Mar 15.02.2005

EL PAíS  › OPINION

Bin Laden y la cocaína

› Por Raúl Kollmann

Es sólo un ejemplo. El 16 de septiembre de 2004 entró a la Argentina Osama Bin Laden. Llegó con nombre falso y levemente disfrazado en un vuelo de línea. Alguien le dio una mano para que no pasara por el scanner su valija en la que traía un explosivo en polvo. Afuera del aeropuerto de Ezeiza, se subió a una limusina y partió para el centro de Buenos Aires.
Meses más tarde se produce un atentado.
Aunque suena improbable para el nivel de investigación que se ha visto en la Argentina, un juez efectivamente obtiene el dato de que Bin Laden entró por Ezeiza. Entonces le pide a la Policía Aeronáutica Nacional (PAN) las grabaciones de las 190 cámaras que forman parte del dispositivo más moderno y sofisticado que existe en América. En uno de los edificios de Ezeiza hay una sala que, según los que la conocen, parece la NASA. En pantallas gigantes, todas con monitores de plasma, se puede ver todo lo que registran las cámaras, que enfocan desde el estacionamiento hasta los negocios y obviamente Migraciones, la Aduana, el escaneo de los equipajes que se suben a los aviones y la revisión a los pasajeros y sus equipajes de mano. El sistema es tan moderno que si uno detecta un rostro sospechoso, con sólo apretar Enter el sistema ubica al sujeto en todos los momentos y lugares en los que estuvo en el aeropuerto.
Cuando el juez que investiga el supuesto atentado pide las grabaciones del 16 de septiembre para ver cómo ingresó Bin Laden y en qué auto se dirigió a la ciudad, le contestan que “hubo un problema técnico y se borró todo, unos días antes y unos días después”. Semejante respuesta provocaría un escándalo nacional e internacional y la lógica es que la sospecha de colaboración con el atentado se dirija a integrantes de la Policía Aeronáutica Nacional, que tiene una dependencia de hecho de la Fuerza Aérea, responsable de la seguridad en Ezeiza.
“Tendría que haber presos de la PAN y la Fuerza Aérea –le dijo anoche un juez a Página/12 refiriéndose al borrado de las cintas del día en que se cargaron los 60 kilos de cocaína en el avión de Southern Winds–. No hablo de que se hayan borrado varios días de las imágenes, sólo la desaparición de cinco minutos de esas grabaciones es una gravísima violación de la seguridad nacional e internacional. Estamos en la época post 11 de septiembre y, además, en la Argentina que ya sufrió dos atentados. No puede ser que no haya back ups de las grabaciones y, sobre todo, no puede ser que no haya responsables”, concluyó el magistrado, que, obviamente, no piensa igual que el juez Liporace que no metió preso –ni siquiera procesó– a ningún responsable de la seguridad de Ezeiza, pese a que por allí pasó la cocaína. Es más, también se borraron las imágenes del día 12 de septiembre, cuando se hizo el primer intento de subir la cocaína al avión.
Según coinciden los expertos consultados por este diario, lo más probable es que las valijas en las que iba la droga no pasaron siquiera por los scanners destinados a controlar lo que se sube a los aviones. Alguien dio una mano para esquivar los rayos. Osvaldo Laborda, quien fuera perito en la causa por el atentado contra la Embajada de Israel y es hoy uno de los mayores especialistas en tecnología de detección de explosivos y drogas, diagnosticó ante este diario: “Estamos hablando de polvos. Un scanner detecta indefectiblemente un explosivo, que viene en polvo, y con la misma tecnología detecta droga, que también tiene la forma de polvo. Salta automáticamente una alarma, esa valija se aparta y se investiga de inmediato a quién pertenece. El caso que se plantea es mucho más grave porque se trata de valijas sin dueño, es decir de equipaje que se subió a un avión sin que subiera a la aeronave la persona titular de las valijas”. Desde hace dos décadas, ésa es una advertencia de peligro de atentado, porque –teóricamente– se mandan los explosivos para que estallen sin necesidad de que el terrorista esté arriba del avión suicidándose.Si las valijas pasaron por el scanner o si ocurrió lo que dicen los especialistas, que al equipaje lo hicieron pasar por afuera del aparato, son dos variantes que tampoco se pueden confirmar porque no están las grabaciones de las cámaras. Pero en cualesquiera de los dos casos, lo cierto es que no percibieron la cocaína y eso es responsabilidad de quien se ocupa de controlar Ezeiza, o sea la PAN, que depende de la Fuerza Aérea. “Doble razón –dice el magistrado que hablo con Página/12– para que alguien sea castigado.”
Por supuesto que todos se pasan la pelota. La PAN y la Fuerza Aérea dicen que en realidad no operan el sistema de seguridad de las cámaras, sino que lo hace Aeropuertos Argentina 2000. También se alega que el sistema de scanners está tercerizado y que hubo una lamentable debilidad en la formación de quienes manejan el aparato. En otras palabras, los hombres de uniforme sugieren que todos fueron errores, casualidades, aunque haya podido pasar Bin Laden o 60 kilos de cocaína. Son casualidades, igual que el hecho de que uno de los prófugos sea justito el hijo del comodoro de la Fuerza Aérea que estaba a cargo de Ezeiza.

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