EL PAíS
Cavallo se acomoda en Campo de Mayo como para pasar mucho tiempo
El ex ministro se encuentra más cómodo que en el Escuadrón Buenos Aires.Ayer los fueron a visitar, además de Sonia, Caro Figueroa, Castañón y su abogado, Eduardo Oderigo. Su hijo Eduardo calificó su encarcelamiento como “una patraña política” y culpó al Gobierno.
› Por José Natanson
Aparece sonriendo, en el medio de dos docenas de jóvenes cavallistas, esos chicos tan formales de pantalón, camisa y zapatos estilo náutico. Es una foto linda, que recuerda momentos más felices y que, prolijamente enmarcada, adorna la nueva celda de Domingo Cavallo. Desde ayer, el creador del corralito descansa en Campo de Mayo, convencido de que allí pasará mucho tiempo más.
Primero fue la Gendarmería, que pidió el traslado con el argumento de que con la sucesión de visitas el personal no daba abasto. Sin embargo, el juez Julio Speroni decidió posponer unos días el traslado, hasta que dictó el procesamiento y la prisión preventiva del ex ministro por la venta ilegal de armas.
Una vez aclarada la situación procesal, los abogados de Cavallo se sumaron para reclamar el cambio de prisión a Campo de Mayo, que tiene una serie de ventajas para un encierro largo.
Ubicada en el centro del cuartel de Gendarmería, la prisión es un pabellón largo, en la planta baja del edificio principal. Para ingresar hay que atravesar el cerco y andar un largo trecho, y la relativa privacidad es la gran ventaja del lugar.
En principio, el aislamiento le permitirá a Cavallo recibir algunas visitas que se negaban a enfrentar la guardia de movileros y fotógrafos que custodiaba su reclusión en el Escuadrón Buenos Aires. “Algunos empresarios y diplomáticos extranjeros tenían ganas de verlo, pero no se animaban. Además, ahora está a salvo de los escraches”, explicaba ayer a Página/12 un dirigente cavallista, recordando la protesta organizada la semana pasada por Izquierda Unida.
Por otro lado, la cárcel de Campo de Mayo está enclavada en un entorno más agradable, con muchos árboles y un espacio más grande para salir a caminar por la mañana, una costumbre que Cavallo solía practicar en los bosques de Palermo antes de que la furia ciudadana lo obligara a abandonarla. Tiene también una cancha de tenis: la misma que usaba Emir Yoma hasta que Jorge Urso, enojado por las libertades del ex cuñado presidencial, endureció sus condiciones de detención.
“Esto está mucho mejor”, comentó Sonia apenas ingresó ayer a Campo de Mayo, adonde también se acercaron los dirigentes Armando Caro Figueroa y Alfredo Castañón y el abogado Eduardo Oderigo.
De buen ánimo, luego de la primera noche en su nueva celda, Cavallo los recibió con café recién preparado y analizó con ellos algunos detalles de la causa. “Cree que todo esto es absurdo, pero que va a estar bastante tiempo más encerrado por razones políticas”, resumían cerca del ex ministro.
Las presiones del Gobierno sobre los jueces reveladas por Página/12 son el eje de su argumentación político. “Sale una denuncia del pibe éste, (Horacio) Verbitsky, que no puede ser acusado de ser amigo de Cavallo, sobre la existencia de una reunión de este individuo (el jefe de la SIDE, Carlos) Soria, con los jueces federales, donde les pide bajo amenaza de ponerlos en comisión que lo metan preso”, fue la frase que eligió Eduardo Cavallo, uno de los hijos del ex ministro, para comentar la decisión de Speroni. “Esto es una patraña política, una arbitrariedad que no se va a poder sostener en el tiempo”, agregó.
De cualquier modo, Cavallo cree que la clave de todo el asunto es la paciencia. Está contento con su nuevo hogar, aunque ayer decía a sus familiares que no es todo lo que esperaba. Las celdas, por ejemplo, son apenas más grandes que las del Escuadrón Buenos Aires. Además, descubrió que –a diferencia de la cárcel anterior, donde podía charlar con su ex compañero de Gabinete Enrique Mathov, o con su antiguo amigo, Aldo Dadone- tiene mucho menos en común sus dos nuevos compañeros de encierro: el ex jefe de la Policía Federal Rubén Santos y el ex represor Jorge “El Tigre” Acosta. Desde luego, a veces se deprime. Sin embargo, Cavallo está convencido de que lo mejor es encarar la reclusión con la cabeza fría: quizá por eso ayer no se enojó como en los viejos tiempos cuando, después de probar toda la mañana, fracasó en su intento por conectar su notebook a Internet. “Ya voy poder”, le dijo a un colaborador que lo miraba luchar en vano con la conexión.