Lun 29.04.2002

EL PAíS  › LAVAGNA SALDRA SOLO CON UN PUÑADO DE MEDIDAS A ENFRENTAR LA EMERGENCIA

Una receta sin plan para vencer el miedo

Corralito, indexación de créditos y mercado cambiario son los tres fantasmas que el nuevo ministro quiere vencer antes de pensar en un plan económico. Un menú de opciones para ahorristas y eliminación del CER son parte de la oferta.

No habrá indexación para las deudas bancarias: el CER será reemplazado por otro índice que “no puede estar alejado de lo que suban los salarios”. Tampoco habrá un Plan Bonex global que iguale a todos los ahorristas atrapados en el corralito en un mismo instrumento a largo plazo. Roberto Lavagna, a 24 horas de jurar como ministro de Economía, les reclamó a los banqueros su “colaboración” para resolver el problema de los depósitos reprogramados, exigiéndoles que pongan como garantía de devolución sus propias carteras de crédito. Posteriormente, los comprometió en ese tipo de solución al anunciar públicamente que la emisión de certificados de depósitos garantizado por cada banco será “una de las alternativas” por las que podrán optar los depositantes. “No hay paquete de medidas, nadie va a creer en eso hasta tanto no se dé una solución a los problemas que provocan mayor perplejidad a la sociedad: el corralito y la indexación de los créditos”, señaló el sucesor de Jorge Remes Lenicov. Y explicó el hecho de que con su designación se hayan parado los enfrentamientos y la puja entre distintos sectores del oficialismo no a sus virtudes como economista ni a su propuesta, sino al momento político: “La clase política entendió que estamos en una situación extrema, al borde de la caída, y el miedo no es tonto”.
Pese a sus antecedentes de “industrialista” o especialista en comercio exterior, sin la fama de “macroeconomista” ni de experto en temas financieros, Lavagna dejó de lado esa foja de servicios para encarar los problemas más urgentes, sin ni siquiera detenerse a integrarlos en un plan “global y consistente”, como suele exigirse a los hombres en su puesto. “La sociedad argentina está en estado de perplejidad, sobreexcitada y sobreexigida”, dijo al inicio de una entrevista que anoche difundió el programa “Hora Clave”, en Azul TV. Y refirió en varios pasajes la absoluta urgencia en resolver los problemas del corralito, la indexación de créditos y, de alguna manera, tranquilizar al mercado cambiario. “No hay posibilidad de lanzar un plan o un paquete de medidas hasta tanto estén resueltos estos problemas; nadie creería en nada”, señaló.
La solución que Lavagna analiza junto a Mario Blejer, presidente del Banco Central, y los banqueros, es presentar un menú de opciones a los ahorristas para que puedan recuperar, en todos los casos, sus depósitos recién a mediano y largo plazo. “Había que tomar medidas, porque el dinero no está, o mejor dicho no está disponible ya, porque está en créditos (otorgados por los bancos); una forma de resolver es casi a martillazos, obligando a la gente a aceptar determinado instrumento; otra, ofrecer una paleta de alternativas que permita a la gente elegir entre ellas”, detalló el nuevo ministro.
Estas opciones serían, en un caso, el ya anunciado Plan Bonex, es decir, devolución de los depósitos en dólares pero recién en diez años. En otro, la oferta de un título o certificado de depósitos de cada banco, presumiblemente con los mismos vencimientos que los planteados en la reprogramación. La novedad estaría dada porque la garantía estaría compuesta por un fondo constituido por la cartera de préstamos de cada institución, que a medida que se irían cobrando permitiría devolver los depósitos.
Esta opción había sido analizada por el equipo de Remes Lenicov al inicio de su gestión, pero fue descartada porque genera diferencias de calidad entre los certificados de diferentes bancos, de acuerdo a la mayor o menor confiabilidad de devolución de los préstamos otorgados por cada uno. Según los más críticos, esta resolución llevaría a una desvalorización de los títulos de depósitos en entidades que prestan a pymes, por ejemplo, contra el fortalecimiento de los títulos de los bancos que prestaron a grandes empresas. Ahora, estas desigualdades tratarían de ser limadas, parcialmente, con una regla general por la cual cada certificado de banco estará garantizado, en parte, por los títulos públicos que posee cada banco. Otra opción podría estar constituida por plazos fijos a más de tres años, en pesos, con una tasa suficientemente atractiva. El problema es que si desaparece el CER para los créditos, los bancos no podrían ofrecer una actualización sobre esos ahorros retenidos. Pero sigue siendo una variante en estudio. También se buscará ofrecer una opción atractiva en plazos fijos para los depósitos a la vista (cajas de ahorro y cuentas corrientes), que forman una parte sustancial de los pasivos bancarios y podrían provocar una nueva fractura sistémica de ocurrir una corrida.
La opción para el ahorrista, en definitiva, será a quién prefiere creerle para la devolución de los depósitos: si al banco o al Estado. Y si está dispuesto a esperar más contra promesa de restitución en dólares, u opta por la recuperación “más corta” pero en pesos. Ninguna alternativa logrará satisfacer la demanda de los ahorristas que pretenden recuperar “ya” su dinero, porque los certificados que reciba difícilmente puedan negociarse en el mercado sin una sensible pérdida de valor.
En cuanto al CER, Lavagna definió ayer que “es absolutamente imprescindible despejar el peligro de embargar los sueldos (mediante la indexación de las cuotas de un crédito), porque alguien allá arriba decidió” aplicar una cláusula de ajuste que “rompió una regla básica, que es que la cuota no puede sobrepasar determinada proporción del sueldo”. El ministro no precisó ayer si la eliminación del CER beneficiaría únicamente a los deudores con hipotecas sobre vivienda única o a todos los deudores asalariados, como parecería abarcar su justificación. Tampoco definió cómo se compensará a los bancos si éstos deben reconocerle la indexación a los depositantes. Son interrogantes que sólo la instrumentación de las medidas podría resolver. Y que completarán estos primeros pasos que Lavagna empieza a dar para apagar el incendio, sin lograr lo cual, sabe bien, no hay plan económico ni negociación con el FMI que aguante.

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