EL PAíS
› RENUNCIO EL SECRETARIO DE DESARROLLO SOCIAL DE ANIBAL IBARRA
Romá se fue y llegó Jorge Telerman
El jefe de Gobierno porteño aceptó la renuncia de Rafael Romá y designó a su vicejefe para ocupar la cartera de Desarrollo Social. Una jugada que puede enturbiar la relación con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, adversario de Jorge Telerman.
› Por Santiago Rodríguez
El jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, aprovechó ayer que Rafael “Balito” Romá presentó su renuncia por “razones personales” a la Secretaría de Desarrollo Social para realizar un movimiento inesperado: decidió nombrar en ese puesto a Jorge Telerman. La jugada de Ibarra no sólo abre las puertas de un lugar de gestión a su vicejefe, sino a un declarado adversario del jefe de Gabinete nacional, Alberto Fernández, en la pelea por la jefatura de la Ciudad de Buenos Aires en 2007. Telerman deberá lidiar con los conflictos sociales y en particular con el déficit habitacional que afecta a más del 10 por ciento de los porteños, un problema que no es menor y al que aún no se le ha encontrado solución. No es un desafío sencillo, pero si logra superarlo sumará puntos a su favor en la disputa por la sucesión de Ibarra.
Telerman se hará cargo de Desarrollo Social “en una transición sin tiempos definidos”, según explicó a Página/12 un estrecho colaborador de Ibarra, aunque dejó bien claro que su paso por ese cargo no será fugaz: “Por lo menos, va a estar hasta fin de año”, precisó.
En la Jefatura de Gobierno juran que el alejamiento de Romá del gabinete porteño nada tiene que ver con cuestiones políticas y explicaron que se debe a “problemas personales muy serios” que venía atravesando. Para preservar su “privacidad”, en el entorno de Ibarra prefirieron dejar que en todo caso sea el mismo funcionario saliente quien sea el que revele los motivos que lo llevaron a dejar su cargo. Lo que sí precisaron fue que el propio Romá optó finalmente por presentar la renuncia ayer a la tarde porque ya hacía días que no estaba atendiendo las cuestiones de su gestión y que Ibarra le ofreció un puesto alternativo para que en la medida de sus posibilidades siguiera a su lado.
Como prueba de que no hubo cortocircuito político alguno entre Ibarra y Romá, los hombres del jefe de Gobierno destacaron un hecho: “Todos los equipos que venían trabajando seguirán ahora en funciones bajo la conducción de Telerman.”
Lo primero que hizo Ibarra cuando se le ocurrió convocar a Telerman en reemplazo de Romá fue cerciorarse de que no hubiera impedimentos constitucionales para ponerlo en Desarrollo Social. En el caso de su cargo de presidente de la Legislatura, Telerman tendrá que pedir licencia; no así en su función de vicejefe de Gobierno, porque la Constitución porteña establece que por instrucciones del jefe de Gobierno quien lo secunda puede asumir tareas ejecutivas sin apartarse de su puesto.
La otra cosa que tuvo en cuenta Ibarra fue no anunciar su decisión sin antes llamar por teléfono a Alberto Fernández para avisarle que Telerman era el hombre con el que había resuelto reemplazar a Romá, quien reportaba políticamente al jefe de Gabinete. “No lo consultó. Se lo comunicó porque es un tema privativo de la gestión de la ciudad y no necesitaba ser acordado”, aclararon allegados a Ibarra, a quienes después de colgar el teléfono el jefe de Gobierno les confió que Fernández “tomó con calma” el asunto. “No dijo nada, pero no descartamos que haya tenido algún otro esquema en su cabeza”, agregaron en referencia al funcionario nacional que es pieza clave en la sociedad que Ibarra mantiene hoy con Néstor Kirchner.
Que Fernández haya preferido otro reemplazo para Romá es una posibilidad más que cierta y es por eso que Ibarra tuvo la delicadeza de llamarlo. El vicejefe de Gobierno no oculta su intención de escalar un peldaño más en la línea de poder de la ciudad y ya ha comenzado a trabajar políticamente con ese objetivo. Desde el ibarrismo no dejan de alentarlo e Ibarra llegó incluso a mencionarlo como potencial candidato a diputado en el 2005, lo que irritó a quienes hoy se alinean con el jefe de Gabinete. Es que Fernández también tiene la mira puesta en la Jefatura de Gobierno porteña y ve en Telerman un adversario al que hay que cortarle de raíz cualquier posibilidad de crecimiento.
En el marco de esa carrera, Telerman venía pidiéndole hace tiempo a Ibarra que le abriera espacios de gestión. El jefe de Gobierno lo pone ahora en Desarrollo Social “en una transición sin tiempos definidos”, lo cual le reserva para sí el manejo de los tiempos en función de los resultados de la gestión y de su estrategia política. Para tranquilizar a sus socios, desde la Jefatura de Gobierno dijeron que en la elección de Ibarra había pesado también “la necesidad de reemplazar a Romá con alguien de adentro de la gestión porque se requieren tomar decisiones rápidamente y no es fácil construir un reemplazante”.
El Talón de Aquiles que reveló tener en este mandato de Ibarra la gestión en el área social tiene que ver con el déficit habitacional. Si bien dar solución a los problemas habitacionales depende en mayor medida del Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), la Secretaría de Desarrollo Social es la que tiene a su cargo los programas de alojamiento de personas en hoteles y pensiones. Esos programas fueron diseñados hace muchos años para dar respuesta frente a la urgencia de las familias que se quedaban en la calle, pero a poco de implementados se convirtieron de hecho en una solución permanente para la falta de techo de muchos porteños. La debacle económica y social agudizó el problema y actualmente hay 7 mil personas que viven en pensiones con subsidios del gobierno de la ciudad.
Romá cargó con esa herencia. No pudo revertirla y semanas atrás la situación estalló en sus manos cuando el juez Roberto Gallardo resolvió en un fallo que junto al titular del IVC, Ernesto Selzer, y al propio Ibarra debían pagar una multa de 500 pesos diarios de su bolsillo hasta tanto se diera una solución a las familias albergadas en condiciones de hacinamiento en los hoteles Santiago y Montreal. Anteayer, la Legislatura sancionó una ley que declara la Emergencia Habitacional en la ciudad y obliga al Ejecutivo a tomar medidas para revertir problema.
Aunque los equipos que venían con Romá seguirán en funciones, Ibarra ya dio instrucciones para hacer una reformulación del área. El objetivo es que las líneas de trabajo que Telerman tendrá que llevar a la práctica sean reorientadas en función de la emergencia habitacional.
Más allá de que las razones por las que abandonó la Secretaría de Desarrollo Social hayan sido de índole “personal”, Romá no alcanzó dentro del gobierno porteño el brillo que muchos esperaban y el suyo era un nombre siempre mencionado cada vez que se realizaban especulaciones sobre eventuales cambios en el gabinete. Ibarra decidió sumar a Romá en la primavera de la transversalidad, cuando desde la Casa Rosada lo alentaban a convertirse en vértice de un espacio transversal que reuniera a todas las expresiones progresistas que apoyaban a Kirchner desde fuera del PJ. Romá venía de ser el principal operador de Elisa Carrió y su designación tenía total apoyo de Fernández.
El nombramiento de Romá también tuvo su razón de ser: su origen peronista y su experiencia política y de gestión por haber sido vicegobernador bonaerense de Eduardo Duhalde hicieron suponer a más de un ibarrista que era el mejor calificado para hacerse cargo del área social.
Muchos de los que consideraban que la designación de Romá era “ideal” cambiaron de opinión con el paso de los días de gestión; empezaron a decir que “al final en términos políticos no sumó demasiado” –la apuesta era que su figura atrajera a otros integrantes del ARI– y que su tarea al frente de Desarrollo Social no era todo lo buena que podía ser. Fue entonces que su nombre empezó a sonar en cuanta especulación sobre cambios de gabinete se hacía.