Lun 06.12.2004

EL PAíS  › LAS BOMBAS EN LOS TRES CAJEROS

Sin pistas en el caso

Hay pocas chances de identificar a quienes pusieron las bombas en los cajeros automáticos de tres bancos hace dos semanas. Disconformidad con los investigadores policiales.

› Por Raúl Kollmann

A más de dos semanas de la explosión de las bombas puestas en cajeros automáticos de tres bancos, las esperanzas de detectar a los culpables son escasas. Pese a que la investigación es de envergadura por la muerte de un vigilador privado, los cuatro individuos que pusieron las bombas serán difíciles de ubicar debido a una serie de factores: las imágenes de las cámaras de seguridad son borrosas, la única huella digital que se rescató no tuvo hasta ahora utilidad investigativa y ni los testigos ni las cámaras de empresas de los alrededores aportaron elementos que puedan orientar la pesquisa. De todas maneras, la investigación confirmó datos novedosos sobre la forma en la que actuó el grupo y algunos encuadres de importancia respecto de la muerte del vigilador.
Como es obvio, hasta ahora no está identificado el grupo que perpetró los ataques: “Si uno ve las imágenes, cualquiera diría que son personas extraídas de una marcha de izquierda, pero está claro que, si fue un grupo de derecha, por supuesto sabía la existencia de las cámaras y se hubiera hecho pasar por gente de izquierda. Por eso, si no tenemos los autores materiales, es imposible señalar hacia ningún lado”, le dijo a este diario uno de los investigadores. A partir de la labor del juez Daniel Rafecas y el fiscal Gerardo Pollicita, hay algunas cosas que están claras:

- El grupo que puso las bombas es de al menos cuatro personas. En cada uno de los tres cajeros entró una persona distinta y dejó el artefacto explosivo. Por la ubicación de una de las cámaras, se ve hacia afuera del cajero y por ello se pudo precisar que una mujer estaba de campana. Viendo los videos más en detalle, también se percibe un auto, aunque no se puede apreciar la patente. Eso lleva a pensar que efectivamente había otros integrantes del grupo al volante de vehículos. La estimación total es que actuaron entre seis y nueve personas.

- Los artefactos se colocaron alrededor de la una de la mañana, con pocos minutos de diferencia. El de Rivadavia al 4900 queda a considerable distancia de los dos ubicados en Santa Fe, de manera que no sólo se ve que quien entra al cajero es una persona distinta sino que, además, no hubo tiempo para que hayan actuado las mismas personas en los dos lugares.

- Los artefactos son todos idénticos, hechos por la misma persona. Es más, como adelantó Página/12 en exclusiva, el grupo que los colocó es el mismo que actuó el 1º de septiembre en otro banco, Patagonia-Sudameris, de la avenida Cabildo. Aquella vez la explosión se produjo de madrugada, no hubo muertos ni heridos, y estaba Rodrigo Rato en la Argentina. El 16 de noviembre, cuando colocaron los últimos tres explosivos, visitaban el país el presidente de China y los reyes de España.

- El mecanismo fue el explicado en su momento por este diario: una jeringa dejando gotear ácido sobre una membrana. Cuando el ácido perfora ese obstáculo, uniéndose a la pólvora, provoca el estallido. Ocurrió que los artefactos no explotaron por el mecanismo previsto sino únicamente cuando alguien los tomó en las manos.
Un aspecto de importancia es que, de encontrarse a quienes pusieron los artefactos, serán imputados por homicidio. “Tenemos dudas sobre la intención que tuvieron –analizó uno de los investigadores del caso–. Por un lado, en el caso anterior de la avenida Cabildo el objetivo fue que explotara de noche, pero esta vez no hubo estallido. Si la idea no era matar o herir, al ver que las explosiones no se producían, hubieran llamado por teléfono en forma anónima advirtiendo de la existencia de los explosivos. Por eso, si se los logra detener, es evidente que van a ser acusados por el homicidio del vigilador Jorge Richiutti.”
En los tribunales de Comodoro Py no están conformes con lo aportado por los investigadores. Se pidió que secuestraran las imágenes de cámaras de seguridad de las inmediaciones y que se consiguieran testigos de quienes trabajan por la zona a la madrugada. Esa labor debió hacerse a la noche siguiente, pero se fue demorando. Tampoco las telefónicas informan con celeridad sobre las comunicaciones que hubo esa noche en la zona y no existe en la Argentina un banco de datos de huellas digitales que permita determinar si el único rastro que quedó pertenece a uno de los que colocaron el explosivo.
La investigación determinó la impericia con la que actuó el vigilador muerto. En lugar de haber sido entrenado para no tocar objetos extraños en cajeros, tomó el paquete y el artefacto le estalló en el cuerpo. En otro de los bancos afectados aquella noche, un cliente también tomó la caja de tetrabrik en las manos, pero percibió el fogonazo y tiró el artefacto al piso, con lo que salvó la vida. Lo más asombroso es que las imágenes muestran que, en el momento en que se produce esa acción dramática, frente al banco había dos patrulleros estacionados. Se determinó que hubo una amenaza de robo y por eso concurrieron. Sin embargo, ninguno de los efectivos revisó el cajero.

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