Lun 02.08.2004

EL PAíS  › A 28 AÑOS DE LA MUERTE DE ANGELELLI

Lo que no se sabe

El ex sacerdote Arturo Pinto, quien acompañaba a monseñor Enrique Angelelli cuando murió, el 4 de agosto de 1976, cuestionó que la jerarquía católica “se haya quedado mirando” sin investigar lo ocurrido. Pinto viajaba en el auto con Angelelli en el momento del sospechoso accidente. Despertó varios días después en una clínica, sin conocer la suerte de su compañero. “El y yo teníamos mucha ingenuidad. No teníamos una idea muy acabada del poderío o hasta dónde estaban decididos a ir. Creíamos inocentemente que no se podían atrever a tocar la vida de un obispo.”
En un reportaje a la agencia Télam, Pinto habló de la situación en La Rioja tras la designación de Angelelli. “Había problemas desde antes de que llegáramos. Los aceituneros pequeños contra los grandes acopiadores que industrializaban y compraban, y pagaban el precio que querían. Todos esos problemas fueron asumidos por la postura nueva de la Iglesia. Nos metimos todos en eso y en cada zona con sus particularidades. Angelelli nunca se guardó en la sacristía y hubo sectores que empezaron a preguntarse por qué se metía en estas cosas. El decía: ‘Si la sacristía sólo sirve para eso, no sirve para nada’ (...). La presencia del obispo planteó un litigio de fe. Porque los autodenominados ‘cruzados de la fe’ querían mantener sus privilegios en tierra, agua, bienes y hasta en el manejo de la fe, y vieron tambalear las costumbres establecidas. Entonces empezaron a decir que este obispo estaba desviando la fe. En unas fiestas patronales de Anillaco, los cruzados de la fe, entre ellos Amado Menem, lo echaron a los gritos, de modo muy violento. Era el inicio de una escalada.”
Pinto contó cómo se precipitó la muerte de Angelelli. “Tras el secuestro, tortura y asesinato de dos curas de El Chamical, Gabriel Longueville y Carlos Murias, el 18 de julio, el obispo decidió ir”, recordó. “Yo lo acompañé porque conocía el lugar. Después de la recuperación de los cuerpos y el sepelio, Angelelli se quedó para presidir el novenario. El 4 de agosto dijo que tenía que irse y preguntó quién lo acompañaba. Como tenía que volver a Aimogasta era lógico que fuera yo. Eran días muy duros. Dos días antes yo había ido a La Rioja solo y la camioneta no estaba en malas condiciones. Fui a visitar a un cura que estaba preso porque se había ido de boca en el sermón. O sea, todos los días había una. Lo del 4 de agosto no fue un hecho aislado. Hubo muchos antes.”
Habiendo sobrevivido al extraño accidente, Pinto vive en Formosa desde 1985. Aunque se alejó del sacerdocio, colabora con la Pastoral Aborigen a través de una organización no gubernamental que promociona el trabajo social con la comunidad wichi. Casado y con tres hijas, contestó la entrevista en su casa de Ingeniero Juárez, un pueblo ubicado a más de 500 kilómetros de la capital provincial. El ex sacerdote criticó la inacción de la cúpula de la Iglesia ante la muerte de Angelelli. “Cuando sucedió, la gente del Obispado no fue a mirar como quedó la camioneta, qué había pasado, cuántas horas quedó el cuerpo ahí tirado”, señaló Pinto. “Está enterrado en la Catedral y se dice que tiene un gran golpe en la nuca. Con el poder que tiene la Iglesia, ¿por qué no pidió una investigación exhaustiva?”

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