EL PAíS
El Gobierno insta a los familiares a armar una ONG contra la impunidad
Por Diego Schurman
Silencio y acción. Esa es la consigna que bajó Néstor Kirchner a sus ministros para afrontar la tragedia de República Cromañón. Por eso cada uno de ellos acató la orden presidencial de ocuparse “personalmente” de los familiares de las víctimas. Y lo hicieron en el más estricto sentido de la palabra. Como botón de muestra está el hasta ahora desconocido caso de la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, quien estuvo todo el fin de semana atendiendo individualmente a los parientes de los muertos, ofreciéndoles contención a través de profesionales.
Lo de la hermana del Presidente es un caso paradigmático de lo que se propuso Kirchner en materia de estrategia política. Al mandatario le molestó que los medios le cuestionaran su silencio. Pero mucho más que lo emparentaran con inacción. Testarudo, duplicó la apuesta: llevó al extremo su mutismo durante su estadía en El Calafate, de donde tiene pensado regresar hoy. Pero no dejó de marcar a distancia todos y cada uno de los pasos de su gabinete en torno de la tragedia de Once.
Ayer mismo centró su atención en Oscar Parrilli. El secretario general de la Presidencia recibió a unos 50 familiares de las víctimas del boliche. Pero no estuvo solo: lo acompañó Luis Bordón, padre de Sebastián, el joven secuestrado y asesinado por la policía mendocina, y miembro del programa antiimpunidad del Ministerio de Justicia. ¿Con qué motivo? La intención del Gobierno es ofrecerle todo el asesoramiento jurídico necesario para que conformen una Organización No Gubernamental (ONG).
Se trata de un ámbito de contención formal desde donde pueden llevar adelante la lucha por el esclarecimiento de la tragedia, a imagen y semejanza de Madres del Dolor, la ONG que agrupa a las madres de víctimas de la impunidad. Pero por pedido de Kirchner, la propuesta que les acercó Parrilli fue mucho más allá de una ayuda técnica: les garantizó, además, que el Estado se encargará del financiamiento de los abogados.
Así como dio directivas, Kirchner también escuchó de Parrilli los compromisos que lo ocuparán a su regreso. El jueves lo visitará el presidente electo de Uruguay, Tabaré Vázquez (ver aparte). Aunque resulte extraño, los sucesos de Cromañón convertirán lo que iba a ser acto festivo en un encuentro casi protocolar. Nada esto quita, de todos modos, que el referente del centroizquierda uruguayo le agradezca por el respaldo brindado durante su campaña. El viernes el mandatario recibirá del titular de la General Electric su compromiso de realizar inversiones en el país. Algo así como un paréntesis en medio de tanto dolor.
Parrilli también le informó a Kir-
chner del trabajo conjunto de los ministros de las distintas carteras, siempre en torno de la tragedia de Once. Le confirmó que puso a disposición de las familiares de las víctimas de República Cromañón la “sala presidencial” del Hospital Argerich y que ordenó el reequipamiento de los nosocomios para enfrentar urgencias.
Kirchner escuchó atento y siguió sus rondas de llamados, que incluyeron a su hermana. El trabajo de Alicia Kirchner es el que menos trascendió. Un poco por el bajo perfil de la ministra, otro por la sensibilidad del tema que le atañe. Desde la semana pasada, pero especialmente durante las últimas 72 horas, la mujer recibe en su despacho del Ministerio de Desarrollo Social, en forma individual, a los familiares de las víctimas.
Amén de prestar su oreja para escuchar los tremendos detalles de la tragedia, ofrece a los visitantes el respaldo de su equipo, conformado por asistentes sociales y psicólogos, entre otros profesionales. Este dato tan protegido por la Casa Rosada logró trascender a través de las propias víctimas recién en las últimas horas.
Con Aníbal Fernández, Kirchner también conversó muchas veces. El ministro del Interior lleva una tarea que enlaza la estrategia política con la legal. El funcionario mantuvo ayer contactos permanentes con el flamante secretario de Seguridad porteño, Juan José Alvarez, y se comprometió ante la jueza que entiende en la causa, María Angélica Crotto, a poner al Estado a disposición de la Justicia. Ya había conversado anteriormente con la magistrada, aunque telefónicamente. Había razones: Fernández es el responsable de la policía y de los bomberos.
Más allá de las palabras, hay algo que confirma que el Estado no será mero espectador en el asunto. El ministro del Interior y el procurador del Tesoro, Guillermo Guglielmino, terminarán de dar forma esta semana a la presentación penal para dar con los responsables de la tragedia. Habrá abogados de la Procuraduría trabajando en el tema. El Gobierno organizará una reunión con los defensores de las víctimas de Kheyvis, aquella discoteca de Vicente López incendiada en 1993. Entonces también hubo un saldo de numerosos muertos y aunque pasó más de una década nadie pagó hasta ahora con la cárcel. Hay una idea en la Casa Rosada de armar un grupo de trabajo con estos abogados.
A lo largo de la jornada, Kirchner no habló directamente con Juanjo Alvarez, con quien ha logrado una relación armoniosa, aunque no amistosa. De ese contacto se ocupó Alberto Fernández, quien acompaña al Presidente en su estadía en Santa Cruz para confeccionar una agenda amplia, más allá de la tragedia de Cromañón. El jefe de Gabinete sí mantiene una buena relación con el flamante secretario de Seguridad. Y los contactos son necesarios, además, para organizar el traspaso de la policía desde la Nación al distrito porteño.
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