EL PAíS
› OPINION
Nada es como era antes
› Por Luis Bruschtein
Ni el PJ, la UCR y el centroizquierda han podido superar sus crisis, la izquierda no encuentra todavía su lugar en el marco del sistema y el centroderecha perdió su caudal popular con la caída de Menem aunque trata de reemplazarlo con una gran presión mediática. En el medio hay un movimiento social que no está expresado por fuerzas políticas. Y por arriba hay un Presidente con un alto índice de aprobación más allá de identidades partidarias, pero sin estructuras ni vías institucionales de relacionamiento con ese respaldo, como históricamente han tenido todos los presidentes.
No han podido instalarse en este período nuevas reglas de juego y estructuras políticas que den cuenta en forma más o menos abarcadora de las nuevas expectativas, reclamos y requerimientos de la sociedad. No es el escenario tradicional, sino uno más bien precario, que apenas comienza a reformularse entre marchas y contramarchas en un juego complejo y poco previsible entre todos esos actores. Reclamar una actitud tradicional en un escenario que dejó de serlo es guiarse más por el manual que por los datos de la realidad.
Los partidos necesitan recuperar su lugar en la sociedad si quieren sobrevivir. Una gran parte de la sociedad, incluidos los movimientos sociales, no se siente representada por los partidos, pero necesita formas de representación política si quiere expresarse y crecer. Y el Presidente tiene respaldo pero necesita estructuras que lo canalicen si no quiere terminar como los partidos.
Pero ni siquiera puede decirse que los partidos ni los movimientos sociales ni esa opinión pública genérica de respaldo al Presidente sean homogéneos sino que también están atravesados por las más diversas problemáticas. El diálogo con las fuerzas políticas se plantea en ese contexto donde nadie por decreto puede volver las cosas para atrás y hacer como si nada hubiera pasado.
Los actores que están sobre la mesa son los que están. Pero a todos les falta algún componente, como un cuadro donde las piezas no terminan de encajar. Ninguno por sí solo es capaz de funcionar bien. Eso quiere decir que necesitan aperturas, cambiar, revisar condicionamientos y abrirse a nuevos caminos que rompan las aparentes imposibilidades. No se trata solamente de listas sábana, de reforma política o de diálogo por el diálogo. El centro de la cuestión es que la política rompa el cerco que le pusieron el autoritarismo y luego el macroeconomicismo neoliberal. Y deje atrás el miedo a expresar a la sociedad, que es lo único que le da sentido.