EL PAíS
› LOS DIAS EN QUE ECONOMIA FUE LA SEDE DEL FMI
Humille, maestro
Los baños y la arquitectura como espejo del poder. Una inédita conferencia de prensa. Qué pasa si cesa el festival provincial de bonos. Soria y Barrionuevo en acción. Las privatizadas no se rinden. Y más.
› Por Mario Wainfeld
Algunas veces el cronista teme aburrir al lector con las idas y vueltas de la política local, tan devaluada ella. Entonces, inquieto, maquina proponer nuevos ángulos de la crónica y el análisis. Arrancar desde otro lado, algo novedoso, lateral. Por ejemplo, los baños de los ministerios. Quien, por las razones que fuera, los haya frecuentado podría extraer jugosas conclusiones. Si compara las comodidades e imponencia de los baños del Ministerio de Economía con los –a veces desdorosos– de Trabajo o Desarrollo Social puede extrapolar, sin recelo de errar, que esa asimetría refleja la diferente importancia que tienen esas carteras o aun –horror– las temáticas que le dan nombre.
De hecho, piensa tratando de ser ligeramente menos pedestre, los edificios de Cancillería y Economía, el personal que atiende sus entradas reflejan que, aun al interior de los gobiernos, hay primera clase. Los otros edificios dan lástima; el aire acondicionado no funciona; los ascensores meten miedo o despiertan ternura.
El Salón de los Cuadros de Economía, sin ir más lejos. Un bruto ambiente con cuadros gigantescos reflejando cierta estética de tiempos de la república. Nada bello, nada coqueto, pero con tono, pesadón, añejado en madera, que sugiere: “Señoras, señores, acá se hablan y se deciden temas importantes, desde tiempos de Pinedo, de Alsogaray, de Krieger Vasena, de Gelbard”.
Señoras y señores, ese ámbito fue elegido por el enviado del Fondo Monetario Internacional a la Argentina, Anoop Singh para, en insólita calidad de anfitrión, bajar línea a los argentinos.
El FMI, como Dios, está y atiende en todas partes y en ninguna. A diferencia de otros organismos internacionales, no dispone de una sede fija, una oficina, en la Argentina. Puesto a dar cátedra Singh jugó de local en su conferencia de prensa del miércoles en las oficinas del gobierno argentino. Ningún funcionario de Economía lo acompañó, siquiera para dejar constancia de su condición de huésped. El hombre fungió como dueño, en una inédita presentación pública, una patente demostración de lo irrisorio del poder local. Singh ya había incurrido en otras novedades como fue la de saltear las mediaciones institucionales y dialogar con los gobernadores, cuando se supone que el socio del FMI es la Argentina en su conjunto.
El gobierno argentino fue, en esa augusta ocasión, el que se encargó de poner en regla el sonido y servir agua mineral y café.
No se aceptan patacones
“Remes Lenicov no negocia, se limita a transmitir lo que el FMI dice que debemos hacer” describe un gobernador peronista. “No es un ministro de Economía, es un articulador entre el Gobierno y el Fondo”, se embronca y define un diputado de su provincia que lo conoce bien. No se trata de embravecidos cuadros de la izquierda criolla. Son hombres de gobierno, de un partido que se tutea desde hace años con el “pragmatismo” y las concesiones. Pero, sencillamente por ocupar otro lugar, advierten cuán desguarnecido de política, de posición propia, está el gobierno argentino. “Negociar no es romper, es tensar la cuerda, fijar algún límite, aunque sea amagar fijar un límite,” propone otro gobernador del PJ. Economía –como lo reflejó la conferencia de prensa del miércoles– ya hasta habla por boca del indio.
Jorge Remes Lenicov conoce esas críticas, pero sigue convencido de que sus cartas están jugadas. Todas las fichas puestas al acuerdo con el Fondo y, si no sale, game over. Los puntos propuestos por Singh son sobradamente conocidos. Uno de los más peliagudos es la desaparición de los “bonos” provinciales, que los gobernadores resisten porque perciben que sus trémulas economías locales naufragarán si se las deja sin cuasimoneda. En estos días pareció surgir una postura intermedia: el FMI está dispuesto a admitir que los bonos sigan circulando un tiempo más, a condición de que se frene su emisión y se suspenda su vigencia durante 2003. Para hacer menos doloroso el tránsito habría en danza la remisión de dinero “fresco” -.dos mil o tres mil millones de dólares-. destinado a sustituir la cuasimoneda.
Para Economía, como siempre, la propuesta cierra. Un empinado integrante del ala política del Gobierno, revela recelos: “Va a ser muy difícil que las provincias vayan cumpliendo todo lo que exige el FMI. Con auditorías trimestrales del FMI y mensuales de Economía creo que van a ir saltando incumplimientos. Si por cada resbalón cortan el flujo de plata, estamos listos”. Puestos a conversar más en detalle, los gobernadores levantan la guardia. Por ejemplo, en Buenos Aires, miran con recelo una propuesta en letra chica del FMI, “inocular” los patacones, esto es declararlos inválidos para pagar impuestos nacionales. Si eso se decide, explican, así vengan fondos frescos, el valor de los patacones bajará y se licuará la capacidad adquisitiva de sus tenedores.
En Economía reconocen que es así pero deslizan un problema que los viene atosigando: al erario nacional le sobran patacones, provenientes del pago de impuestos. Como el Gobierno no quiere pagar con ellos nada a terceras provincias (sería nacionalizar el bono) sólo puede aplicarlos para abonar la coparticipación a Buenos Aires o –secarlos. contra la emisión .restringida– de Lecops. La conclusión: le sobran y no tiene qué hacer con ellos. Huelga decir que los acreedores externos no aceptan patacones.
El ejemplo es una muestra gratis del laberinto que es la economía local, la única en el orbe en la que conviven 14 monedas. Una situación insostenible en el largo plazo pero imposible de tronchar de sopetón, si no se quiere causar un desastre.
Los gobernadores dialogaron largo en estos días con el Presidente y Economía y les hicieron sentir sus rezongos por estar señalados como los malos de la película. Los más rezongones fueron Felipe Solá y José Manuel de la Sota, en razón del tamaño de sus provincias, pero también Formosa, Chaco y Mendoza están el index y en el límite mismo del precipicio. El punto, señalaron Solá y De la Sota en oídos de Duhalde, es que las provincias han achicado sensiblemente sus gastos pero la caída a pico de las recaudación les impide arrimar al equilibrio fiscal. El problema, detallaron, es que la baja de ingresos tiene que ver con la recesión general y es inalcanzable reduciendo gastos. La propuesta del FMI, que Oscar Lamberto, de salida de Economía, sinceró en un reportaje a este diario es despedir miles, acaso ciento de miles de empleados públicos. Si se quiere ser cínico podría decirse –como en el viejo chiste de la condena a comer excrementos– que la mala noticia es que la brutal medida bien puede no bastar.
Cancillería, stand by
Economía funcionó en estos días como sala de conferencia del FMI. Cancillería, ni eso.
Es asombroso que un gobierno tan jugado, más por necesidad que por decisión o capricho, al frente externo se permita tener tan desguarnecida el área.
Si se deseara bromear podría decirse que no faltan gestores del gobierno, sino que sobran: por un lado el canciller, por otro el embajador en Estados Unidos que tiene con él una pésima relación, por otro una Task Force de asesores eternos, contratados a precios siderales en dólares para hacer lo que se supone debían hacer aquéllos. Pero hablando en serio, esa proliferación de representantes causa hilaridad y sorpresa en el Norte y deslegitima a todos. Así se lo confirmaron a este diario dos importantesintegrantes del gabinete y dos diplomáticos de carrera, que desde luego, piden reserva de más datos.
“Ruckauf está apichonado, no quiere aparecer en público. Ya sufrió tres escraches: uno en Madrid, otro en su casa, otro en una cancha de golf en Villa Gesell,” describe una mano derecha del Presidente pero, tras diagnosticar, médica “pero si no se anima a salir o dar la cara, no puede ser canciller”.
Mientras, Carlos Ruckauf volvió a la palestra pública apostrofando jueces y discutiendo sobre seguridad que no es su actual área y –si se mira la provincia de Buenos Aires que él gobernó hasta emprender vuelo a Cancillería– tampoco una materia en la que fue muy exitoso.
Si en Estados Unidos sobreabundan discursos en nombre de Argentina, en España (otro país central por el peso de sus empresas afincadas acá) prima el silencio. La embajada sigue vacante después del fallido, y patético, intento de llevar a Humberto Roggero. Moroso en una decisión esencial el gobierno baraja algunos nombres inadecuados. Entre ellos, el del escritor y embajador Abel Posse, alguien palmariamente inadecuado para un cargo que requiere confianza y cintura políticas y destreza para dialogar con lobbies empresarios.
Hiperkinesis
Algunos pecan de pasivos, otros por inoportuna hiperquinesis. Parte de la tropa propia del gobierno parece obstinada en crearle problemas. Es el caso de Carlos Soria, responsable de la SIDE quien, según reveló Horacio Verbitsky el domingo pasado en este diario, opera desmañada y brutalmente sobre jueces y camaristas. También es, aseguran algunos de sus propios compañeros de gestión, el demiurgo de penosas operaciones políticas y hasta de urdidas manifestaciones en lugares públicos. “Los que asediaron a Singh en el Sheraton son servicios –se indigna un inquilino de la Rosada- llevan banderas en bolsos y simulan ser militantes”. Un papelón, sobre todo si se lo tolera.
Si las movidas de Soria desprestigian al Gobierno, el activismo de algunos dirigentes peronistas deteriora a la coalición oficial. Excitados quizá por las elecciones de 2003, que sólo ellos perciben como inminentes o tan solo como ítem de agenda, algunas figuras provinciales juegan su propio juego, desentendiéndose de su incidencia en tableros más vastos. La ofensiva de Jorge Busti sobre el gobernador Sergio Montiel hace temblar la relación –cuasiedénica hasta ahora– entre el Presidente de los argentinos y el de la UCR, Raúl Alfonsín. Alfonsín ha avalado cualquier programa económico y casi cualquier resultado, pero no parece dispuesto a soportar que le jaqueen a un gobernador así sea uno tan desprestigiado –y en lo interno tan distante de él– como Montiel. Sobre todo cuando percibe que hay movidas semejantes en otra provincia dominada por la UCR, Catamarca, donde Luis Barrionuevo viene lanzando –con la sutileza que le es proverbial– una ofensiva contra el gobernador Oscar Castillo.
Un internismo, no por banal menos feroz, añade vaivenes a la cubierta del “Titanic”.
Arando con tamaños bueyes, Duhalde maquina cambios en su gabinete renegando en su busca de más peso político. Rodolfo Gabrielli, un candidato fija cuando de suponer salidas se trata, mejoró su reputación en estos días en el terreno que mejor pisa: el trato con los gobernadores. También, sudando tinta, consiguió que Diputados aprobara el Pacto Fiscal. Sin embargo, su sillón es codiciado y más de cuatro piensan que él, Soria y Jorge Capitanich están de salida. De hecho, lo vienen pensando y augurando hace un largo mes.
Los frentes de tormenta
Claro que no son los frentes internos los más conflictivos. Duhalde los atiende con constancia y con cierto éxito. Los diputados, al fin y al cabo, aprobaron el Pacto Fiscal y, confían en la Rosada, modificarán la Ley de Quiebras y la de subversión económica como, con humillante minucia, prescribe Singh.
Los gobernadores refunfuñan pero el diálogo subsiste y los comparreligionarios radicales están muy dispuestos a atender razones.
“No es la política lo que nos puede llevar puestos, ni tampoco el conflicto social –analizan cerca de Duhalde–, pero sí somos vulnerables a una disparada del dólar o a la híper”. Y en ese cenagoso terreno, los riesgos siempre crecen. La pulseada con las privatizadas recién empieza y luce bien dura. Varias concesionarias han declarado sospechosos defaults que obviamente presionan al Gobierno. Su descaro es a veces notorio: “Un medidor de agua en el conurbano lo tarifan a 150 pesos”, se encoleriza uno de los negociadores oficiales. Eso sí, hay que pagarlo taca-taca, todo de contado.
No sólo un eventual respingo en las tarifas escuece al gobierno, también hay en juego puestos de trabajo. Dato especialmente sensible en lo atinente al Correo Argentino que emplea a 18.000 trabajadores y está en zona de riesgo desde hace mucho. Sus dueños se hacen fuerte en su carencia y jaquean al oficialismo con la terrorífica carta de que haya más despidos.
Los que no tienen trabajo desde hace rato aún esperan y desesperan. “Mil por hora”, dice una espada de Chiche Duhalde. Mil argentinos por hora llegaron a inscribirse para cobrar el salario ciudadano que, se supone, empezará a pagarse en mayo. Quedan por delante las inscripciones, depurar los padrones, armar un aparato administrativo, comenzar a pagar. Economía quiere desviar fondos que el ala política quiere destinar a ese subsidio. El tironeo recién empieza.
Una semana no menor
El Presidente, cuenta uno de sus amigos, se siente menos lejos de la gente. Duhalde –sigue el relato– gusta caminar por la calle para medir cómo lo ven. En esta semana fue a comprarse zapatos en el centro de Lomas de Zamora y, tal como le ocurre cuando recala en la platea de la cancha de Banfield, no le fue tan mal. La representación política en crisis propone nuevas formas de lectura de la realidad.
¿Qué es ser representativo en el siglo XXI? ¿Qué es la soberanía? ¿Cuáles son los reales márgenes de la política? No es fácil responder esas preguntas primarias.
Nada es fácil en el siglo XXI para el Gobierno ni para los argentinos. La semana que acaba de terminar, con la destitución de Hugo Chávez en Venezuela y la lección del maestro indio en un ministerio local sugiere que el poder, acá en el sur, es apenas una velita azotada por cien vientos huracanados.