Lun 25.10.2004

EL PAíS  › PATRICIA NINE CONTO SU CAUTIVERIO Y EL MOMENTO EN QUE LA LIBERO LA POLICIA

“Fue como ver el sol, como ver a Dios”

Antes de la marcha y la misa de agradecimiento, Patricia Nine brindó una conferencia de prensa en su casa. Reveló que mientras estaba cautiva tenía “terror” de que entrara la policía. Pero que ahora volvió a creer en ella. Le dieron tres diarios y le dejaban escuchar la radio a veces. Por eso tenía una “leve” noción de lo que ocurría afuera.

A las 17.09, los Nine se sentaron a lo largo de una mesa en la casa de Paso del Rey. Patricia llevaba un rosario sobre su remera blanca. Durante cuarenta minutos respondió una a una las preguntas que le fueron haciendo los medios reunidos en una improvisada conferencia de prensa. Muchos la habían acompañado durante los 25 días de encierro, cuando cada tanto lograba escuchar las noticias en una radio. Los que la custodiaban le compraron tres diarios, uno por fin de semana. Escuchaba música y comenzó a aprenderse las letras de las canciones para resistir la sucesión de los días. Habló del suboficial Ricardo Aquino: “Fue como ver el sol, como ver a Dios”. Y habló de la policía: “Hoy –dijo– volví a creer en la institución”.
Los Nine abrieron las puertas de la casa antes de sumarse a la procesión que salió más tarde hacia la basílica del centro de Moreno. Religiosos, católicos, esta vez fue Patricia la que encabezó la marcha de la familia y sus vecinos. Caminaron tres kilómetros completos como un gesto de agradecimiento por la liberación (ver aparte). En la larga conferencia de prensa, ella no se olvidó de nada. Con cautela y hondura recreó los días, las sensaciones y lo que le fue sucediendo durante el secuestro.
“No somos gente de estar en los medios –arrancó–, así que nos cuesta mucho estar hablando desde acá, vamos a contestar lo que podamos contestar.” Y empezó.
–Con el correr de los días, ¿percibió si los secuestradores sabían que estaban cercados por la policía y que iba a ser liberada?
–No, lo único que sabía era muy poco, no tenía contacto casi con ellos. No percibía nada de lo que estaba pasando afuera. No percibía nada de lo que pasaba fuera.
–Se dijo que tuvo síndrome de Estocolmo, que tenía cierta afinidad con sus captores.
–Tuve afinidad con la única persona que traté, que fue la que me cuidó durante los 25 días y la única afinidad fue un trato humano: me respetó sobre todas las cosas, y se lo agradecí todos los días.
–¿Cómo fue el momento en que la policía entró al lugar?
–Me di cuenta por los tiros. Lo único que recuerdo de esos segundos fue la entrada del policía Aquino, que para mí fue el sol. Realmente no sabía qué desenlace podía llegar a tener todo y para mí fue como ver a Dios, porque era el único que me podía salvar. Estaba aterrada. Pero verlo a él fue como verlo a Dios.
–¿Cómo se sintió después de la liberación? ¿Tiene que agradecer algo?
–Bueno... no me esperaba la liberación el sábado. La viví como un sueño porque ayer a la noche seguía mirando el techo de mi casa y no quise cerrar los ojos pensando que me iba a despertar otra vez en esa pieza. Entonces la viví como un sueño, fueron segundos. Y agradezco profundamente el trabajo que hicieron estos policías. Profundamente el hecho de poner el cuerpo, de protegerme.
–¿Cómo fue el régimen de cautiverio?
–No puedo contar mucho. Lo que puedo decir es que en general me trataron bien. Me cuidaron... dentro de todo. Yo me descompensaba y ellos se preocupaban. Cuidaban mi alimentación y mi estado psíquico en todo momento. Como dije antes, se lo agradecí porque los primeros días fueron terribles, pero después fue como que me acostumbré a estar con ellos: me cuidaron.
–¿Cómo era el hábitat? ¿Cambió de lugar?
–Yo siempre estuve en un mismo lugar.
–¿Cómo era?
–No puedo decirlo.
–¿Estaba encadenada?
–Atada a una cama.
–Durante el cautiverio, ¿escuchó radio? ¿Qué podía saber desde adentro?
–Me compraron tres diarios en total: uno al principio, uno por fin de semana. Tenía información, me dejaban la radio que tenían. Sintonizaba dos tipos de radio: una de música, me dejaban permanentemente ésa los primeros días. Después yo pedía las noticias. Y en algunos momentos me dejaban escuchar las noticias. Entonces tenía una leve noción de las cosas que se estaban haciendo afuera, pero no la magnitud.
–¿En qué cosas pensaba más? ¿En cosas buenas o pesimistas?
–Al principio pensaba en mi familia, después me di cuenta de que me hacía mal. Que tenía que sacar fuerzas para estar bien porque no podía hacer más nada por los de afuera. Pensaba por mí y empecé a no pensar en mi familia. Empecé a pensar en esas noticias, en aprenderme la letra de las canciones de la radio, en rezar, recé muchas novenas y en eso encontraba fuerza. Tuve que ir buscándole la vuelta como para poder llegar entera porque sabía de antemano que era un secuestro largo y tenía que sobrevivir. Quería sobrevivir para poder irme de ahí, y los últimos días con la esperanza de que el próximo fuese el último. Soñaba con mi liberación.
–¿Cómo fue el primer día, cuando la secuestraron?
–Terrible, con todo lo que significa la palabra porque la incertidumbre desde que me sacaron del auto hasta que llegué allá sin saber cómo iban a ser mis mediodías, mis tardes, mis noches. Fue terrible.
–En el Día de la Madre se especuló con su liberación. ¿Cómo la pasó ese día?
–Tratando de olvidarme de que era el Día de la Madre. De que yo era madre. Que el Día de la Madre iba a ser el primer día que saliera de ahí. Me traté de olvidar de que era una fecha especial, no podía desconocer que yo era madre, pero no lo podía festejar con mis hijas. Después supe que acá tampoco lo festejaron. Lo festejamos hoy.
–Debe suponer que después del operativo se abrió un debate sobre si la policía debe actuar o no antes de la liberación.
–Yo antes dudaba de la policía. Hasta tenía terror, me llenaba la cabeza en contra de la policía, pero hoy le doy las gracias y reivindico a la policía y voy a creer en la institución porque es la que me salvó. No sé cómo iban a seguir mis días, así que hoy le doy las gracias a cada uno de los que hicieron posible que ayer me liberaran. Vuelvo a creer en la institución. No sé cómo estaba la investigación, ni qué hacían o si estaban seguros o no. Pero para mí verlo a Aquino entrar ahí adentro fue... el sol, y vuelvo a creer en la institución.
–¿Esperaba el pago o que la policía la rescate?
–Por todo lo que me decían y me asustaron, soñaba con irme con la venda en los ojos. Que me suban al auto y que me dejen cerca de una estación de servicio para llamar a mi gente. No esperaba el rescate de la policía, le tenía pánico. Pánico. Esperaba irme, no quería ver una sola cara más.
–¿Sabía que se estaban comunicando con su familia?
–No. Son muy vagos los datos que tengo, no me decían nada, y si me decían no sé si eran mentiras o no. Quería confiar al principio, pero después no les creía. A veces escuchaba las radios. Después, el jueves me esperancé por algo que se dijo en la radio, pero ya después no creía ni en la radio ni en ellos. Creía en mi familia, nada más, y esperaba y soñaba todas las noches con ese día en que me iba a poner mi ropa e iba a salir de ahí adentro.
–¿Por qué la ropa?
–Ellos me prestaron una ropa para que yo me pudiera cambiar porque estaba con un jean y dormía vestida. Me prestaron un short y una remera, que fue con lo que salí ayer. Yo tenía mi ropa al pie de la cama lista, me la había lavado para salir el día que me liberaran.
–Durante todo el cautiverio, ¿creyó en las instituciones policiales?
–No... Tenía terror de que entre la policía. Tenía terror. Cambió el final, pero tenía terror. Por la información que tenía de la radio, la poca que tenía, era como que no se estaba haciendo mucho. No tenía información completa, pero hoy la reivindico, me retracto. Creo en la policía.
–¿Cuáles fueron los peores momentos? ¿Tenía noción del tiempo?
–Me dejaron mi reloj. Y tuve caídas a la mañana, tuve un día que casi no me levanto. Tuve días en que no me levantaba. Otros días no podía dormir, fueron feos en todo momento porque los pensamientos funcionan en todo momento. No hubo momentos más calmos que me llevaban a tranquilizarme y a estar más estable en cuanto a mi presión o en cuanto a mis pulsaciones, que ahí me di cuenta de que las tenía. Tuve problemas y ahí me di cuenta de lo que era descompensarme.
–Existe una discusión sobre cómo tiene que actuar la policía. Nuevamente su opinión.
–Yo a partir de ahora lo que creo es que si la policía actuó de esta manera para poder rescatarme puede hacer prevención para que no le pase lo mismo a otro.
Hacia el final, se levantó para abrazar a Juan Carlos Blumberg.

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