Mar 17.08.2004

EL PAíS

“No hubo ningún fraude, Chávez ganó claramente”

Así lo afirma el consultor Enrique Zuleta Puceiro, que hizo encuestas de boca de urna en la consulta. Considera que el sistema utilizado minimiza el clientelismo. Las razones del retraso.

› Por Raúl Kollmann

“El sistema electoral aplicado en la consulta de Venezuela fue un extraordinario avance en varios sentidos. Que el votante tuviera que pasar por una máquina de reconocimiento de huellas dactilares que vía satélite chequeaba la identidad y que no hubiera doble voto constituye una forma de eliminar los padrones inflados, gran parte del clientelismo, el documento mellizo y tantas otras formas fraudulentas. No por el sistema sino por la organización, el sistema tuvo inconvenientes que produjeron un atraso en el tiempo de votación increíble. Pero, insisto, eso tuvo que ver con la administración no con el sistema.”
El diagnóstico pertenece a Enrique Zuleta Puceiro, titular de la consultora argentina Opinión Pública, Servicios y Mercados (OPSM), quien desde Caracas analizó el sistema electoral –es uno de lo más conocidos expertos del país– y reflexionó también sobre la encuesta de boca de urna que realizó su empresa en la elección del domingo. Su consultora participó de los últimos siete comicios efectuados en Venezuela.
–Sin duda, uno de los imprevistos más notorios fue la cantidad de gente que fue a votar, sobre todo en los barrios más pobres. Eso hizo que la organización funcionara mal. Por ejemplo, la máquina israelí que identificaba las huellas digitales tardaba aproximadamente un minuto y 15 segundos en hacer su labor. Si se toma en cuenta que había mesas con un padrón de 800 votantes, el cálculo es muy sencillo, más de diez horas. Eso llevó a que la gente no pudiera votar y entonces se produjo la demora más grande de América latina en los últimos veinte años.
–Después de verificar las huellas se votó. ¿Ese sistema funcionó bien?
–Esto también significó un gran avance. Era una especie de cajero automático, con el sistema touch-screen (tocando la pantalla se preparaba el voto). Se trataba de una elección muy sencilla, sólo estaban las opciones por sí, no o no voto, de manera que no había mucho para elegir. Después de tocar en la pantalla la opción deseada, la máquina emitía un ticket que el mismo votante metía en una urna que estaba al lado. Esto permite que, si hay una duda, se pueda comprobar el voto en papel.
–¿Cómo se complicaron las cosas?
–Al haber lugares donde se formaban enormes colas, se empezó a permitir a la gente votar antes de hacer el chequeo con la huella digital. Eso agilizó mucho las cosas y al votante se le puso una tinta en el meñique mientras esperaba para verificar su huella digital. Hay que tener en cuenta que, según nuestra encuesta de boca de urna, por la mañana votaban 350.000 personas por hora y a la tarde, de golpe, apareció el doble de gente: 700.000. Eso provocó un cuello de botella infernal.
–¿Hubo denuncias concretas contra el sistema?
–La oposición, en 10 millones de votos, presentó 50 denuncias a jefes de mesa. Se trataba, por ejemplo, de que apretando el Sí en la pantalla, igual salía No o viceversa. Fueron problemas muy, pero muy menores.
–Usted hizo una encuesta de boca de urna. ¿Por qué le dio que Chávez ganó por el 6 por ciento cuando la diferencia fue mucho más amplia?
–Terminamos nuestra encuesta a las 20.30 y la elección siguió siete horas más. En general los barrios que faltaban votar eran los más pobres y, además, considero que el chavismo y la oposición se volcaron muchísimo sobre las colas, con galletas, helados, agua y toda una serie de cosas que virtualmente desaparecieron del mercado. Pero allí, por tamaño del aparato, y porque se trataba de sectores más pobres, se impuso el chavismo, y eso es lo que explica el resultado más amplio.
–La oposición habla de fraude...
–No, de ninguna manera hubo fraude. Chávez ganó claramente. Nuestras encuestas de boca de urna y las encuestas de los días previos indicaban que Chávez tenía ventaja. Después se produjo este hecho inédito de que se votara hasta el día siguiente.
–Lo dice con aire crítico.
–Es verdad, soy crítico de que la elección se haya extendido tanto. Tiene que ver con una postura que vengo sosteniendo en la Argentina desde hace años: las elecciones no pueden ser manejadas por el Gobierno. No puede ser que un ministro o un presidente decidan que se vota diez horas más. Por ello yo sostengo que el órgano de manejo de una elección debería ser exclusivamente judicial o un comité de notables independientes. Si la elección está programada para concluir a las 18, es un criterio de igualdad que concluya a las 18.
–Pero eso significaba dejar afuera a millones de personas que estaban haciendo cola. Es antidemocrático.
–Yo mantengo mi criterio. Las reglas del juego deben mantenerse. Aun así, creo que lo que ocurrió en Venezuela expresó lo que he visto en este país en todas las últimas veces que vine: avances asombrosos en educación de la gente más humilde, en salud, pero todo con grandes fallas administrativas, producto de esa especie de caos que se produce cuando hay avances de ese tipo. Hay mucho espontaneísmo, creatividad y al mismo tiempo resistencia de otros sectores, obstáculos, guerra al oficialismo, violencia. No nos olvidemos de que, más allá de todo, hay situaciones de mucho empate en casi todo el país.
–¿Cree que el sistema electoral salió victorioso o sufrió una derrota?
–Creó que salió victorioso, pero hay que mejorar las instituciones de control, que sean independientes y los aparatos no dejan de tener un papel como lo tuvieron en las colas. Ahora bien, debo decir que la oposición venezolana no presentó un documento serio, una objeción fundamentada, una prueba. Se limitó a decir que había fraude y a insultar.

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