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Misceláneas
Angeloz, confundido. El vecino de Núñez. Terragno, mesurado. Fernández no chichonea con Chicho. Vilas y aquellos años del sandinismo. Moyano vs. Cavalieri. Mércuri y el cartelito. La enigmática mujer del Mercosur. Ibarra, calentito.
Por Diego Schurman *
Confusión
Estaba sentado en la sala de espera del Hospital Alemán. Impertérrito, aguardaba su turno para un estudio médico. Hasta que una mujer, que lo venía relojeando, se acercó y le preguntó:
–Perdón, ¿usted es Santo Biasatti?
–No –contestó, ahora inquieto y sin ninguna intención de continuar la conversación.
Poco convencida de la respuesta, la mujer igualmente se dio vuelta y se fue. Y Eduardo Angeloz, ya sin esos anteojos culo de botella que utilizaba en sus años de gobernador de Córdoba, respiró aliviado.
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Encuentro
Tantos viajes por el exterior, tantas conversaciones con Inácio Lula da Silva, que seguramente a Miguel Núñez no le llamó la atención el portuñol de ese muchacho que se cruzaba en El Cañón, la panadería-bar de al lado de su casa. Claro que la atención que le prodigaba Don Oscar, el dueño del lugar, hizo finalmente que el vocero presidencial desviara la mirada y finalmente reconociera que no era un cliente más. Tal es así que de vez en cuando Núñez y su nuevo vecino, el jugador de Boca Pedro Iarley, comparten algún que otro cortado en el barrio de Caballito.
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Mesurado
Estuvo retirado de la escena pública por un tiempo. Aunque por estos días se lo volvió a ver en algún que otro canal de televisión. Siempre con la misma mesura y recato que lo caracterizaron durante su gestión como jefe de Gabinete de la Alianza. Rodolfo Terragno no desentonó en la noche del jueves, en el pub irlandés Kilkenny de San Martín y Marcelo T. de Alvear –donde festejó hasta media noche el cumpleaños de su mujer– a no ser por una cuantiosa cantidad de alimento (torta de Lemon Pie incluida) y bebida que ofreció a los comensales que ocuparon el primer piso del salón.
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Fernández vs. Chicho, segundo round
Con el marco de la interna justicialista, el diputado duhaldista, Daniel “Chicho” Basile se cansó de despotricar contra el ahora kirchnerista Aníbal Fernández. Es más, en un reportaje a Página/12, hasta lo llegó a tildar de menemista por sus supuestos pocos escrúpulos para alcanzar sus objetivos. El jueves, en Puerto Iguazú, el ministro del Interior ofreció su descargo. “¿Saben cómo le dicen a Chicho? Diario mojado, porque no se entiende nada lo que dice.”
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Sandinista
La ansiedad lo carcome. Para el kirchnerista Carlos Vilas, el actual titular del organismo de control de los servicios sanitarios (Etoos), no es un acto más. Se trata de las celebraciones de los 25 años de la revolución sandinista, de la que fue parte. Es más, escribió un libro sobre el tema que fue premiado en 1984 por la Casa de las Américas. Por eso, el 18 de julio, Vilas estará en Olavarría 749 del barrio de La Boca, para recordar aquellos momentos vividos a través de una exposición de fotografías y afiches.
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Jugadores de truco
El nombre de Hugo Moyano estaba tan instalado como prenda de unidad de la CGT, que Armando Cavalieri –su enemigo declarado– presentó rápidamente otro candidato: el dirigente de la seccional La Plata de la UOM, Carlos Salinas. El metalúrgico no es un desconocido para el mundo sindical, pero no ostenta ni siquiera el cargo de secretario general del gremio. Por eso, ni lento ni perezoso, el taxista Omar Viviani –que respalda al camionero– no dudó en destrozar la propuesta con una frase que denota su pasión por el truco. “Con ese cuatro de copas a Moyano no lo sacás.” Y Cavalieri retiró la moción.
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Mujer enigmática
Por disposiciones de seguridad, en la cumbre del Mercosur, los periodistas debieron seguir la cena de gala por dos monitores. En uno de los paneos, se vio, uno al lado de otro, a Néstor Kirchner, Inácio Lula da Silva, una mujer y a Eduardo Duhalde. Muchos creyeron ver en la dama a la esposa del presidente brasileño. Y así lo consignaron en sus crónicas. Pero recién al otro día se enteraron de que se trataba de Roxana Spotorno, la mujer del gobernador de Misiones, Carlos Rovira, quien tenía un lugar de privilegio en la mesa principal.
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Lecturas
El feriado del 9 de Julio encontró a todos los dirigentes políticos porteños en la misma situación: soportando las bajas temperaturas de Buenos Aires. Claro que hubo formas y formas de enfrentar el frío. Y el jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, apeló a dos de sus actividades favoritas: sentado junto al hogar a leña de su casa, comenzó a escuchar el CD de Santana y a leer por enésima vez El retrato de Dorian Gray. Claro que esta vez, para practicar el idioma, apeló a la versión en inglés del clásico de Oscar Wilde.
* Colaboró Santiago Rodríguez.
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