EL PAíS
› EL GOBIERNO NO NEGOCIA EL CASO MOLINA CON MADRID
A Cuba sin escalas en España
El Gobierno desmintió que esté haciendo pasar la cuestión de la médica cubana por los buenos oficios de los españoles.
› Por Martín Granovsky
El Gobierno no está negociando con José Luis Rodríguez Zapatero que España se convierta en lugar donde se encuentren la médica cubana Hilda Molina y su familia radicada en la Argentina. La información fue proporcionada a Página/12 por un funcionario clave en el nuevo enfoque del caso, que mantendrá el pedido a La Habana, pero no convertirá un tema humanitario concreto en una confrontación diplomática para la que el presidente Néstor Kirchner, por otra parte, no había dado instrucciones.
La idea de que España era el puente de la negociación circuló en los últimos días como versión. Este diario la incluyó ayer en el menú teórico de opciones, pero informó que el nudo de la discusión no era encontrar un lugar de reunión familiar sino la decisión cubana de no dejar salir a Molina. Hasta ahora el sitio ofrecido por Fidel Castro es La Habana y el gobierno argentino recibió la comunicación de que estarán garantizadas la seguridad y la posterior libertad de movimientos de Roberto Quiñones, el hijo de Molina, cubano y casado con una argentina.
Durante la crisis de la semana pasada, el canciller Rafael Bielsa llamó a su colega español Miguel Angel Moratinos, pero la comunicación no puso en marcha una mediación formal de España. Ayer Jorge Argüello, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, confirmó que Bielsa pidió a Moratinos y a Alí Rodríguez, canciller de Venezuela, “que se involucren en el tema”.
En verdad ese llamado pertenece a la etapa anterior del caso Molina, basado en la presión pública, la confrontación diplomática con Cuba, la convocatoria al entonces embajador Raúl Taleb y la inclusión de la cuestión cubana como un tema importante de la agenda entre Bielsa y Colin Powell.
La confusión creció ayer porque el nuevo embajador español, Carmelo Angulo, que antes fue representante en la Argentina del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y gestor de la mesa de diálogo, visitó la Casa Rosada, y también porque el embajador en España Carlos Bettini estaba en Buenos Aires.
Según pudo establecer este diario, la visita de Angulo y el viaje de Bettini estuvieron relacionados con la gira a la Argentina de José Luis Rodríguez Zapatero el 25 de enero próximo.
Pero Bettini, que anoche volvió a Madrid, ni siquiera participó de la reunión de Angulo.
Las negociaciones reales de puntos difíciles no suelen hacerse en público y con embajadores visitando la sede de los gobiernos a la vista de todo el mundo.
La idea de que exista un tercer país como salida aparente a una crisis trae recuerdos de otra iniciativa similar, en aquel momento ensayada por Bielsa, el año pasado. Ante la negativa iraní de enviar a Buenos Aires a sospechosos por la masacre de la AMIA, el canciller imaginó que podría realizarse un juicio en un tercer país que no fuera ni la Argentina ni Irán. El mismo criterio había funcionado con el atentado de Lockerbie, contra un avión civil, impulsado por Libia, pero la diferencia es que Libia aceptó el juicio para sortear una asfixia internacional que Irán no padece. La iniciativa se cayó a tiempo: pocos meses después, además, un tribunal dio por caída la causa de Juan José Galeano y abrió la posibilidad de una nueva investigación judicial en la Argentina.
En el caso Molina, la idea del tercer país no removería el principal obstáculo, que es la negativa de Cuba a que Molina salga al exterior.
El Gobierno no abandonó el pedido de reunión de Molina con su familia, según dijo un funcionario consultado a Página/12, pero utilizará vías discretas de negociación diplomática.