Jue 02.12.2004

EL PAíS  › OPINION

Un proyecto de sociedad

Por Claudio Lozano *

El sábado pasado militantes populares de distintos ámbitos (sociales, sindicales, culturales, eclesiales, partidarios y empresariales) se dieron cita en Rosario con el objeto de poner en marcha una discusión política en toda la Argentina, en torno de una cuestión que consideramos estratégica: qué experiencia política debemos impulsar para estar en condiciones de garantizar relaciones de mayor justicia al interior de nuestra sociedad.
Llegamos a este debate con el aprendizaje que otorga la historia reciente y con algunas convicciones que parece conveniente poner en común. En primer término, resulta imperioso hacer consciente que hace 10 años que en nuestro país entre el 40 y el 57 por ciento de nuestra población se encuentra en situación de pobreza. Hace 10 años, también, que se observa un proceso de infantilización de dicho flagelo (el 60 por ciento de nuestros pibes son pobres) y que se afirma el vaciamiento de nuestros recursos naturales (petróleo, gas, recursos mineros, ictícolas, devastación del suelo y de la diversidad agropecuaria).
Señalar que esto ocurre hace 10 años implica asumir que el problema político de la Argentina no radica en cómo reemplazar un gobierno sino que remite a cómo desmontar el régimen instaurado por la experiencia neoliberal y conservadora. Esta impone condiciones de depredación sobre nuestros recursos naturales y sobre el futuro mismo de nuestra población (nuestros hijos), que lejos de promover un proceso de crecimiento que a futuro derramara virtuosamente los beneficios sobre el conjunto de la sociedad, propone un tránsito traumático hacia la trampa de la pobreza.
Desmontar este régimen supone niveles de convicción, propuesta, decisión, organización y acción colectiva de la sociedad cuestionando las injusticias vigentes, que ponen en cuestión la situación actual que atraviesan las organizaciones y experiencias populares. Este es, en principio, el punto central del cual hacerse cargo.
A su vez, la historia reciente nos permite afirmar, también, dos cosas. Por un lado, las experiencias del sistema político tradicional no sólo no han sabido defender los intereses del conjunto de la sociedad, sino que se han transformado, en gran medida, en expresiones que han legitimado el sistema de dominación.
Por otro, bajo el discurso de una nueva práctica política se gestaron estrategias fundadas en liderazgos mediáticos sin anclaje social alguno, que terminaron en profundas frustraciones o en abierta funcionalidad con las estrategias del poder dominante.
Se trata por lo tanto de parir algo nuevo. Una experiencia que permita confluir en torno de un proyecto de sociedad y no detrás de una candidatura; que sea capaz de promover en su integralidad la práctica política sin absurdas fisuras y contradicciones entre las estrategias de organización de la sociedad y las prácticas de intervención en el campo institucional.
Es hora de asumir y dar cabida a una estrategia de construcción política capaz de organizar la demanda social y plasmarla institucionalmente, en dirección a modificar los distintos aspectos de la dominación vigente. Una experiencia política que sea capaz de dirimir sus acciones, sus diferencias y sus conflictos de representación no por la vía del dedo mágico de alguna referencia carismática, sino por la apelación permanente al ejercicio de la soberanía popular.
En suma, una experiencia política que sea capaz de entender que no va a ser por la vía exclusiva de la acumulación de buenos representantes que podremos replantear las situaciones de injusticia que hoy definen a nuestra sociedad. Estas representaciones sólo podrán intervenir con eficacia en tanto sean parte de una lógica política que haga de los representados, y su intervención sistemática, la clave de una nueva experiencia social.
No habrá mejor sociedad que aquella en la cual sea la misma sociedad la que defina sus rasgos principales. En este sentido, y a diferencia de otras veces, en Rosario no se oficializó una junta promotora, no se definió un programa ni se instaló una candidatura. El respeto a la soberanía popular tuvo carácter fundante. Se asumió el compromiso y la voluntad política de recorrer el país con el objeto de discutir qué país queremos y qué experiencia política debemos promover para llevarlo adelante. Desde esta práctica concreta, confluiremos el 16 de abril en el Encuentro Nacional por la Soberanía Popular.

* Diputado nacional de la CTA.

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