EL PAíS
“Habrá préstamos a tasa cero para los sin techo”
El flamante responsable de Desarrollo Social y vicejefe de Gobierno porteño explica sus proyectos para la cartera que asumió, con licencia en la Legislatura. Telerman explicó su plan para dar vivienda a los que ahora viven en hoteles subsidiados.
› Por Eduardo Tagliaferro
Tarde soleada de un sábado primaveral en Palermo Viejo. La línea interminable de puestos y puestos de artesanos opaca el recuerdo setentista de El Bolsón. Los locales de las principales marcas de ropa desbordan de clientes voraces por las liquidaciones. El barrio aparece dominado por una marea de camionetas cuatro por cuatro; chicas y chicos lindos en las mesas que los restaurantes ubican en las veredas; violinistas y guitarristas acompasando la sobremesa; cuadras y cuadras colmadas de automóviles. En uno de esos bares, Jorge Telerman, vicejefe de Gobierno porteño y flamante responsable de la cartera de Desarrollo Social, destaca que uno de sus objetivos es cerrar la brecha que existe entre “un Norte que lo tiene casi todo y un Sur que no tiene casi nada”. En esta entrevista con Página/12 adelanta que “se otorgarán subsidios de 15 mil pesos y créditos a tasa cero, de hasta 30 mil pesos, a las familias que actualmente viven subsidiadas en hoteles”.
–¿Cómo se interpreta su nombramiento al frente de la Secretaría de Desarrollo Social?
–Demuestra la vocación de Aníbal Ibarra de conformar y fortalecer una coalición política en la Ciudad. Algo que en el 2000 no estaba muy de moda. Más bien diría que iba contracorriente. Cuando eligió la fórmula para esta gestión ratificó su vocación de construir un espacio de centroizquierda. Durante la campaña habíamos dicho que la vicejefatura sería activa y comprometida con la totalidad de la gestión. Cuando por cuestiones personales Rafael “Balito” Romá decide apartarse del cargo, la decisión de Aníbal ratifica aquella definición. La señal política es seguir constituyendo un espacio político que además de administrar la Ciudad de Buenos Aires pueda constituirse en una plataforma de construcción a futuro.
–¿Una plataforma que herede a Ibarra sin el peronismo porteño?
–Este espacio va a pelear sin dudas en el 2007 por la continuidad de la actual política. Somos varias personas las que integramos este espacio. Cada una con sus referencias políticas, pero todas identificadas con el gobierno de Aníbal Ibarra. No tenemos dudas de que el próximo jefe de Gobierno saldrá de este espacio. Para ello lucharemos dentro de dos años. Este mismo espacio elegirá quién es el más capaz. No es una decisión individual.
–Pero a usted le gustaría ser el candidato que suceda a Ibarra.
–Soy una de las personas que integran ese espacio de continuidad política.
–¿Qué lo identifica con el gobierno nacional y qué lo separa?
–No veo diferencias porque la política de la Rosada es nacional y no se inmiscuye con la Ciudad. Hay, eso sí, cercanía y colaboración, que provienen del compromiso y de las convicciones que han hecho posible esta coalición entre (Néstor) Kirchner e Ibarra. Las dos administraciones tienen entidades propias y obligaciones claras y distintas.
–Pero a diferencia de otras regiones, lo que aquí ocurre tiene trascendencia nacional.
–Buenos Aires es una caja de resonancia que excede lo local. Con el crecimiento de la autonomía también van creciendo los liderazgos locales. Esta Ciudad tiene ocho años de vida política propia. Hasta antes de ayer el jefe político de esta ciudad era quien elegía el gobierno nacional. Estamos trabajando en mayores niveles prácticos de autonomía, como el traspaso de la policía, la Justicia y las autoridades del puerto.
–¿Hay nuevas negociaciones para acelerar el traspaso de la Policía en la Ciudad?
–Por primera vez en la corta historia de la autonomía, la casi totalidad de los legisladores que representan a la Ciudad, con independencia de los partidos a los que pertenecen, firmaron tres proyectos en los que se define la transferencia de la policía y también de temas vinculados con la Justicia. Esto no podría haber ocurrido unos años atrás. Por el lado de Diputados lo vemos como más fluido. En el caso del Senado también soy optimista. Tenemos la voluntad de que las modificaciones a la Ley Cafiero cuenten con el apoyo de mi formador en la política y queridísimo senador Antonio Cafiero. Hemos tenido conversaciones con Cafiero hace no mucho y podría decir que existe la voluntad de rever ese artículo que obstruye el traspaso de la policía a la Ciudad. Si bien allí el trámite no es tan fluido como en Diputados, soy optimista.
–¿Cuál sería la principal injusticia a resolver en la Ciudad?
–La falta de integración. Las divisiones entre un Norte que tiene casi todo y que en glamour, elegancia, servicios y niveles educativos compite con las mejores capitales del mundo, y un Sur que tiene enormes índices de pobreza, desocupación y marginalidad. Esa frontera invisible, pero cada vez más marcada, es el compromiso que, cuando nos presentamos en la última elección, nos planteamos revertir. No es por azar que la primera obra pública de la nueva gestión sea la línea H de subterráneos. Tanto esto como los recursos que se destinan a la educación en la zona sur, requieren de la presencia del Estado. Esa inclusión que reclamamos necesita de la intervención del Estado.
–¿Cómo se les explica a los sectores más privilegiados que es necesario contar con mayores recursos para los sectores más empobrecidos?
–La Argentina todavía atraviesa una zona crítica. El vaso medio lleno me dice que hay fuertes niveles de conciencia. No ya ni siquiera por cuestiones de principios, como querría (Immanuel) Kant, pero al menos por conveniencia está claro que si no se resuelven los problemas de extrema pobreza tampoco se resuelven los de los sectores medios, ni la inseguridad, ni muchas otras cuestiones. La viabilidad de una Nación, no ya de una Ciudad, es imposible si no se resuelven los problemas de los sectores que no tienen trabajo y que están excluidos del sistema. Es la inclusión y no la asistencia el fin último de las políticas sociales. La Argentina, con su inmersión violenta y desgarradora, creo que ha aprendido. Una sociedad es equitativa o no lo es. Si no será una sociedad con barreras, con vallas, con policías, una sociedad represiva. Una sociedad moderna y democrática integra a todos sus ciudadanos.
–¿Qué dimensión tiene el déficit habitacional en la Ciudad?
–Hay 500 mil personas que todavía están en esa situación si contamos a quienes viven en villas miseria, asentamientos, pensiones y casas intrusadas. Vamos a tener acciones sectoriales, de la Comisión de la Vivienda, de nuestra Secretaría. El problema de la vivienda está dado por las dificultades de acceso.
–¿Cuáles serán las prioridades de su gestión en Desarrollo Social?
–La primera es mi obligación de estudiar cómo está el área. Compromiso que tomo con Aníbal y con todos los vecinos de la Ciudad. Esta es una de las pocas capitales que tiene iniciativas como las del Vale-Ciudad, una de las vedettes de las políticas de Desarrollo Social. Esto pronto se extenderá a toda la Ciudad. Tenemos recursos y gente capacitada para atender desde emergencias habitacionales hasta todas las personas que están por debajo de la línea de pobreza. Antes de que yo asumiera, el jefe de gobierno firmó un decreto para darle solución a la gente que vive subsidiada en hoteles.
–¿Cómo será esa solución?
–Se darán subsidios de 15 mil pesos o créditos de hasta 30 mil con tasa cero para la gente que está viviendo subsidiada y en condiciones inaceptables en los hoteles. No solamente vamos a facilitarles la plata. También pensamos en el asesoramiento para la utilización eficaz de esos fondos. El Estado va a seguir estando presente.
–¿Cuánto durará su transición en Desarrollo Social?
–La transición tendrá el tiempo necesario para desarrollar políticas de reinserción y de creación de proyectos productivos. El 60 por ciento del presupuesto del Gobierno, unos 2 mil millones, está destinado a políticas sociales. Esperamos que la secretaría articule esas políticas. La política social nunca se acaba. Las políticas públicas siempre son sociales. Nunca habrá una situación ideal para retirarse.
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