EL PAíS
Los técnicos temen desorden
En su enfrentamiento con el ala “política” de Economía señalan la falta de información.
Pero aceptan que el canje va a funcionar.
› Por Claudio Scaletta
La salida de la cesación de pagos con los privados comenzará esta semana en un clima de optimismo. Aunque lobbistas y pequeños ahorristas sigan protestando, el grueso de los analistas descuenta el éxito de la operación. Al interior del Ministerio de Economía, sin embargo, las visiones no son homogéneas. La gestión de Guillermo Nielsen en la reestructuración provocó una escisión entre los cuadros políticos que él dirige y los técnicos. Estos últimos sostienen que durante el canje muchos de los bonistas que quieran adherir se encontrarán con problemas de información. En algunas plazas, como en Japón, donde por cuestiones regulatorias no podrán intervenir en el proceso los bancos locales, esta falta de información puede llegar a ser crítica. La evaluación de los técnicos es que la falta de tiempo y de información harán que el proceso de canje se lleve adelante de manera caótica.
Para la actual reestructuración, la Oficina Nacional de Crédito Público, que tuvo una activa participación en los canjes de deuda hasta el megacanje de 2001, fue dejada de lado. A diferencia de lo que ocurrió con bancos como el JP Morgan, la razón de su desplazamiento no fue ideológica, pues la función de la Oficina es de carácter estrictamente técnico. Las causas del corrimiento podrían buscarse en el celo político de la conducción económica. En cualquier caso, para algunos de estos cuadros técnicos el aislamiento resultó poco llevadero y abandonaron sus cargos para pasar al sector privado. Entre los que se quedaron, no son pocos quienes mascullan la falta de solvencia técnica del “ala política”, es decir, de Nielsen y algunos miembros de su equipo, muchos de ellos provenientes de relaciones gestadas por el secretario en actividades de antaño, como el asesoramiento a la Cámara Argentina de la Construcción. Como ejemplo sostienen que algunas de las presentaciones finales del canje, como la de Dubai, fueron hechas con informes preliminares presentados sólo para su discusión.
Sin embargo, explican también que la supuesta falta de solvencia no necesariamente afectará el éxito de la operación. Nielsen y su equipo contarían a su favor con el cansancio de los acreedores luego de tres años de default y con el apoyo de circunstancia de los fondos buitre, que con la tasa de descuento actualmente en danza, en torno del 65 por ciento, ya habrían hecho su diferencia y sólo en pocos casos apostarían a la vía judicial. Otro factor que habría beneficiado al equipo de Nielsen, es decir, a la propuesta argentina, sería la suerte. Concretamente, la mejora de los precios de los papeles de deuda emergente en los últimos cuatro meses. Este proceso de formación de precios, que aparenta cierta complejidad, es en realidad sencillo. El precio de mercado de cualquier bono es una relación inversa a su tasa de interés. Como en los últimos meses los rendimientos de los países emergentes bajaron (por la masiva afluencia de fondos a estos destinos), ello se tradujo en un aumento de los precios de sus bonos y, en consecuencia, en una menor tasa de descuento de sus deudas. Aunque existen algunas señales de que este proceso de afluencia de capitales a los emergentes podría detenerse, no es probable que ello ocurra antes de que finalice el canje.
Vale reconocer que si el equipo que comanda Nielsen, por las razones que fuere, logra una reestructuración relativamente exitosa, lo habrá hecho sobre la cesación de pagos más voluminosa de la historia. También sobre la más compleja. Si no surgen sorpresas sobre las comisiones que cobrará la constelación de actores involucrados, muchos de ellos, como el Bank of New York, también debutantes en un canje de semejante magnitud, será muy difícil argumentar que el equipo no estaba preparado para la tarea.