Fernando de la Rúa aprovechó la crisis con Cuba para salir con un tema propio de su gobierno: subrayó que la política del presidente Néstor Kirchner era “contraria” a la que él impulsó cuando ocupaba la Casa Rosada, en verdad una continuación de la de Carlos Menem.
“En mi gobierno dije que había que averiguar cómo estaba el tema de los derechos humanos en Cuba y fui muy cuestionado por eso”, dijo. “Creo que este caso comprueba que los derechos humanos no tienen vigencia y que allí no hay libertades.”
De la Rúa fue calificado como “lamebotas” por Fidel Castro cuando expresó lo que dice ahora mientras era presidente y resolvió continuar con el voto de condena a Cuba en Naciones Unidas, que Eduardo Duhalde restituyó a la posición tradicional de abstención de la Argentina.
Otro ex ministro suyo, Ricardo López Murphy, que se desempeñó en Defensa y en Economía, se metió con la política exterior. En una columna escrita para la agencia DyN opinó que “lo de China me parece que fue una payasada, pero creo que muchas cosas no son responsabilidad del canciller ni del cuerpo profesional. Es más, me atrevo a eximir a Rafael Bielsa, aunque forma parte del gabinete de gobierno que, por otra parte, nunca se reúne”. López Murphy no escribió sobre Cuba sino sobre la estrategia diplomática del Ejecutivo. “Suceden tantas groserías que no se sabe a qué se deben ni cuál es el sentido de dejar plantado a alguien.”