EL PAíS
› PANORAMA POLITICO
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› Por J. M. Pasquini Durán
Son varios los frentes que presionan para quebrar al movimiento popular y aislar al gobierno nacional. El Fondo Monetario Internacional (FMI) sin ningún pudor pretende imponer un trato privilegiado, que incluye tarifas a valor dólar, para los concesionarios de servicios públicos o modificar la oferta de pago a los acreedores externos, además de impedir que siga la búsqueda argentina de mercados como el de China para que la opción norteamericana del ALCA sea única y excluyente. En el otro extremo del abanico de los que prefieren que nada cambie, están los que enviaron a sicarios a asesinar al “Oso” Martín Cisneros, militante social de la FTV que lidera Luis D’Elía, la fracción piquetera más cercana al presidente Néstor Kirchner.
Esa proximidad entre la FTV y el Presidente fue la causa más probable del crimen por encargo, una clara provocación política, para abrir una campaña en catarata, con todos los recursos mediáticos que actúan bajo la influencia del pensamiento conservador, a fin de exigirle al Gobierno que endurezca la mano contra la protesta social, como si ésta fuera una diabólica maniobra de activistas de izquierda en vez de expresar una injusticia social mayúscula creada por las políticas conservadoras que fueron hegemónicas durante las tres últimas décadas. Era fácil distinguir la manipulación en comentarios y crónicas: el muerto era piquetero, pero hablaban de la “violencia piquetera” como si ésta fuera la razón primera y última de la inseguridad urbana. Hasta el delegado de George W. Bush para América latina, el fanático anticastrista Roger Noriega, dejó saber que en Washington están alarmados por el desorden social en este país, en un clásico gesto de intromisión imperial. Las voces irritadas sostienen que la Justicia no hace nada, pero dejan de lado que están procesados alrededor de tres mil militantes sindicales, políticos y sociales por su participación en marchas callejeras.
Por suerte para la convivencia civilizada, salvo alguna que otra voz disonante, el Gobierno ratificó su convicción contraria a la represión y la FTV logró superar sus propios y ajenos prejuicios para organizar un acto ayer, en La Boca, en el que hospedaron la solidaridad de agrupaciones piqueteras y defensores de derechos humanos. Si el propósito del asesinato fue aislar y desafiar a otros actos de violencia, los estrategas de la tensión encontraron una respuesta masiva y pacífica de concordancia. Esto no significa que las líneas divisorias hayan desaparecido, pero prevaleció la comunidad de intereses en las bases de todos, como debía ser, y le dio a esa convergencia excepcional un triunfo político. Fue, asimismo, la respuesta adecuada a los provocadores, por si tramaban golpear a cada grupo por separado.
El ataque contra la FTV, entre otras lecturas posibles, fue también un tiro por elevación contra el presidente Kirchner o, para decirlo con más precisión, contra su intención de organizar un movimiento político-social distinto al tradicional aparato partidario del justicialismo, sobre todo en el distrito bonaerense donde, al decir de Eduardo Duhalde, está la “columna vertebral” del peronismo, en reemplazo de los sindicatos que fueron el espinazo en otros tiempos. A propósito del trigésimo aniversario de la muerte del fundador, el general Juan Perón, más de uno se fue de boca, desde los que aseguraron que Kirchner no es peronista hasta los que retornaron a la teoría del entorno, formado en este caso, según esas versiones, por “zurditos liberales”. Varios de los boquiflojos vivió sin ese tipo de contradicciones durante el período menemista, cuyo jefe hizo un acto grotesco de prestidigitación que transformó el ideario del justicialismo al neoliberalismo conservador.
¿Por qué ahora este purismo doctrinario? Menem nunca quiso deshacerse del aparato partidario sino manejarlo por cuenta propia y, para cooptarlo, amparó negocios de todo tipo que hoy se revelan a diario en asociaciones ilícitas escandalosas. Eso que, de momento, los protectores políticos de los poli-ladrones todavía permanecen en las sombras. Kirchner, en cambio, repite cada vez que puede su intención de destruirlo, lo que en buen romance significa para muchos, a los que les baje el pulgar presidencial, la pérdida de puestos, influencias y accesos a la riqueza fácil y rápida. Los conservadores, a su vez, sacaron la naftalina al rancio antiperonismo porque el viejo enemigo, en lugar de seguir el rumbo de Menem, amenaza con regresar con sus dosis de nacionalismo y populismo. En esa visión, que los estremece, los piqueteros serían la versión renovada de aquellos “cabecitas negras” que se lavaban las patas en las fuentes de la plaza. Los quejumbrosos ataques contra la turbulencia que provoca la sustitución de políticas y protagonistas sociales son de mala memoria, porque si se mira hacia la hora del alumbramiento de partidos tradicionales como el PJ y la Unión Cívica, cada uno fue parido en medio de tormentas políticoinstitucionales. ¿Por qué tanto barullo por mucho menos que esos antecedentes? Lo que pasa es que, en la actualidad, por esas revueltas de la historia, la añeja política del PJ y los anacrónicos conservadores antiperonistas descubren que tienen objetivos comunes. Uno de ellos es el “orden social” a cualquier costo y el otro, que nada cambie.
Por ahora, el presidente Kirchner, con las correcciones que impone la realidad, sigue las líneas básicas de su primer año: mantiene la popularidad en las encuestas, reafirma el principio de autoridad, aun con exageraciones, y retiene la iniciativa política. Ante el ataque contra sus aliados de la FTV fue leal y solidario, tal vez porque comprendió que también había un mensaje para su gestión. Los acontecimientos locales y cierta desaprensión editorial opacaron su gira por China, cuyos alcances todavía son incalculables, dado que las corrientes comerciales internacionales se construyen de a poco, sin operaciones fáciles de compra-venta, pero estuvo claro que el sentido del contacto iba más allá del interés bilateral, ya que cada vez que pudo Kirchner invocó su temporal presidencia del Mercosur, lo que implica que había conversado el tema con sus socios. El eje Brasil-India-China bien puede ser una respuesta de autonomía frente a la alternativa cerrada del ALCA norteamericano.
De todo modos, el tiempo pasa en el país y las estadísticas oficiales actualizadas prueban que la pirámide social poco se ha modificado aún, a pesar de la reconocida reactivación económica de algunos sectores de importancia. Esto no quiere decir que nada pasó, sino que todavía es insuficiente para producir un cambio de calidad, lo cual obliga al segundo año de gestión a multiplicar los resultados en el pago de la deuda interna. Los “bonistas” de la miseria tienen derecho preferencial a esperar la más generosa de las ofertas posibles por parte del Gobierno. Sin duda, el peso específico de la deuda externa es una piedra al cuello de la actual administración, pero la deuda interna puede convertirse en un rumbo abierto bajo la línea de flotación de la nave oficial.