EL PAíS
Bullrich sumó al ex sushi Andrés Delich a su proyecto presidencial
El ex ministro de Educación ha comenzado a operar para facilitarle contactos políticos y empresarios a su vieja compañera de gabinete. El joven “franjista” sólo se entusiasmaría con una alternativa radical si la encabezara otro sushi, Hernán Lombardo. Mientras, tributa a la ex JP.
› Por Nora Veiras
Patricia Bullrich se anticipó a lanzar su candidatura presidencial y para eso creó “un movimiento”. Apuesta a la “transversalidad”, es decir, a ir recogiendo a los decepcionados de los distintos partidos para crear algo distinto. Eso sí, del centro a la derecha. Para ir recorriendo ese camino, encontró el apoyo de un ex compañero del gabinete aliancista: Andrés Delich. El ex ministro de Educación se sigue reivindicando como radical, dice que no está decidido a abandonar el partido, pero mientras espera, sin demasiada expectativa, que los boinas blancas intenten algo distinto le abre caminos a Bullrich. Su lazo a la UCR sólo está atado por el deseo de que otro ex sushi, Hernán Lombardi, se decida a instalarse en el escenario porteño.
“Es honesta, eficaz y no responde a las corporaciones”, repiten cerca de Delich al describir los atributos de esa mujer que tuvo la astucia de elegir como enemigo a los burócratas sindicales y, sobre todo, de alejarse del gabinete de Fernando de la Rúa apenas un mes y seis días antes de su renuncia. La generalidad de las definiciones sobre las virtudes de Bullrich pone en evidencia las dificultades para encontrar diferencias sustanciales en términos económicos. Ella misma reconoce su disposición a dialogar con Ricardo López Murphy, Mauricio Macri y, por supuesto, Carlos “Lole” Reutemann, el peronista bendecido hasta ahora por el establishment.
Delich afianzó su relación con Bullrich en el gabinete y siguió una vez que la ex militante de la Juventud Peronista dejó el gobierno ante la imposibilidad de desarrollar su política social. Ambos aplaudieron, en su momento, el desembarco de Domingo Cavallo en el gobierno aliancista. Ella criticó en público a De la Rúa por su falta de liderazgo mientras el ex militante universitario prefiere el silencio, consciente del largo tiempo que tendrá que pasar hasta que un ex ministro de ese gobierno pueda levantar la cabeza.
Bullrich quiere engordar su partido Ahora Argentina formando redes en todo el país. “Si uno no supiera de su historia, hasta es ingenua la forma en que se está moviendo”, repiten algunos ex sushi. “Nosotros somos más de estructura, de partido, mientras que ella tiene esa cosa avasallante de que todos vayan detrás de su carisma”, analizan. Por eso están dispuestos, y lo hacen, a facilitarle “contactos” en las distintas provincias. “Quiere crear algo nuevo y dice que así lo hizo Perón, pero es evidente que esta no es la Argentina del ‘45, que ella no es Perón y que, además, él usó la estructura de los conservadores en la provincia de Buenos Aires para poder consolidarse”, analizan.
Los radicales ajenos al acuerdo de su partido con el peronismo bonaerense –la llave que le abrió la puerta de la Rosada a Eduardo Duhalde– todavía no superan el estado de shock por la frustración del gobierno aliancista. Dicen que no están dispuestos a que la disputa en la Ciudad de Buenos Aires se limite a la histórica puja entre Coti Nosiglia y Jesús Rodríguez para “maquillar” a Rodolfo Terragno cuando llegan las elecciones porque es el único presentable. Menos aún a que la UCR se acople al peronismo en una fórmula única para el 2003. En ese desierto no ven que aflore la autocrítica y menos aún nuevos liderazgos. Lo difícil es comprender cómo pueden vislumbrar como algo distinto a Bullrich. Una mujer a la que nadie, eso sí, le puede criticar disposición para el cambio: pasó por la JP, la Unión por Todos-MID, el belizismo, el cavallismo y desembarcó en la Alianza de la mano de Carlos “Cacho” Alvarez, y al gabinete delarruista de la del ultraliberal banquero amigo del ex presidente, Fernando de Santibañes.
Entre los jóvenes que rodearon a De la Rúa explican que el hasta hace pocos días radical López Murphy representa lisa y llanamente a la derecha y decidió posicionarse como el “antiduhalde”. A Macri lo definen como un “tecnócrata bastante chanta”. A Elisa “Lilita” Carrió, quien sigue siendo afiliada radical, la definen como “profética” y desconfían de la posibilidad de su entorno para generar una alternativa. En rigor, estánconvencidos de que el hegemonismo de Estados Unidos deja poco margen para cualquier intento diferenciador. A partir de esa convicción toda la disputa política parece agotarse en cómo hacer un poco más tolerable la exclusión social.
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