Dom 19.12.2004

EL PAíS  › ENCUESTA SOBRE LA RELACION CON CUBA Y EL CASO MOLINA

Admiración que acepta críticas

La mayoría está de acuerdo con que Argentina debe mantener una política de comprensión hacia Cuba. También una mayoría cree que el Gobierno debe aumentar la presión para que la médica Hilda Molina pueda viajar al país.

› Por Raúl Kollmann

Una sólida mayoría de la población está de acuerdo en que la Argentina debe mantener una política de comprensión a la posición cubana y de condena a las presiones norteamericanas contra Fidel Castro. Al mismo tiempo, también una mayoría cree que el gobierno argentino debe aumentar la presión para que la médica Hilda Molina pueda viajar al país a visitar a su familia. “Gran parte de los argentinos tienen una fascinación por Cuba y Fidel Castro –explica el consultor Enrique Zuleta Puceiro–. Y prácticamente no hay distinciones: esa fascinación la tienen jóvenes, mayores, ricos, pobres, peronistas y no peronistas. En forma paralela, cuando se hacen preguntas más precisas, que tienen que ver menos con los sentimientos, el ciudadano común cuestiona la política de Castro en materia de derechos humanos. De todas maneras, predomina la idea de que la Argentina debe mantener una cercanía y proximidad con Cuba, salvo en ese tema, el de los derechos humanos”.
Las conclusiones surgen de una encuesta realizada por la consultora Opinión Pública, Servicios y Mercados (OPSM), que lidera Zuleta. En total se encuestaron 1100 personas entre el viernes y sábado, por vía telefónica y respetando las proporciones por sexo, edad y nivel económico-social. El trabajo fue coordinado por Isidro Adúriz y Julián Lisa.
“Hay mucha gente con al camiseta del Che Guevara –ejemplifica Zuleta– y son muy pocos los que pueden explicar por qué. Insisto: tiene que ver con los sentimientos y el respeto a una trayectoria, tal vez a una rebeldía. Desde ya que en los barrios humildes, donde el peronismo es mayoría, también es mayoría esa simpatía por Cuba que de alguna manera expresa la oposición a Bush o al gran poder. De todas maneras, es una atracción difícil de racionalizar. Esto explica por qué no hay prácticamente nadie (4.6 por ciento) que se oponga a la política exterior del gobierno argentino de comprender a Cuba y abstenerse frente a las condenas que impulsa Washington. Ojo que tampoco hay demasiada propensión al enfrentamiento con Estados Unidos: si se ve el cuadro de lo que debería hacer la cancillería argentina, las opiniones están divididas sobre ese punto. Hay una mitad que dice que hay que mantenerse cerca de Cuba en la política respecto de Estados Unidos y hay otra mitad que opina que no hay que acompañar al gobierno de la isla en su choque con Washington”.
En el caso concreto de la médica Hilda Molina, esa relación sentimental con Cuba hace que una parte de la gente sospeche. “No tenemos el estudio terminado –devela Zuleta–, pero en una pregunta que estamos haciendo le pedimos a la gente que se pronuncie respecto de si es un caso de derechos humanos o un caso político. Nos encontramos con una proporción importante que le da este último enfoque, aunque no lo pueden explicar bien. Diría que es como una sospecha. Igualmente, hay una postura que enarbola la mitad de la población: Argentina debe aumentar sus presiones para conseguir que la médica pueda viajar a Buenos Aires. En este tema creo que el mensaje es que el Gobierno no debe borrarse, porque es una cuestión en la que el ciudadano común no acompaña a Fidel Castro. Respetan, admiran, reconocen la trayectoria, pero no comparten la política de derechos humanos”.
Para Zuleta, los encuestados no tienen un seguimiento minucioso del caso. Es más, sólo el 14 por ciento dice que se ha interesado mucho en ese conflicto. Por lo tanto, la gente no tiene nociones precisas sobre las internas en la Cancillería ni sobre el bueno o mal manejo de la crisis. Hay una percepción de que Castro se puso firme, se defendió, y el 52 por ciento cree que la diplomacia cubana está ganando la pulseada. Pero son como percepciones desde afuera, desde la tribuna.
“Yo diría que en la cuestión Cuba, la gente obviamente no está con Bush, pero tampoco acompaña a Fidel en todo. Es uno de los peores momentos de Washington a nivel de opinión pública en la Argentina y en el mundo, aunque yo diría que el ciudadano argentino, después de la brutal crisis de 2001, no quiere que nada ponga en riesgo la recuperación. Hay un rechazo a cualquier conflicto. Y eso es lo que explica que no haya una posición mayoritaria en acompañar la política de Fidel de choque con Estados Unidos. Acercamiento cultural con Cuba, sí, acercamiento económico, o sea negocios con Cuba, sí; respaldo a la política de derechos humanos de Fidel, más o menos; y asociarse al conflicto cubano con Washington, hay más gente en contra que a favor”, redondea Zuleta.

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