EL PAíS
El bulldog no pega una
Ricardo López Murphy atraviesa su peor momento desde 2003. Mide mal en la provincia de Buenos Aires, dudó con Menem y alejó a los intendentes radicales. En Recrear admiten que “puede ser la última oportunidad de jugar en las grandes ligas”.
› Por José Natanson
Hábil constructor de la ilusión de una derecha democrática y republicana, Ricardo López Murphy atraviesa su peor momento desde las elecciones de 2003, cuando sorprendió convirtiéndose en el candidato no peronista más votado. Su postulación a senador bonaerense no termina de arrancar y su sinuosa actitud ante Carlos Menem alejó a algunos de sus aliados: los radicales del Grupo Olavarría le mandaron un mensaje de advertencia y la alianza con ellos parece cada vez más lejana. En el resto de los distritos la perspectiva es parecida: Recrear no cuenta con figuras de peso en la Capital, Córdoba y Santa Fe. En suma, una situación difícil y un panorama negro para la gran esperanza del neoliberalismo argentino.
Una candidatura que no arranca
La semana pasada, una encuesta sacudió a los asesores de López Murphy: el sondeo lo ubicaba en un lejano tercer lugar en la disputa bonaerense, detrás de Cristina Kirchner y Mauricio Macri. No es un escenario imposible: el plan para crear un gran frente opositor junto con el presidente de Boca quedó congelado luego de que López Murphy se cansara de los devaneos de su posible socio.
Macri aún no decidió qué será de su futuro y todo indica que, si finalmente se presenta, lo hará por las suyas, buscando el apoyo de sectores del peronismo excluidos del aparato, con un aval más o menos explícito de Eduardo Duhalde. Este es el panorama que trazaba la encuesta: el peronismo oficial (Cristina Kirchner) en primer lugar, el peronismo disidente (Macri) en segundo término y López Murphy relegado a un tercer lugar, lo cual pone en riesgo su apuesta política más fuerte –quizá su única apuesta– para las elecciones de octubre.
Para tratar de superar el parate, el jefe de campaña de Recrear, Edgardo Srodek, organizó una gira a partir del 15 de enero por diferentes localidades de la Costa y algunos distritos del conurbano. Pero las giras, aunque quizás ayuden por el contacto directo con los votantes, rara vez consiguen dar vuelta un resultado.
“Lo peor no sería perder en la provincia, sino las consecuencias para el 2007”, reconoce un hombre de Recrear. Y lo que dice tiene su lógica: López Murphy se ve a sí mismo (y pretende que los demás lo vean) como un dirigente de proyección nacional, capaz de disputar la escena con el Gobierno. Una derrota en los comicios bonaerenses no sólo lo dejaría mal parado, sino que además marcaría un contraste con Macri, con quien viene disputando el electorado de centroderecha, y con Elisa Carrió, otra ex radical que busca polarizar con Kirchner como candidata por la Capital. “Quizá sea la última oportunidad de seguir jugando en las grandes ligas”, admiten en Recrear.
Las difíciles alianzas
La perspectiva de las alianzas tampoco ayuda. Cuando decidió poner entre paréntesis un eventual acuerdo con Macri, López Murphy intentó, como siguiente paso, ensanchar su oferta política, incorporando sectores y dirigentes nuevos. Dejó de lado sus prejuicios y puso un solo límite: que los nuevos socios no formen parte de lo que él denomina “coalición kirchnerista-duhaldista”.
El resultado fue más bien pobre. El economista sólo logró sumar a Paola Spátola, ex asesora de Menem en temas de seguridad, y a dos dirigentes de tercera línea del menemismo bonaerense: el concejal de La Matanza Abraham “Toto” Delgado y el ex asesor de Carlos Ruckauf, Gustavo “Pata” Alvarez.
El panorama se complicó aún más cuando el mismísimo Menem volvió a la Argentina y proclamó su voluntad de acercarse a López Murphy. Esa misma tarde, el líder de Recrear rechazó de plano la posibilidad. “No voy a caer en esas redes”, dijo. Sin embargo, al día siguiente explicó que no descartaba un diálogo siempre y cuando Menem rompiera con el PJ. Al margende las contradicciones (López Murphy nunca logró explicar por qué Menem sí y Duhalde no), la decisión tuvo un efecto político concreto: el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, le envió un mensaje en nombre del Grupo Olavarría, el núcleo de legisladores e intendentes radicales, para advertirle que ningún acuerdo era posible con Menem de por medio. La posible alianza con su ex compañeros de partido parece más hoy más lejos que nunca.
El resto de los distritos
Los problemas de la provincia de Buenos Aires existen, pero al menos allí puede presentar su propia candidatura. En los otros distritos, la debilidad de Recrear es la ausencia de postulaciones potentes que le permitan hacerse un lugar. En la Capital Federal, López Murphy tentó a Enrique Olivera. Aunque el ex vicejefe de Gobierno no rechazó definitivamente la idea, dijo que primero quiere disputar la interna del radicalismo porteño y que recién después conversará sobre una posible sociedad.
En Santa Fe, el panorama es aún más negro: el Partido Demócrata Progresista, aliado de Recrear en las presidenciales, ya anunció que se presentará solo, posiblemente con Alberto Natale al frente de la lista de diputados. En Córdoba, otro de los distritos clave, Recrear también carece de figuras de peso: a pesar de la buena relación con algunos radicales cordobeses, como el ex candidato a gobernador Oscar Aguad, López Murphy no logró construir una estructura o sumar figuras importantes: con el panorama electoral dominado por los dos peronismos –el oficial de José Manuel de la Sota y el disidente de Luis Juez–, Recrear se asoma a una derrota segura.
El futuro incierto
En 2003, López Murphy lideró una campaña inteligente, que le permitió crear la ilusión de una derecha republicana y democrática. En los actos de campaña, dos o tres chicas vestidas con guardapolvos blancos cantaban el Himno e izaban la bandera nacional, como para demostrar el amor del candidato por la educación pública (el hecho de que su primera medida como ministro de Economía haya sido eliminar la garantía nacional al Fondo de Incentivo Docente no afectaba la ceremonia). Al margen de cualquier opinión, es innegable que la estrategia dio resultado: López Murphy terminó tercero, como el candidato no peronista más votado, y se consolidó como la nueva esperanza de la derecha.
Con el correr del tiempo las cosas se fueron complicando. En la seguidilla de elecciones provinciales de 2003, el ex ministro no logró traducir su popularidad en buenos resultados, y ahora se juega buena parte de su futuro en unos comicios que se perfilan como bastante complicados, en parte por sus dificultades para la construcción política y en parte, también, por algunas cuestiones estructurales.
El primer punto es la recuperación económica, que le quitó uno de sus temas favoritos. Algo similar ocurre con la crisis de seguridad, el otro asunto que le permitía conseguir la atención de algunos sectores, que se fue diluyendo y achicando los márgenes para el discurso manodurista. Para colmo, las elecciones de octubre no incluyen una candidatura presidencial y, por lo tanto, desincentivan a los posibles aliados a buscar una figura nacional de arrastre: la estrategia de los radicales, las fuerzas provinciales y otros posibles socios es provincializar los comicios. La situación interna del peronismo, que podría presentarse dividido en algunos distritos clave, termina de complicar las cosas.
Se trata, en general, de cuestiones que van más allá de la voluntad de cualquiera, pero que se suman a las dificultades previas para redondear un panorama negro para el líder de Recrear.
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