como planteó el secretario norteamericano Roger Noriega (ver páginas 2/3), y que en todo caso sí se registran algunos episodios aislados. “Este no es un país ni violento ni inseguro”, resaltó el representante de la cartera política.
El ministro también logró que D’Elía diera marcha atrás con sus ataques a Eduardo Duhalde, a quien lo responsabilizó por la muerte de Cisneros. El piquetero cree que el contexto terminó ubicando al ex presidente en el centro de escena, pero reconoció en privado que no tiene ninguna prueba en contra de él.
No se trata, en principio, de licuar la connotación política de los episodios. Pero sí evitar que Duhalde quede referenciado como el principal enemigo del Gobierno en un episodio de esta envergadura. En ese sentido, D’Elía le aseguró a Fernández que exactamente eso le dirá al juez Norberto Oyarbide, a cargo de la causa que investiga los sucesos de la comisaría.
D’Elía también precisó su versión sobre el ataque: si bien insistió en que hubo siete tiros cuando se perpetró el asesinato de Cisneros, éste recibió sólo uno de ellos y no todos, como había asegurado el fin de semana. El tema volverá a ser abordado hoy, durante el encuentro que el líder de la FTV y otros dirigentes sociales mantendrán con los ministros Beliz, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli.

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