Cuando se produjo el atentado a la AMIA, el 18 de julio de 1994, el país todavía tenía su cabeza ocupada en las piernas que una rubia enfermera le había cortado a Diego Maradona en el Mundial ‘94 después del partido con Nigeria. Una década después de la tremenda voladura de la AMIA que sacudió al país, hoy, 18 de julio de 2004, el cine intentará hacer andar las piernas de su propia memoria audiovisual, la misma que anteriores administradores estatales han intentado cortar. En el cine América se realizará a las 20 un preestreno (sólo para invitados especiales) del proyecto 18–J, que reúne a diez directores cinematográficos de diez productoras, y que tendrá como beneficiarias –cuando se estrene en octubre– a diez entidades solidarias.
Autoridades de la AMIA, familiares de las 85 víctimas fatales, directores cinematográficos y equipos técnicos, además de autoridades del Incaa y el gobierno, podrán ver los cortos que conforman una sola película, que tiene la intención de hacer perdurar el recuerdo del horror vivido aquella mañana en el barrio de Once. El preestreno se enmarca dentro de las actividades que se realizan por los 10 años del atentado. Los directores elegidos ofrecen diferentes perfiles, de variada fama y trayectoria. En todo caso, cada una de las miradas enriquecerá la memoria sobre el horror y sobre sus responsables políticos.
Los directores que forman parte del proyecto y estarán esta noche en el cine América son Daniel Burman (El abrazo partido), Adrián Caetano (Un oso rojo), Lucía Cedrón (del corto En ausencia), Alejandro Doria (Esperando la carroza), Alberto Lecchi (El juego de Arcibel), Marcelo Schapces (Che, un hombre de este mundo), Carlos Sorín (Historias mínimas), Juan B. Stagnaro (Casas de fuego), Adrián Suar (productor de Luna de Avellaneda) y Mauricio Wainrot (director del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín), con el apoyo del Incaa y las coproducciones de Aleph Media, BD Cine, Cinema Digital, Cinetauro, El Puente, Kaos, Patagonik Film Group, Pol-Ka, Universidad Nacional de Tres de Febrero y Zarlek, respectivamente.
El contexto político, sin duda, ha cambiado desde que ciertos funcionarios del menemismo se dedicaron, según familiares de las víctimas, a ocultar a los responsables del atentado. Pero también ha cambiado el panorama internacional y se modificó, claro, el barrio del Once donde se perpetró el atentado, y donde el horror sigue estando presente. También cambiaron después del rodaje los directores convocados. Las diez miradas son diez veces distintas, tanto por el contenido de los cortos como por los destinatarios elegidos por los productores: lo recaudado desde el estreno será destinado (además de la AMIA), a las Abuelas de Plaza de Mayo, Caritas, Familiares y amigos de las víctimas, la Fundación Casa Garrahan, el Hospital de Clínicas, Memoria Activa, el Patronato de la Infancia, la Red Solidaria y el Centro Simón Wiesenthal. El proyecto lleva el auspicio del Sindicato de Actores (SICA), la Asociación Argentina de Actores, la Sadem, Argentores, Sadaic, Cinecolor, Lac, Distribution Company Argentina y Primer Plano Film Group.
Los familiares de las víctimas estarán en las butacas del América, y hasta podría adivinarse que saldrán emocionados. Es que hay veces que el cine puede convertir a una efeméride en un fenómeno político revelador. Es de esperar que la realización esté a la altura de las circunstancias.