Vie 23.07.2004

EL PAíS  › OPINIÓN

Aleluya, todo fue normal

› Por Luis Bruschtein

La noticia es que todo fue normal. Para los periodistas resulta inusual, porque lo normal no es noticia. Viene a ser entonces que lo normal no es lo más corriente, sino la excepción en este caso. O sea que algo que debería resolverse en forma normal por la política, termina resolviéndose siempre por el escándalo, que es otra forma de política, pero más primitiva y, desde cualquier lugar que se la mire, menos eficaz para resolver conflictos o diferencias.
Pero esta vez, hubo marcha –dos marchas en realidad, porque siempre hay desprolijidades–, los representantes de la marcha fueron recibidos por los legisladores, se presentaron los reclamos y la manifestación se desconcentró. No se rompió nada, ni hubo enfrentamientos y la gran noticia es que no hubo escándalo.
Y si no hubo escándalo no fue solamente por los 800 policías desplegados en la zona. Y mucho menos si hubieran estado armados, como pretendía el jefe de la Federal Eduardo Prados. Esta vez las cosas fueron normales también porque hubo un cambio de actitud política. Tanto de los organizadores de la protesta como de los sectores de derecha que querían imponer cambios radicales al Código de Convivencia.
La discusión del Código afecta en forma drástica la vida de distintos sectores que suelen ser discriminados y explotados, como la juventud, las prostitutas, los travestis y los vendedores ambulantes. Y esa discriminación por parte de la sociedad determinó que tampoco tuvieran espacio para reclamar por sus derechos.
La derecha intervino en la discusión del Código con el mismo ánimo airado de señora gorda ofendida y retomó esa actitud discriminatoria que el Código pretende desterrar. En el ánimo de ganar los votos de las señoras gordas polarizó una discusión en términos de un antagonismo cerrado y sectario que caracterizó el clima del debate y sensibilizó a aquellos sectores que se sintieron nuevamente postergados y despreciados. Fue una forma de enrarecer el ambiente y propiciar la violencia.
De hecho, eso fue lo que sucedió en términos ascendentes. Cada vez que se pretendía discutir la norma había incidentes y entonces la derecha profundizaba sus rasgos antagónicos y discriminatorios. Hasta que el viernes la situación terminó de desbordarse.
Pero también es cierto que si no hubo incidentes esta vez fue por una decisión política de los organizadores de la marcha. Demostraron que si hay una decisión política, pueden evitar desbordes. Cosa que no sucedió el viernes de los incidentes, porque cuando se convoca al tuntún en una situación de tanto antagonismo lo más seguro es que la protesta se salga de cauce.

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