Dom 19.12.2004

EL PAíS  › EL CANJE DE LA DEUDA VUELVE AL CENTRO DE LA ESCENA

El tanguero Banco de Nueva York

La reconciliación oficial con el Banco de Nueva York, sus costos económicos y políticos. La misión a Madrid, saldo y ausencias. El desendeudamiento puesto en debate. Los pronósticos del Gobierno para 2005, la plata que hay en caja y los conflictos que se vienen.

› Por Mario Wainfeld

“Pero ya cuando Natura
le empiece a dar con rigor
tendrá casa, un auto flor
el viejito, la chequera
y más guita en la cartera
que el Banco de Nueva York.”

La canchera, tango con letra de Orlando Salabarrieta.

“Creo que podremos llegar a lanzar el canje el 17 de enero, aunque no es seguro. De cualquier modo es una fecha infausta. En el hemisferio norte todos están en otra, pensando en el panettone, en quién cocinará el pavo o adónde pasarán las vacaciones de invierno. Hasta el 10 de enero no hay nadie. Es vano hacer gestiones en esos días. Ni quiero pensar lo que tendremos que correr la semana del 10 al 17, con road shows y presentaciones.” Un alto negociador argentino respira con alivio, ma non troppo, tras la reconciliación del gobierno argentino con el Banco de Nueva York (BNY). Ese que el tangazo de la cita inicial, que solía cantar Edmundo Rivero, fabulaba como un reservorio interminable de billetes verdes.
El ministro de Economía Roberto Lavagna se enoja cuando se le dice que hubo contradicción en el regreso a la contratación con el BNY. “Sencillamente antes no podíamos contratar porque faltaban el decreto y el contrato, que ahora están. Pactar un agente fiduciario no es lo mismo que ir a una pizzería”, fulmina a quien le sugiere que hubo contramarchas innecesarias. En Economía se trata de minimizar los costos del retraso, aunque en voz baja se reconoce que algo se perdió. “Era el momentum”, asume un colaborador del ministro, aludiendo a las condiciones vigentes en noviembre. “Veníamos con todo. Ahora, hay que recuperar la mística”, propone. “Nada de fondo cambió en la economía mundial”, describe con probidad, tranquilizando.
Las reales consecuencias de la demora son difíciles de determinar. Pero hay una, acaso la mayor, que nadie puede ocultar y es el resquebrajamiento de la relación entre el presidente Néstor Kirchner y su principal ministro.
El viaje de Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández (tienta añadir “de Kirchner”) a España, en una misión entre económica y diplomática que dejó afuera a Lavagna y a Rafael Bielsa, no deja de ser una señal de cómo están prorrateadas las confianzas presidenciales, aquí y ahora.
“No es para tanto”, contradice ese razonamiento de Página/12 un colaborador inseparable de Kirchner. “España era un primer paso fundacional. Cristina viajó porque es una figura importante pero básicamente porque ella ‘es Kirchner’. Alberto, a su vez, tiene una relación privilegiada con los principales dirigentes del PSOE, empezando por Rodríguez Zapatero. Los viene tratando hace tiempo. Y, aunque cerca de Lavagna crean lo contrario, tiene capacidad para explicar temas económicos.” La supuesta desmentida confirma lo esencial, el Presidente se siente mejor representado por los comensales de la mesa chica que por algunos de sus principales ministros. El contertulio de Página/12 busca contemporizar: “Lo de España fue un éxito, comenzamos a instalar la idea del desendeudamiento. Ahora Kirchner irá a Francia y Alemania a seguirla predicando. Y ahí sí lo acompañarán Rafael y Roberto”. Ah, bueno.
Debates
La idea de desendeudarse y desintervenir pagando suscita debates de lo más surtidos. La derecha argentina, abanderada de los bonistas y las privatizadas de servicios, la juzga descabellada. Hay dos vertientes, que suelen confluir. Una es proponer mejorar la oferta a los bonistas en vez de buscar zafar de los monitoreos del FMI. Otra es preocuparse por lo que es capaz de hacer el Gobierno si no se somete a las sabias mandas del organismo internacional.
Desde tiendas progres o aun nac & pops muchos piensan que lo que persigue el Gobierno es lo que más conviene al FMI, argumento que también aparece en las monsergas de la derecha. Esta crítica es muy parcialmente acertada. Claro que el FMI, que quedó demasiado expuesto en la Argentina, necesita cobrar sus acreencias. Pero es patente que el FMI no es un banco que sólo busca ganancias en sus balances. Es antes que nada un instrumento de dominación, un representante del sector dominante del capitalismo internacional. Su objetivo primario, fundacional, es imponer la dependencia, no apenas recuperar sus dineros.
Desde luego, eso no alcanza para concluir que la idea del Gobierno es redonda. Lo será si los costos, económicos y políticos, de pagar una deuda odiosa son congruentes con el objetivo de recuperar “autonomía nacional” que enarbola el Presidente. En ese aspecto, el debate sigue abierto. Entre otras cosas, por añadir un argumento no muy expresado en estos días, porque la oferta del canje supone una mochila muy severa, cuya sustentabilidad es dudosa y, en el mejor de los casos, pende de un hilo. La propuesta fue formulada pensando que no habría pagos efectivos al FMI en 2005, escenario que la nueva idea del Gobierno parece (o, por lo menos, puede) desandar. ¿Será sustentable el canje de deuda privada si se añaden pagos no reembolsables al Fondo? Toda una cuestión.
En la Rosada hay un moderado optimismo. Las reservas del Banco Central siguen creciendo. Cuando Martín Redrado desembarcó en el Central, el Presidente le dio dos consignas precisas. Le pidió que intensificara la actividad de la Superintendencia de Entidades Financieras. Y le encomendó que comprara dólares siempre que pudiera. En diciembre, mes estacionalmente favorable a ese designio, el Central estima que llegará a adquirir mil millones, una cifra que supera largamente la media. En la Rosada saben que ese record es atípico, pero dan por seguro que en 2005 podrán acumular una media de 600 millones al mes, si no más. Ese agregado, hacen cuentas a trazos gruesos en la Rosada, sobraría para cumplir los compromisos internacionales, sin mengua de lo ya atesorado.
Argentina tiene por delante los pagos al FMI y el pago de la deuda externa “viva” o performing si usted prefiere, esto es la contraída post default. El inminente año 2005 comienzan a vencer los Boden, que trepan a alrededor de 4000 millones de dólares, redondean en la Rosada. “Pero sólo tendremos que afrontar un 40 por ciento –vaticinan en Reconquista al 200 y en Balcarce 50–, el 60 por ciento restante podrá ser refinanciado, pues está en manos de acreedores institucionales.” Se supone que éstos no tendrán empacho en cambiar unas láminas por otras, de vencimiento ulterior.
Nada se repite
Escaldado, el oficialismo ya no prodiga hipótesis sobre el porcentaje de aceptación del canje. Sin embargo, prevalece lo que Kirchner define como “un racional optimismo”. El diagnóstico oficial es que el traspié con el NBY no será letal, que la recuperación económica seguirá en 2005, que la obra pública comenzará a obrar efectos potentes sobre la actividad y el empleo.
El andar del tiempo dirá si la dilación del canje fue una anécdota, un error venial o una chapucería agorera de tiempos peores. También queda por discutirse si la solvencia fiscal oriunda de 2004, que se prorrogará en 2005, es una circunstancia más o menos perdurable o una “bala de plata” con que el Gobierno cuenta casi por única vez. Lo cierto es que la holgura de recursos ya ha desatado la puja distributiva, ese imprescindible ingrediente democrático que la Argentina soterró por más de una década. Y que la escena de los empleados ocupando el Congreso e impidiendo sesionar al Parlamento (conducta que la derecha y el cualunquismo mediático identificaron con la subversión o el delito) no es un dato menor sino el augurio de un año en el que, a la hora de distribuir el excedente, las demandas de los trabajadores se sumarán a (o colisionarán con) las de los fondos buitres o las de los desolados ahorristas japoneses e italianos.

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