Jue 02.12.2004

EL PAíS  › EL GOBIERNO DISCUTE COMO CANCELAR LA
DEUDA CON EL ORGANISMO EN LOS PROXIMOS AÑOS

Se abre el debate de qué hacer con el FMI

El titular del Banco Central, Martín Redrado, confirmó que no habrá, por ahora, ningún proyecto que flexibilice el tope de financiamiento que la entidad puede conceder al Tesoro. Esta era una idea de Lavagna, para continuar pagando al FMI con las reservas del Central en los primeros meses del 2005. Un día cargado de versiones y rumores.

› Por Maximiliano Montenegro

“No es necesario ni oportuno modificar ningún artículo de la Carta Orgánica” del Banco Central, afirmó ayer, ante una comisión del Senado, el titular de la entidad, Martín Redrado. En los últimos días trascendió que Roberto Lavagna pretendía flexibilizar el límite fijado por ley al financiamiento concedido por el Central al Tesoro –el cual quedaría colmado en enero– y así continuar echando mano a las reservas para pagar los vencimientos con el Fondo Monetario durante el primer cuatrimestre del año próximo. “Mi información dice que no hay ningún proyecto al respecto en el Poder Ejecutivo”, agregó. Minutos antes, Redrado se había reunido con el presidente Kirchner. En Gobierno, en Economía y hasta en el Central se apresuraron a desmentir una interna entre Lavagna y Redrado, cuya definición dejaba notablemente debilitado al primero. Más aún, atribuían los rumores sobre una eventual renuncia del ministro, que circularon con fuerza durante la tarde, a una operación urdida por los acreedores. Debajo de la polvareda que levantó el choque, el Gobierno discute cómo replantear toda la relación con el FMI. A Kirchner lo desvela encontrar una fórmula para cancelar, en un plazo no muy lejano, la deuda con el FMI y desprenderse del pesado collar del organismo. Redrado se muestra predispuesto a flexibilizar las normas que sean necesarias una vez definido dicho programa.
Una interpretación lineal diría que Lavagna sufrió ayer la primera derrota ante un presidente del Central en mucho tiempo, tras contribuir al despido de tres –Mario Blejer, Aldo Pignanelli y Alfonso Prat Gay– durante su gestión. Pero además, éste sería el cuarto tropiezo consecutivo del ministro, después de haber quedado al margen de las negociaciones con China y del último aumento de jubilaciones, y de haber tenido que postergar a último momento el lanzamiento del canje de deuda. Ese cocktail, sumado a una reunión agendada entre Kirchner y Duhalde por temas del Mercosur, dio vida a la versión de que Lavagna había presentado su renuncia (ver aparte).
Sin embargo, los involucrados buscaron cerrar filas y bajarle el tono a la “diferencia de criterios”. “El Ministerio de Economía no tiene, ni tuvo, ningún proyecto de reforma de la Carta Orgánica”, declaró el vocero de Economía, Armando Torres. Como gesto de buena voluntad, el secretario de Financiamiento, Guillermo Nielsen, se corrió el mismo martes por la noche hasta el Banco Central, para tranquilizar al titular de la entidad. Redrado, por su parte, trasmitió que “por respeto y por afecto al ministro” jamás abriría una interna con Lavagna. “Hay sí una buena discusión intelectual sobre cómo encarar los pagos al Fondo Monetario”, corregía ante los funcionarios y legisladores que llamaron para consultarlo.
Ante sus colaboradores, no obstante, reconoció que Lavagna le había solicitado hace un mes que analizara una “interpretación laxa” del artículo 20 de la Carta Orgánica, que establece el tope de préstamos que –emisión de pesos mediante– está autorizado a conceder el Banco Central al Tesoro. Ese techo –unos 13.600 millones de pesos– sería alcanzado a fin de año. Con los préstamos otorgados por el Central –llamados “adelantos transitorios”– el Tesoro compra divisas de las reservas de la autoridad monetaria para pagar al Fondo, mientras preserva el superávit fiscal, con la expectativa de volcarlo en el futuro a inversión o gasto doméstico (por ejemplo, nuevos aumentos a jubilados, de planes sociales u obras públicas).
Después de consultar con los abogados, Redrado le respondió al ministro que era “imposible”. Y le sugirió que si el problema era cancelar los vencimientos con los organismos internacionales durante el primer cuatrimestre de 2005 (unos 2100 millones de dólares), lo mejor era recurrir al superávit fiscal que el Tesoro depositó en el Banco Nación: unos 1800 millones de dólares, por todo concepto. Otra alternativa quehabría barajado sería utilizar el excedente de recursos de los gobiernos provinciales en el sistema financiero (unos 11.000 millones de pesos). Ante el ala política, en tanto, Redrado habría explicado en todo momento que no compraba el argumento ortodoxo de la independencia del Banco Central. “No estamos en Suiza. La institución no es una isla. No me pongo en la posición ortodoxa de la independencia en el medio de la miseria. Pero no podemos manotear las reservas sin saber a dónde vamos”, habría sido el mensaje.
Ayer, al presentar el plan monetario para el 2005, ante la Comisión de Presupuesto y Hacienda del Senado, dejó en claro que el “objetivo prioritario” de su gestión era “consolidar la estabilidad de precios”, convencido de que en un país con la historia de expectativas inflacionarias de Argentina “la mejor contribución a mejorar la distribución del ingreso es que haya un peso estable a largo plazo”. Dentro de esta estrategia, el Central debería seguir recomponiendo su posición de reservas en divisas (su activo), que respaldan el circulante de pesos en la economía.
Igualmente, su disertación en el Congreso, repleta de pronósticos optimistas (ver aparte), presupone, en sintonía con Lavagna, la reestructuración exitosa de la deuda en default durante el primer semestre del año. Además, contiene una proyección que en Balcarce 50 miran con cariño: según sus cálculos, “antes del 2007, el índice de desocupación será de 1 dígito”.
Antes de presentarse ante los senadores, Redrado se acercó hasta la oficina del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y en ese ámbito mantuvo una breve charla con el presidente. Según versiones coincidentes, no se detuvieron en el cortocircuito con Lavagna, al que todos acordaron bajarle los decibeles, pero sí hablaron de cómo encarar en el futuro la negociación con el Fondo.
El presidente imagina una salida ordenada del organismo, una vez diseñado un programa de cancelación de la deuda. Redrado manifestó su voluntad de colaborar si, en ese contexto, fuese necesario en el futuro enviar un proyecto de ley al Congreso para flexibilizar el artículo 20 de la Carta Orgánica.
Curiosamente, un asesor habitual de los funcionarios del FMI mostraba ayer más cercano a la posición de Lavagna. “Me parece absolutamente razonable usar reservas para pagar al Fondo. Desde el punto de vista legal, el BCRA es el deudor del Fondo”, comentó a este diario. Y explicó que la deuda contraída por Argentina con el Fondo resulta demasiado onerosa: en promedio un 7 por ciento en dólares, una tasa que después de la renegociación de la deuda será la más cara que pague el Estado argentino.
Esa visión expresa, en parte, la posición del Fondo Monetario: cobrar, como sea, y cuanto antes la deuda argentina.

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