EL PAíS
› LOS ACTOS POR LOS 25 AÑOS DE LAS MADRES DE PLAZA DE MAYO
Del dolor a la conciencia colectiva
Las Madres, línea Fundadora, recibieron su homenaje en el Teatro San Martín. Parodi, Gieco, Sosa y Heredia cantaron en su honor.
› Por Victoria Ginzberg
Las Madres les pasaron la posta a los HIJOS, sus nietos. En su 25º aniversario las Madres de Plaza de Mayo, línea Fundadora, entregaron, como símbolo de la continuidad de su lucha, 25 antorchas a miembros de la agrupación HIJOS. Antes habían sido homenajeadas por Teresa Parodi, León Gieco, Víctor Heredia y Mercedes Sosa en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín, que quedó chica para la cantidad de gente que se acercó a compartir el cumpleaños con las mujeres de pañuelo blanco que desde el 30 de abril de 1977 concurren semanalmente a la Plaza de Mayo para exigir justicia.
El martes a las 19.30, la hora fijada para el comienzo del acto, en el hall de entrada del teatro se percibía que la convocatoria había sobrepasado la capacidad de la sala. Las entradas se habían acabado poco después del mediodía, cuando se empezaron a repartir sin cargo. Pero la gente seguía llegando. Entre aplausos ingresaron las Madres de Plaza de Mayo de la línea Fundadora y bajaron despacio por la escalera hasta el subsuelo, donde poco después empezó la ceremonia.
Los pasillos de la sala en forma de anfiteatro y las dos entradas quedaron colmados por quienes querían participar en el cumpleaños de las Madres. La dirigente de CTERA, Marta Maffei, se contentó con mandar su adhesión por escrito y la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, logró que le hicieran espacio para ingresar.
La madre Taty Almeida abrió el acto y su compañera Matilde Mellibovsky entregó un premio a tres jóvenes, los ganadores del concurso de afiches del concurso organizado por la línea Fundadora en este aniversario.
“Me hubiera gustado estar esta noche allí. No quiero perderme la fiesta”, dijo a través de un mensaje filmado el cantante Joan Manuel Serrat, quien les mandó “un beso muy fuerte a estas madres, que son las madres de todos nosotros”. Y en verdad, el homenaje a las Madres, que nacieron como consecuencia de la muerte y la impunidad, fue una fiesta. Porque, como dijo Matilde, “hemos transformado la angustia y el dolor. Y hemos pasado de la soledad y la locura a la conciencia colectiva”.
Después de que la pantalla transmitiera al grupo de teatro danza Dolentango, la presencia de los desaparecidos se hizo sentir con un texto de Roberto “Tito” Cossa. Las actrices Leonor Manso y Perla Santalla interpretaron a dos Madres que imaginaban el posible presente de sus hijos secuestrados durante la última dictadura militar. “Las chicas estarían en las asambleas, gritarían basta de hambre”, decía una. “Pablo estaría en las calles pidiendo justicia”, repicaba la otra. A los humoristas Luis Rubio y David Rotemberg, les tocó la aparente difícil tarea de hacer reír en ese contexto. Pero se ganaron rápidamente la adhesión del público burlándose de Fernando de la Rúa, Raúl Alfonsín, Carlos Menem y otros políticos.
“Como no vamos a acompañar a nuestras queridas hermanas”, dijo desde el escenario Estela Carlotto, quien subió junto con otras integrantes de Abuelas de Plaza de Mayo para entregarles un regalo a las homenajeadas. El presente era un reloj, “por las muchas horas de luchas heroicas”. Mabel Gutiérrez, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, explicó que este organismo les obsequió a las Madres una artesanía de madera de una madre con su hijo. Desde la primera fila, la madre Carmen Lapacó retrataba, con su cámara automática, el abrazo de los miembros de los tres organismos de derechos humanos.
“Gracias por el amor con que rompieron el silencio. Gracias por el coraje”, abrió Teresa Parodi. Las madres Nora Cortiñas y Olga Aredes, de Ledesma, Jujuy, se animaron a bailar el chamamé. A Parodi le siguió Víctor Heredia. “Qué tranquilidad de espíritu saber que cuando muchos ocultaban o ignoraban ellas estaban allí, durante todos estos años, señalando lo que estaba mal”, afirmó antes de empezar a cantar con su guitarra acústica. León Gieco se asomó al escenario y desde la mitad de la sala se agitó la bandera de HIJOS (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido yel Silencio). Con “Solo le pido a Dios” algunos revolearon sus pullóveres al estilo Soledad. La última en cantar fue Mercedes Sosa, que ingresó al escenario a paso lento, se sentó en una silla con su guitarrista al lado y entonó “Yo vengo a ofrecer mi corazón”.
El cierre fue el pase de las 25 antorchas –aunque apagadas por disposición del teatro– a los HIJOS. El escenario se pobló de gente. Jóvenes y señoras que, se suponía, debían formar con los objetos la leyenda “1977 30 mil presentes 2002”, que se perdió entre abrazos y saludos. “Siempre ocurre que uno cree que lo ha organizado perfectamente”, se disculpó Taty, aunque nadie parecía estar molesto por la confusión. Los chicos tomaron la posta y corearon la canción que popularizaron en los escraches a los represores y torturadores libres por las leyes de Obediencia Debida, Punto Final y los Indultos: “Como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”. El homenaje terminó sobre la calle Corrientes, al ritmo de los tambores del grupo La Chilinga.
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