EL PAíS
“Ellos van a terminar acordando con nosotros, el Gobierno nos necesita”
Uno de los hombres de mayor confianza del ex presidente Eduardo Duhalde descree de una ruptura con el kirchnerismo. El peso del duhaldismo en el Congreso y las peleas con el FMI y las privatizadas.
› Por Felipe Yapur
El hombre es uno de los colaboradores de mayor confianza del ex presidente. Lo sabe y le gusta hacerlo sentir. Es por eso que sentado en el medio del restaurante de Barrio Norte y frente a Página/12 saborea un plato de pastas. Deja el tenedor al costado de su plato, pasa la servilleta por su boca, acomoda sus bigotes, y dice: “Kirchner no se va a pelear con Duhalde porque es el garante de la gobernabilidad”. La frase le suena importante y considera que delimita el terreno de la pelea entre Kirchner y el bonaerense. Es por eso que el duhaldista se anima a afirmar que cuando los fuegos de artificio se apaguen, “ellos (el Gobierno) van a terminar acordando con nosotros. Nos necesitan”, se jacta.
Acepta hablar siempre y cuando sea off the record. Relajado, considera que la pelea entre ambos dirigentes no derivará en ruptura. Le causa gracia el hecho de que algunos en el gabinete pretendan cortar definitivamente las relaciones con el ex presidente. Levanta su mano derecha y estira cuatro de sus dedos. Señala que ese es el número de razones por las que “Kirchner ni sueña con romper su relación con Duhalde”. Representan, según el bonaerense, los temas que transforman a su jefe político en el garante de la continuidad del Gobierno.
No pierde tiempo y se lanza a detallar esos famosos cuatro item. “En primer lugar está el Fondo Monetario Internacional. Ni sueñe que va aprobar las metas que deben ser consideradas en los próximos días. Van a dilatar su decisión hasta que llegue el vencimiento de setiembre. Entonces comienza el juego del pago o no te pago. ¿Le conviene al Presidente mantener una pelea política interna mientras tiene al FMI en el país?”, asegura antes de volver a llevar a su boca un humeante bocado de pasta.
El segundo punto en la agenda que manejan los duhaldistas es la renegociación de los contratos de las empresas de servicios privatizadas. El tercero, también relacionado con las exigencias del Fondo, es la cuestionada –sólo públicamente por los bonaerenses– Ley de Coparticipación. Por último, el duhaldista advierte que el 2005 no sólo es un año electoral: “Ojo, están los vencimientos más importantes de los últimos tiempos y esos son problemas”.
Frente a este escenario, el duhaldismo considera que el kirchnerismo no podrá prescindir de ellos. “El flaco (por Kirchner) tendrá que recostarse en las instituciones como el Congreso, donde nosotros somos fuertes”, se jacta el hombre de confianza del ex presidente. Y es que para aprobar leyes como la coparticipación, si es que llega al Parlamento, e incluso la ratificación de los contratos renegociados de las privatizadas, van a ser necesarios los votos de los bonaerenses. Si bien la jactancia en muchos casos es soberbia, lo cierto es que los duhaldistas se sienten imprescindibles porque ven que el Gobierno no logra controlar Diputados a pesar de contar con el sub bloque K y que los pocos transversales que se reconocen kirchneristas no votan a ciegas los proyectos que remite el Ejecutivo.
La debilidad que los bonaerenses encuentran en sus aliados de la Rosada también la ven, dicen, en el armado territorial que están haciendo los hombres del Presidente en la provincia de Duhalde. “Si ellos quieren controlar nuestro territorio tendrán que ganarlo primero. Si piensan hacerlo por fuera del partido creo que están perdidos”, sostiene el duhaldista mientras comienza a limpiar el plato. Habla y come, después se detiene, está como pensando para luego volver a la charla: “Ellos nos corren con la candidatura de Cristina (Fernández de Kirchner). No tenemos problemas con ella. Ahora, ¿usted se imagina una fórmula donde esté ella y Duhalde?”. Pone cara de pícaro cuando habla pero se niega a dar el orden de la boleta. Sabe que la esposa del Presidente no aceptará ser segunda de nadie, menos de Duhalde. La seguridad de los duhaldistas de que habrá humo blanco con el Presidente se basa en que consideran imposible que Kirchner se arriesgue a exponer su gestión. Por un lado, dicen, que no arriesgará su suerte en una interna partidaria y por eso le conviene arreglar con Duhalde. Por otra parte, sostienen, que el Presidente no armará listas por fuera del PJ bonaerense porque no tiene estructuras ni candidatos de renombre –salvo su esposa– que puedan hacerle mella a la boleta que arme Duhalde.
Así, la intención de los hombres del ex presidente es, al menos por ahora, entregarle únicamente al kirchnerismo la boleta de senadores. Aseguran que sus enojados socios no tienen candidatos de peso como para poder pelear espacios en ese listado que suele escribirse con la lapicera que personalmente maneja Duhalde.
La estrategia del duhaldismo para hacer sentir su peso no termina en el armado de lista que, dicho sea de paso, recién comenzarán a confeccionarse el año próximo. Los hombres del ex presidente miran mucho más acá. Miran el Congreso y, sobre todo, al jefe del bloque oficialista, José María Díaz Bancalari.
“Creo que el Mono (así llaman a Bancalari) está con problemas. No contiene a todos los muchachos y cada vez son más las quejas que se oyen”, dice el hombre del caudillo bonaerense mientras revuelve un té de boldo. La observación no es caprichosa. Díaz Bancalari es el vocero del pensamiento presidencial en el bloque y esto generó celos y sospechas de falta de lealtad por parte de los bonaerenses. Jaquear a Bancalari sería golpear al Presidente, al menos así lo piensan algunos duhaldistas. Es por ello que cada vez que hablan de Bancalari también lo hacen del presidente de la Cámara baja, Eduardo Camaño. “A Eduardo nadie lo toca. Seguirá siendo el presidente de la Cámara mientras nosotros estemos en el recinto”, advierte el duhaldista.
La cena ha llegado a su fin. El duhaldista está satisfecho, tanto que se anima a deslizar una infidencia: “El Presidente podría tranquilamente dejar de lado a Duhalde si no fuera tan testarudo. Con sólo convocar una vez a los diputados y senadores a un asado, los tendría en sus manos sin necesidad de nosotros. Es un mimo lo que necesita esta gente, nada más. Pero como no lo hace, la figura de Duhalde se agranda”, dice con una sonrisa enmarcando la frase, y después se va.