El Gobierno aseguró que no está pensando en iniciarle un juicio a Gustavo Beliz por supuestas revelaciones de secretos de Estado. “La verdad que creemos que Beliz se ha equivocado mucho en todo lo que ha dicho, creemos que ha sido el malestar por la impotencia de tener que enfrentar la realidad que se le vino encima lo que le hizo decir una sarta de cosas que no se corresponden con la realidad.” El párrafo pertenece al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y de su tono se desprende que cerca del presidente Néstor Kirchner no se está evaluando la posibilidad de que el episodio con Beliz siga un camino judicial sino que más bien desean darlo por superado. La nueva etapa con Horacio Rosa- tti como ministro de Justicia y Seguridad necesita ya algunas resoluciones y tienen que ver con el destino del plan de reforma judicial pergeñado por Beliz con iniciativas tales como el juicio por jurados o la unificación del fuero federal con el penal porteño, hoy en veremos.
Lo del juicio a Beliz había sido esbozado por el ministro del Interior, Aníbal Fernández, y se refería a la supuesta violación de la ley 25.520 que habría cometido el ex ministro al hablar de los movimientos de fondos de la SIDE y, principalmente, por mostrar en televisión una foto del jefe de contrainteligencia del organismo, Jaime Stiusso. Pero ayer el otro Fernández salió a desactivar rápidamente la movida.
Un funcionario explicaba: “No tenía sentido. Primero, porque dijimos que lo que denunciaba Beliz era falso así que no había violación de secreto. Quedaba lo de la foto, pero si le hacemos juicio por mostrar la cara de un funcionario la gente iba a pensar mal”. En síntesis, el jefe de Gabinete aseguró que llevar a Beliz a Tribunales no figuraba entre las preocupaciones de la Casa Rosada.
Fernández conversó ayer con Rosatti que todavía debe resolver cómo completa el resto de su ministerio. En principio, el flamante ministro dijo que se va a tomar unos días hasta determinar qué perfil tendrá quien lo secunde como secretario de Justicia. Hay posibilidades de que algunos hombres que llegaron de la mano de Beliz continúen en sus funciones. Uno de ellos es el ex árbitro Javier Castrilli en el área de espectáculos deportivos. Otro es Jorge Srur, muy cercano al ex ministro, y quien se encargaba de manejar las cuentas de la cartera. “Me han expresado su vocación de seguir”, contó Fernández.
Más allá de los nombres, otro interrogante se abre respecto de la continuidad de los proyectos que Beliz consiguió impulsar con fuerza cuando lanzó el plan en respuesta al clima generado a partir de las marchas organizadas por Juan Carlos Blumberg. Muchos de esas iniciativas habían perdido ímpetu en los últimos tiempos y ahora se duda de que finalmente algún día salgan a la luz.
Un caso es el sistema de juicios por jurados. “Yo coincido pero creo que para implementarlo hay que hacer un análisis concreto del sistema presupuestario, cuánto va a costar y si estamos en el momento adecuado para hacerlo”, explicó ayer Rosatti, interceptado a la mañana por los movileros radiales en la puerta de su casa. “Es un tema de dinero y de organización, no es un tema que conceptualmente esté en desacuerdo, al contrario”, puntualizó.
Otro caso es el de la unificación del fuero federal con el penal de la Ciudad de Buenos Aires. La audaz iniciativa sumada por Beliz a su plan de Seguridad fue cuestionada en su momento por algunos especialistas que plantearon su inconstitucionalidad. Ni hablar de los propios integrantes del fuero federal –ya sean fiscales, jueces o camaristas– que iniciaron una resistencia activa al proyecto que pretende reintegrarlos en un megafuero de 82 juzgados.
“Eso es algo que tenemos que conversar, el proyecto está en el Congreso”, alcanzó a responder Rosatti. Se notó que tampoco estaba muy entusiasmado. La iniciativa, efectivamente, se negociará por estos días en el Parlamento (ver página 4).El nuevo ministro fue cuidadoso al momento de abordar el delicado ítem de la protesta social. “Se va a respetar el legítimo derecho a reclamar que tienen los más desposeídos y evitar daños”, sostuvo, buscando nivelar para un lado y para el otro. “Es un límite complicado”, abundó. Y el mismo se complicó: “A veces las situaciones comienzan con una protesta y terminan con desmanes. Pero la protesta no es un delito”.