Mar 01.02.2005

EL PAíS

Tras un llamado a Kirchner, Ibarra consiguió el guiño de la Rosada

Antes del anuncio, Ibarra conversó con el Presidente y con Alberto Fernández. La convocatoria a un plebiscito fue bien recibida por Kirchner, lo mismo que la vuelta a la Legislatura.

› Por Diego Schurman

En un contacto que se mantuvo en reserva hasta entrada la noche, Aníbal Ibarra obtuvo el guiño de Néstor Kirchner para llevar adelante la convocatoria a un plebiscito sobre la revocatoria de su mandato. El jefe de Gobierno porteño le explicó al Presidente sus próximos pasos a través de una comunicación telefónica y juntos coincidieron en que se trata de una salida “apropiada” a la crisis institucional que se generó en la ciudad tras la tragedia de República Cromañón.
A media tarde, Ibarra habló con Kirchner y con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Les comentó de la convocatoria al plebiscito e intercambiaron puntos de vista. A esa altura, el dato era un secreto que manejaba apenas un puñado de personas. “La decisión fue bien recibida por el Presidente”, fue la escueta respuesta que dejó trascender en la Casa Rosada una fuente que pidió a Página/12 la reserva de su nombre.
La mayoría de los miembros del gabinete de Ibarra se enteraron del trazo grueso de la noticia del día cuando eran llamados por el secretario privado del jefe de Gobierno para que asistieran a la conferencia de prensa, prevista para las 19.30. “Todos íbamos a escuchar la decisión de Aníbal sobre su concurrencia o no a la Legislatura, pero cuando llegamos nos dijeron que además se iba a anunciar el llamado a un plebiscito y que el tema se había conversado con Kirchner”, señaló a Página/12 un miembro del staff ibarrista.
Efectivamente, Ibarra no compartió la información más allá de su jefe de Gabinete, Raúl Fernández y la diputada Laura Moresi, con quienes estuvo reunido a puerta cerrada. Poco después se incorporaron a esa cumbre el vicejefe de Gobierno, Jorge Telerman, y el secretario de Comunicación, Daniel Rosso. Con suerte, unos pocos pudieron enterarse de la noticia en los pasillos de la Jefatura de Gobierno, minutos antes de que Ibarra hablara ante la prensa.
El Presidente es uno de los que considera que el sistema democrático quedó endeble tras la crisis política de 2001. Y de eso da prueba la dedicación con la que se ocupó del caso Blumberg, a pesar de la conexión del padre del chico asesinado y secuestrado con referentes de la oposición política al Gobierno.
Por eso, Kirchner aprobó ayer la decisión de Ibarra de concurrir nuevamente a la Legislatura para poner la cara. Pero además le acercó algunas “sugerencias” sobre cómo hacer la presentación de la convocatoria al plebiscito, según dejaron trascender fuentes que tuvieron acceso al diálogo entre el mandatario nacional y el porteño.
Al parecer, se carece de antecedentes sobre la convocatoria a un plebiscito desde el propio Ejecutivo. Cerca de Ibarra creían recordar alguno de los años de Charles De Gaulle en Francia. Tenían razón, pero no les conviene el antecedente: en 1969 De Gaulle se autoplebiscitó después del mayo francés de 1968. Y perdió.
Oficialmente, en la Casa Rosada se limitaron a reconocer los contactos con Ibarra, pero informaron que el Presidente no iba a hacer ninguna declaración al respecto. No quieren involucrar a Kirchner en un nuevo frente de conflicto. Desde que comenzó la tragedia, no fue fácil para el Gobierno comunicar su postura.
El último sábado trascendió que el mandatario había estado siguiendo la sesión extraordinaria de la Legislatura porteña por televisión. Más aún, se dijo que había aprobado todas y cada una de las palabras de Ibarra, su “solvencia” y su manera de afrontar los cuestionamientos de la oposición. Al otro día, desde la Casa Rosada negaron directamente que Kirchner hubiera estado mirando TV.
Lo que está claro es que para Kirchner un episodio que debía dirimirse en los tribunales trasuntó en una crisis institucional. Y que por lo tanto había que darle una respuesta en ese sentido, sobre todo para poner freno a los que se quieren aprovechar del momento para desestabilizar a un gobierno elegido hace menos de un año y medio. Cerca de Kirchner y de Ibarra miran con recelo al macrismo y a la izquierda. Pero también a algunos legisladores que en algún momento fueron tropa propia, como Milcíades Peña. Fuentes de ambos gobiernos señalaron que después del sentido discurso que brindó en la sesión donde se rechazó el pedido de interpelación de Ibarra, una persona vinculada a Peña llamó a un conocido encuestador para que midiera su imagen.
Ahora vendrá un debate legal sobre la viabilidad de la convocatoria de Ibarra. Y posteriormente será el momento del festín de los sondeos, que volverán a mostrar cómo Mauricio Macri y el jefe de Gobierno se pelean por la mayor tajada de votos, como ocurrió en agosto de 2003.

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