Mar 17.08.2004

EL PAíS  › OPINION

Victoria

› Por J. M. Pasquini Durán

La ciudadanía venezolana se hizo cargo de la responsabilidad de decidir sobre su destino y acudió en masa, en colas que tardaron doce horas y más, ya que hubo mesas que cerraron a las tres de la mañana, para votar en la consulta popular, un método incorporado a la democracia de ese país por la Constitución bolivariana que impulsó el propio presidente Hugo Chávez, cuyo futuro se jugó ayer en las urnas. Antes que los resultados, primero hay que destacar con respeto la determinación cívica de los ciudadanos para resolver votando una confrontación que dividió a la sociedad en dos bandos. Tres de cada cuatro abstencionistas en las elecciones presidenciales de 2002 esta vez acudieron a estrenar las máquinas de voto electrónico. Es un escalón superior de cultura democrática, que ojalá hubieran tenido a mano los argentinos en 2001, en lugar del alboroto callejero con treinta muertos, para revocar el mandato de Fernando de la Rúa.
En cuanto al resultado, escrutado el 94 por ciento de las mesas, alivió las expectativas regionales, no sólo venezolanas, desde La Habana hasta Buenos Aires, pasando por Brasilia y otras capitales. Ganó la continuidad del mandato por veinte puntos de diferencia (60 a 40 por cierto del total de votos emitidos) sobre los que pedían la revocatoria, superando con ese porcentaje las más atrevidas predicciones de algunas encuestadoras, que le daban hasta quince puntos de ventaja como máximo. Aunque los voceros de la oposición hoy reclamaban contra un presunto fraude, la semana pasada el titular de la encuestadora Datanálisis, que trabajó para la Coordinadora Democrática, había advertido que crecía la tendencia a favor de Chávez. Si el escrutinio preliminar que anunció la Junta Electoral se confirma, el presidente obtuvo 1,2 millón de votos más (cinco millones en total) que los 3,8 millones que lo eligieron hace dos años, todo enunciado en cifras redondas. En su primera manifestación pública, los observadores internacionales, cuyos voceros fueron César Gaviria, titular de la OEA, y el ex presidente norteamericano Jimmy Carter, avalaron los resultados oficiales y reconocieron que no tenían ningún elemento que pudiera inducirlos a pensar en manipulaciones fraudulentas de la votación o el escrutinio.
Todavía es prematuro, por ausencia de datos confirmados, avanzar en el análisis del comportamiento de los ciudadanos por razones ideológicas, de pertenencia social o nivel económico. La oposición gobierna siete distritos, pero al menos en dos, incluida la capital, Caracas, el No (chavista) se imponía al Sí. Algunas encuestadoras aseguran que el 90 por ciento de las capas más pobres de la población votaron No, mientras que las clases medias partieron sus preferencias por la mitad. Dentro de algunos días podrá verificarse con todo rigor el valor de estas afirmaciones, pero son razonables, ya que la Coordinadora Democrática, con el apoyo de los principales medios masivos de información, la televisión en primer lugar, debió convencer a capas medias para llegar al 40 por ciento, un porcentaje muy superior a las franjas más ricas.
Es más dudosa la influencia que pudieron tener los partidos políticos, sobre todo Acción Democrática y Copey, que se alternaron en el gobierno durante décadas. En los últimos 40 años se esfumaron de Venezuela alrededor de 300 mil millones de dólares de ingresos petroleros, pero quedó el 80 por ciento de la población por debajo de la línea de pobreza y una deuda externa que alcanzó los 27.500 millones de dólares. Este año 2004 cerrará con una impresionante cifra de crecimiento económico, del 12 por ciento del producto bruto interno según Cepal, y una cierta tendencia hacia la equidad distributiva de los ingresos. Será importante el impacto económico en la tasa regional de crecimiento, estimada en 4,5 por ciento según la misma fuente de Naciones Unidas, pero igual o mayor aún será la trascendencia política, en particular para los gobernantes que alientan la integración regional sobre bases de cooperación solidaria y con laautonomía relativa que hoy es posible en la mundialización comercial y financiera. En particular, avala la conducta del presidente Néstor Kirchner, que ha mostrado una amistosa adhesión a su colega venezolano y ha anunciado diversos proyectos bilaterales de producción y comercio.
A pesar de la clara victoria, no es fácil predecir que la oposición, o al menos algunos sectores de ella, se resignarán al veredicto popular. Hay que recordar que aceptaron la consulta después de fracasar en tomar el poder por la fuerza en dos oportunidades, la primera en 2002 y la otra en 2003. Hay una oligarquía cerril, intransigente, que no tiene resignación ante el escrutinio ni está dispuesta a tolerar la democracia si no la puede controlar. Habrá que ver si en ese caso las capas medias que la acompañaron con el voto estarán dispuestas a seguir confrontando por otros medios. Dependerá, también, de la prudencia y temple del mismo Chávez, para que su victoria de ayer sea el punto de partida de una nueva trama de convivencia en pluralidad que supere la fragmentación de estos últimos años. Los procesos de construcción democrática son graduales y lentos, no tienen horas cero ni momentos absolutos, por lo que cada día cuenta de un modo particular. Ayer fue una jornada civil para festejar.

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