Lun 12.07.2004

EL PAíS  › OPINIÓN

La opción por los pobres

› Por Washington Uranga

En medio de algunos debates entre obispos y hombres del Gobierno y mientras se aguarda una posible reunión entre el presidente Néstor Kirchner y las máximas autoridades de la jerarquía católica, el obispo emérito de Viedma, Miguel Hesayne, sostuvo en su homilía de ayer domingo que “la Iglesia ‘servidora’ de la Argentina no puede quedarse en la constatación del pecado y su denuncia”. Para el obispo que ahora vive en Azul y se dedica a tareas de formación “es hora de que (la Iglesia) reconozca que no asumió la opción por los pobres como opción primordial en la pastoral cotidiana”. El mismo Hesayne, uno de los obispos que se destacó en la lucha por la defensa de los derechos humanos, señaló que si la Iglesia, entendida como comunidad y no sólo como jerarquía, hubiera asumido la “opción por los pobres” con “un país riquísimo y mayoría de dirigentes (empresarios y políticos) bautizados e incluso ex alumnos de colegios y universidades católicos, no habría millones de excluidos, violencia y delincuencia”.
Por su parte, el arzobispo de Resistencia y presidente de la Pastoral Social, Carmelo Giaquinta, aseguró que “no podemos ser cristianos en el templo y paganos en el mundo”, al reclamar el “compromiso ciudadano” de los cristianos. Y recordó recientes palabras de la jerarquía católica cuando afirmó que “no podemos olvidar que nuestra crisis es fruto de innumerables claudicaciones en la conducta moral de los ciudadanos, en particular de sus dirigentes” y que sólo se podrá salir de allí “con hombres y mujeres honestos y capaces, que amen y sirvan a la Patria, que cumplan con sus deberes y no se contenten únicamente con exigir sus derechos”. Para Hesayne la Iglesia debe desarrollar una “cuidadosa y eficiente pastoral social” que colabore en “curar la metástasis de la corrupción generalizada” que ha sumido a “un país riquísimo” en una “crisis económica impensada”. Según el mismo obispo, la Iglesia en la Argentina “ha de asumir la gravísima responsabilidad pastoral que le cabe en la raíz más profunda de la ‘hambruna argentina’ por culpa de una mayoría de bautizados/as”. Propone el obispo emérito de Viedma que “para erradicar la pobreza que divide, separa, aleja, arroja en la angustia de la miseria a una mayoría de la población argentina, la Iglesia como ‘buena samaritana’ ha de formar dirigentes del pueblo y para el pueblo, mediante una catequesis social-política”. Giaquinta pidió traducir el “compromiso ciudadano” al lenguaje cotidiano, tarea que debe encarar cada cristiano en su propia situación. Porque “no hay nada más transformador de la vida social que la adopción de comportamientos sociales nuevos conformes al Evangelio de Jesús”.

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