Mié 12.01.2005

EL PAíS

Un shopping cayó bajo la lupa de los comandos de clausura porteños

En el shopping Liniers, inspectores y bomberos clausuraron tres cines y dos patios de juegos para chicos. Carecían de seguridad contra incendios o abundaba el material inflamable. Los dueños de los boliches critican y amenazan con suspender a sus empleados.

En su segundo día de controles intensivos, inspectores del gobierno porteño clausuraron tres salas de cine y dos patios de juegos para chicos del shopping Plaza Liniers por fallas en los sistemas de prevención de incendio y atención de emergencias. Además, en 11 locales bailables hallaron deficiencias en la señalización de las salidas y de las luces de emergencia y comprobaron que los revestimientos estaban confeccionados con material inflamable. Mientras tanto, los bolicheros de la ciudad arrojan a la vereda sillones y objetos de madera e inflamables como una forma de atajarse ante una revisión que, según amenazó el secretario de Seguridad, Juan José Alvarez, tarde o temprano “le va a tocar a todos”. Los empresarios de discos están disconformes con las medidas, que consideran “un delirio”, y plantean suspender a sus empleados mientras sigan cerrados, hasta el 18 de enero.
En la mañana, le llegó el turno al Plaza Liniers, donde se verificaron las instalaciones del patio de comidas y de la terraza del lugar de compras. En los cines, los inspectores comprobaron que había más butacas que las habilitadas, que por su ubicación obstaculizaban una eventual evacuación de los espectadores. Además, no tenían la cantidad necesaria de matafuegos ni una adecuada señalización de las salidas de emergencia.
La gente, que en ese momento disfrutaba de las películas en las tres salas, tuvo que irse sin saber el final. Para compensarlos, se les reintegró el costo de la entrada. “Sólo había luces en un solo pasillo muy estrecho” de los cines, señaló el subcomisario Gustavo Benzi, del Cuerpo de Bomberos de la Policía Federal.
En las salas de juegos del shopping los inspectores encontraron diversas irregularidades, como material inflamable, mangueras obstruidas y puertas que abrían hacia adentro –lo que dificultaría la salida en una situación de emergencia– y no contaban con picaporte. Los patios de juegos, que pertenecen a McDonald’s y a La Isla de la Fantasía, no tenían sus peloteros habilitados, por lo que se labró un acta de infracción.
Pero en un comunicado, McDonald’s se defendió: “La Ley 455, de 2000, dispone que los peloteros deben contar con una habilitación. Por ello, la empresa inició el pedido de ampliación para habilitar los sectores de juego o peloteros en los locales. Pero la Ley 455 aún no fue reglamentada, haciendo inviable las habilitaciones solicitadas”. Por esta razón “la existencia de los sectores de juego de McDonald’s es anterior a las normativas que disponen su habilitación”.
La corporación de hamburguesas no es la única disconforme. La jornada de controles concluyó con una conferencia de prensa dada por el subsecretario de Comunicación Social, Daniel Rosso, al lado de los surtidores de la estación de servicio Shell ubicada en Libertador y Cerrito, debajo de la autopista Illia. Allí detalló que hasta las 18 se habían efectuado controles en 14 boliches porteños, en la mayoría de los cuales “se verificó que la señalización de los medios de salida es insuficiente, faltan las luces de emergencia y tratamiento ignífugo en revestimientos”. Adelantándose a esta circunstancia, ayer los bolicheros porteños dejaron en las veredas los materiales inflamables que los podrían comprometer.
La estación de servicio fue ocupada por inspectores de Protección del Trabajo, de Seguridad Alimentaria y Calidad Ambiental. En una mesa, dos mujeres tomaban un café con leche con medialunas controlando el estado de los alimentos puestos a la venta en el lugar. Por suerte para ellas, toda la comida se encontraba apta para el consumo. También estaban en regla los papeles que los inspectores revisaron minuciosamente, ante la mirada asustada del encargado del lugar. Lo único que se observó, contó Rosso, fue que “una de las puertas del estacionamiento se abría para adentro, lo que deberán modificar”. El control de bomberos llegó a todos los restaurantes de la manzana. En uno de ellos, Piégari, habrían encontrado “paneles acústicos inflamables”, por lo que corría riesgo de ganarse la faja de clausura. Maximiliano Vásquez, presidente de la cámara de boliches porteños, dijo a este diario que ve el despliegue de controles “muy preocupado, porque nadie sabe qué se está inspeccionando”. Para el empresario, esto se debe al “caos político” originado en República Cromañón, que “repercute en cada inspector. Ellos entran a los boliches, hacen anotaciones y se van sin decir nada y sin firmar ningún papel haciendo constar la inspección. Es así porque fueron tan ensuciados con acusaciones de corrupción, que se pelean con los bomberos para que certifiquen cosas que no tienen nada que ver. En un local preguntaron si tenía sistema ignífugo la baranda de una escalera. Es de locos, son cosas que no se piden ni en la industria. Se perdió el concepto de qué es el control, porque adentro de una disco no hay tránsito de combustibles ni de ácidos”, consideró, y advirtió que 8 mil empleados “podrían ser suspendidos” hasta que puedan volver a abrir.

Informe: Sebastián Ochoa

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