EL PAíS
La esposa y los hijos de Quiñones viajarán a Cuba
Lo anunciaron el médico y su nuevo asesor jurídico, el ex asesor de Cancillería Eduardo Valdés. Piden ver la carta que Fidel Castro le envió a Kirchner dando garantías para el viaje.
La esposa y los hijos del médico Roberto Quiñones viajarán en la primera semana de mayo a Cuba a visitar a la médica disidente Hilda Molina, quien por esos días cumplirá años. Quiñones, en cambio, luego de conversarlo telefónicamente con su madre y con su abuela, no los acompañará porque considera que no están dadas las garantías para su libre tránsito por la isla. Así lo informaron ayer el médico y su flamante abogado, el ex jefe de asesores de Cancillería Eduardo Valdés, quien a partir de ahora se dedicará a diagramar la estrategia judicial de la familia.
La posibilidad del encuentro en Cuba estuvo abierta desde un principio pero, hasta ayer, la familia se había negado. Con todo, el viaje habría quedado supeditado –no quedó del todo claro– a que puedan acceder a la carta que Fidel Castro le envió un mes atrás a Néstor Kirchner.
Según la información que en su momento difundió la Casa Rosada, Castro garantizó allí la libre entrada y salida de los parientes de la doctora Molina si querían visitarla. Ahora, Quiñones y Valdés dicen que quieren leer el texto para interiorizarse del verdadero alcance de esa garantía. Incluso, el médico habló de una posible reunión con Kirchner para que el Presidente le muestre el mensaje.
Con el viaje de la esposa de Quiñones, la argentina Verónica Scarpatti, y de sus hijos Roberto Carlos y Juan Pablo, se cumplirá uno de los requerimientos “humanitarios” del caso: que Molina pueda conocer a sus nietos a los que sólo vio en fotos. No obstante, Valdés ratificó que continuarán las gestiones para insistir con el pedido para que Molina y su madre, Hilda Morejón, salgan de Cuba. Y dejó un mensaje: “Sin el gobierno argentino no será posible el reencuentro de la familia”.
El médico y Valdés presentaron en público su sociedad jurídica en la clínica de Quiñones, en el barrio de Almagro. Tiempo atrás, en esa clínica se hacían atender de pequeñas dolencias el canciller Rafael Bielsa y el propio Valdés, por lo que iniciaron una relación personal con Quiñones y se enteraron de las particularidades del caso Molina.
Luego de un confuso episodio ocurrido en la embajada argentina en La Habana en diciembre pasado –le dieron alojamiento a la doctora Molina, ocasionando un entredicho con Cuba–, Valdés perdió su puesto en la Cancillería pero no el agradecimiento de la familia Molina-Quiñones. “Es un excelente jurista, un hombre excelente, que fue fiel a nuestra causa”, lo alabó ayer el médico.
Pese a que fue presentando como el encargado de diagramar la estrategia jurídica de la familia a nivel nacional e internacional, Valdés aseguró que en esta primera etapa confía avanzar con “gestiones de buena voluntad”. Explicó que, a su entender, más que jurídica la solución del caso debe darse “desde lo político”.
Valdés, un político con muchos años de militancia en el justicialismo porteño, mostró ayer cuáles serán sus cartas con las que buscará evitar que se encasille su nueva labor como una causa de derecha o furiosamente anticastrista. Primero, recordó que el origen de la pelea entre Fidel Castro y Molina se remonta a principios de los ‘90, cuando tuvieron un entredicho porque la doctora se negó a que los pacientes extranjeros tuvieran prioridad en su clínica cubana. De esa manera, cerca de Valdés consideraban que Molina “lo corrió por izquierda” al mismísimo Fidel. Su otra carta tenía que ver con quienes él asegura que serán sus colaboradores en la tarea de asesoramiento a Quiñones: la ex subsecretaria de Derechos Humanos de Cancillería Alicia Oliveira y el ex senador radical Hipólito Solari Yrigoyen. Ambos cuentan con una importante trayectoria identificada con la defensa de los derechos humanos en la Argentina.
En la conferencia de prensa se habló del posible viaje de Quiñones. El médico ha mantenido una postura zigzagueante respecto a la posibilidad de visitar La Habana. En ocasiones se muestra dispuesto a la travesía, otras veces dice que no. Dos días atrás, lo contó Valdés, Quiñones ya había dado su consentimiento a volar pero la conversación con su abuela y su madre lo volvió a hacer cambiar de parecer. La abuela, quien hoy cumple 86 años yestá delicada de salud, le pidió –”como regalo de cumpleaños”– que “se quite de la cabeza el pensamiento de venir a Cuba”.
Las mujeres dicen estar preocupadas por lo que le pudiera suceder a Quiñones en la isla. La doctora Molina contó ayer que en Buenos Aires a su hijo lo esperan en lugares públicos y le dicen “gusano” y “apátrida que trabaja para Bush”. “Esas son personas preparadas en mi opinión por la embajada cubana en Buenos Aires, entonces, ¿qué no le puede pasar aquí en Cuba?”, se preguntó. Y añadió: “El gobierno cubano sabe que mi hijo es mi talón de Aquiles”.