EL PAíS
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SECRETARIO DE EMPLEO, ENRIQUE DEIBE
“El Gobierno no quiere la eternización de los planes”
En los últimos días, el Gobierno y los piqueteros entraron en una discusión a propósito de la continuidad de los planes sociales y su reemplazo por puestos de trabajo. Alderete detalla sus diferencias con las políticas oficiales. Deibe sostiene la estrategia de Trabajo y habla de la generación de nuevos empleos.
› Por Laura Vales
Enrique Deibe es un interlocutor habitual de las organizaciones de desocupados. Como secretario de Empleo recibe a las delegaciones piqueteras y lleva las negociaciones con sus dirigentes. El funcionario asegura que entre el 60 y 70 por ciento de los beneficiarios del Jefas y Jefes de Hogar que volvieron a trabajar tienen puestos estables, y acusa a algunas agrupaciones de desocupados de no interesarse en las cooperativas de trabajo ni en los emprendimientos productivos para mantener estructuras clientelares.
“Todas las organizaciones reivindican el trabajo genuino –dice Deibe–. Pero cuando discutimos con ellos la posibilidad de armar emprendimientos o cooperativas de viviendas, nos responden con insatisfacción ante este tipo de propuestas. Por eso nosotros marcamos que este gobierno está orientado a la generación de empleo y no a la eternización de los planes.”
–Según los datos del ministerio, ¿cuánto empleo se generó en esta gestión?
–En el 2003 hubo una creación de aproximadamente un millón de puestos de trabajo y durante este año, según nuestra encuesta de indicadores laborales, también hubo un crecimiento sostenido.
–¿Traccionado por qué sectores?
–Fundamentalmente por el sector industrial, debido al proceso de sustitución de importaciones y a la mejora de la actividad. Generaron trabajo la agroindustria, las textiles, la metalúrgica, la construcción.
–De esos nuevos puestos ¿cuántos favorecieron a los sectores pobres?
–Si se toma el programa Jefas de Hogar, hay más de 150 mil beneficiarios que volvieron a trabajar en el sector privado.
–¿El ministerio tiene forma de saber cuál es la calidad de esos puestos?
–Hay dos maneras de mirarlo. En general, el empleo que se viene creando es estable. Claro que también hay empleo temporal, vinculado con las actividades estacionales. Y trabajo no registrado, ese es uno de los graves problemas de la Argentina, un problema que viene de arrastre de otras épocas como un mecanismo de reducción de costos por parte de las empresas. Obviamente, el tema nos preocupa. Es una práctica ilegal que hay que erradicar.
–¿Qué porcentaje de los beneficiarios que volvieron a trabajar tienen puestos estables?
–Yo diría que hay alrededor de un 60 o 70 por ciento que se está manteniendo con regularidad y con estabilidad.
–En las organizaciones de desocupados del conurbano dan un panorama distinto. Dicen que hay muy poco trabajo, casi todo changas en la construcción. Registran que se está generando más empleo en Rosario, en empresas autopartistas, pero por sueldos muy bajos y sin estabilidad.
–Sí, obviamente, en el sur de Rosario está teniendo mucho empuje la actividad metalmecánica. Pero insisto en que hay un crecimiento del empleo con diferentes características; hay más changas porque el mejoramiento general de la economía ha producido que la estrategia de los sectores más pobres en empleos más temporales esté creciendo. Hay que tener en claro de dónde partimos, partimos de un momento muy crítico en la Argentina donde se habían agotado prácticamente todas las posibilidades de empleo en cualquier forma de expresión. Hay problemas estructurales que vamos a tener que trabajar mucho, pero lo importante es que la tendencia ha cambiado, porque pasamos de una década de crecimiento sin generación de empleo –incluso con destrucción de empleo– a esta situación, en la que hay crecimiento del producto y crecimiento del empleo. La elasticidad producto/empleo es alta, está en el orden del 0,6 al 0,7: por cada punto que crece el producto, el empleo crece el 0,6 por ciento. En la década del 90 esto era del 0,2.
–¿De dónde surge el dato de que entre el 60 o 70 por ciento de los desocupados que volvieron a trabajar lo hacen de manera estable?
–Cuando un beneficiario del Jefes de Hogar se incorpora al empleo deja de cobrar el subsidio, pero no es dado de baja del programa. De ahí sale esa estadística, con datos que vienen desde diciembre.
–¿Por cuántos meses constatan que siga trabajando?
–Son tres meses, y si al cuarto continúa trabajando se lo da de baja. Así vamos teniendo, además, otro tipo de información, como que el 70 por ciento lo hizo en la actividad en la cual estaba antes.
–¿Eso indicaría que se están reubicando también los mayores de 40 años?
–De todas las edades, con predominio de los hombres mayores de 30 años.
–¿Qué pasó con los puestos que defendieron las empresas recuperadas? ¿Se han mantenido?
–Sí, las fuentes de trabajo siguen, e incluso se han ampliado. Si bien el fenómeno de toma de fábricas declinó, hay muchas que están reincorporando gente que se había ido, o incluso nuevos trabajadores. En general, el componente solidario que tienen hace que traten de recuperar a aquellas personas que pertenecían a la firma. Nosotros hemos creado un programa de trabajo autogestionado para consolidarlas. Estamos asistiendo a más de 20 empresas con subsidios para compra de herramientas, maquinarias y reparaciones. Son subsidios no reembolsables que también dan ayuda a los socios de las cooperativas.
–¿Qué fondos tiene el programa?
–Es un fondo modesto, de alrededor de 3 millones de pesos.
–Ustedes las están visitando.
–A todas aquellas con las que trabajamos.
–¿Qué debilidades y fortalezas les ven?
–Las situaciones son heterogéneas. Hay dificultades para sostenerse por problemas de mercado, por cuestiones de gestión, pero muchas están muy bien.
–¿Cuál ha sido su fortaleza?
–Yo creo que el compromiso que han tenido en defender las fuentes de trabajo y su propia dignidad como trabajadores.
–De todas formas, su incidencia en el empleo, como el de los emprendimientos productivos, es muy marginal, ¿no es así?
–Sí con las recuperadas, pero no con los emprendimientos.
–Los desocupados hablan de que hay un gran problema con las ventas. Pueden montar los emprendimientos, pero no mantenerse.
–Ese es un tema específico de Desarrollo Social, que viene trabajándolo con mucha fuerza. Se ha avanzado en que los emprendimientos puedan facturar en forma normal y estar exentos durante dos años de impuestos. Me parece que esto va a generar un impulso importante y estos problemas de comercialización están siendo encarados. Lo que no queremos es seguir sosteniendo el sistema de intermediación en el otorgamiento de planes que produce algunos manejos clientelares. Estamos haciendo un esfuerzo muy grande, que se expresa en el Manos a la Obra y en las políticas activas de empleo que apuntan a mejorar la empleabilidad a través de la educación, con la terminalidad educativa que impulsamos desde el ministerio y los acuerdos sectoriales y regionales para la inserción de beneficiarios de planes sociales en el empleo genuino privado que se está generando. Ahí hay una posibilidad de ir insertándose en estas diferentes formas de plantear el empleo como eje articulador, que es lo que el Gobierno está definiendo en todas sus políticas.
–Me gustaría volver al contraste con los relatos que hacen los desocupados en los cortes de ruta, que en general sostienen que su situación cambió poco. Las panaderías piqueteras, por ejemplo, venden un poco más de pan, pero eso es todo.
–En el conurbano hay una combinación de pobreza y trabajo en negro. Es un lugar donde es difícil ir más rápido en la solución de los problemas: todo lo que se hace se nota poco. Salvo el Plan Jefas y Jefes de Hogar, que fue de una magnitud inédita, el impacto de las políticas es menor por la gran densidad de población. Nosotros reconocemos las dificultades que hay, pero nos parece que la situación ha mejorado.
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