EL PAíS
Detuvieron en Tortuguitas a un nazi prófugo de la Justicia chilena
Se trata de Paul Schäfer, fundador de la Colonia Dignidad, que funcionó como campo de concentración en la época de Pinochet. Lo encontraron en un barrio cerrado junto a otros alemanes.
› Por Raúl Kollmann
En un barrio cerrado de unas 18 casas ubicado en la zona de Tortuguitas, y en el que se hacía pasar por una especie de abuelo alemán de Heidi, fue detenido ayer Paul Schäfer, nazi, fundador de una secta, abusador sexual de niños durante décadas, socio de la DINA –el servicio secreto de Augusto Pinochet–, colaborador de la dictadura chilena y partícipe primario en casos de desaparición de detenidos, sometimiento a la esclavitud y asesinato de decenas de personas. El ex líder de la Colonia Dignidad, una especie de campo de concentración y trabajos forzados que fundó al sur de Chile, afrontará un trámite de extradición, ya que el caso está en manos de un juez, existe una causa judicial y entonces, pese a que el alemán no tenía ningún documento legal, la Dirección de Migraciones no cuenta con facultades para expulsar a Schäfer al último país de residencia: Chile. Ello hubiera permitido juzgarlo de inmediato. Ahora existe el peligro de que todo se diluya por dos o tres años.
Schäfer es buscado en Alemania por el delito de abuso sexual de niños, mientras que la Justicia chilena le imputa los cargos de corrupción y abuso sexual de niños, denegación de libertad, sustracción de menores, desaparición de personas, complicidad en secuestros y torturas. Más allá de estos delitos, el basamento de las acusaciones tiene que ver con la creación de Dignidad, una colonia que fue refugio de nazis en un momento en que éstos se sentían de nuevo en peligro: después de la detención del genocida Adolf Eichmann en Buenos Aires, en 1961 (ver aparte). Hay evidencias de que en esa época se creó un conjunto de colonias para ir pasando criminales de guerra de uno al otro lado de la cordillera. Por ejemplo, el creador de cámaras de gas, Walter Rauff, y el integrante del séquito de Hitler, Walter Hoeckner, transitaron por Dignidad.
Según la investigación que realizó el comisario de Interpol, Luis Fuensalida, bajo la batuta del juez federal de Mercedes, Héctor Echave, los primeros indicios sobre la presencia de Schäfer en el país vinieron de Chile y situaron al nazi en el campo La Solita, de Chivilcoy. La propiedad fue adquirida a fines del 2002, lo que podría significar que Schäfer pudo haber llegado al país en esa época. Según los testimonios, siempre estuvo rodeado de un pequeño grupo de alemanes, de los que ayer fueron detenidos tres. De Chile desapareció en 1998, cuando las fuerzas policiales chilenas entraron a la colonia para detenerlo y no lo encontraron.
Sobre el campo de Chivilcoy se mantuvo una estrecha vigilancia a partir de octubre del año pasado y, aunque nunca se lo pudo divisar, surgieron indicios de que Schäfer estaba vinculado con la propiedad. La mayor evidencia se obtuvo en diciembre y provino de los medicamentos que los alemanes compraban en el pueblo, especialmente remedios para insuficiencias renales y pulmonares, los males que aquejan al anciano nazi. Un elemento adicional se obtuvo a partir de las repetidas visitas a La Solita de una camioneta Trafic roja acondicionada para transportar a una persona en silla de ruedas.
El seguimiento de la Trafic llevó al barrio cerrado de Tortuguitas, a unos diez kilómetros de la Panamericana. Estaba con otros tres alemanes, dos hombres y una mujer, viejos colaboradores y con pedido de captura en Chile. Todos ellos durmieron anoche en las sencillas habitaciones, sin barrotes, que constituyen la alcaidía de Interpol en la calle Cavia.
–¿Han aparecido evidencias de que estaban en algún tipo de actividad en la Argentina? –le preguntó este diario a Fuensalida.
–No, no había actividad alguna. Sólo se escondían.
–¿Llevaron hasta alguna de las dos propiedades a menores?
–No percibimos nada de eso. Cuando irrumpimos, Schäfer se negó a hablar. Obviamente no tenía ninguna capacidad de reacción porque está en silla de ruedas. Los demás tampoco emitieron sonido –explicó el hombre de Interpol.
Los especialistas opinaban ayer que las cosas quedaron ahora en manos del gobierno argentino, que tiene la voluntad de enviar a Schäfer cuanto antes a Chile. El Ejecutivo podía basarse en el hecho de que el genocida estaba sin documentos, que por lo tanto entró en forma ilegal al país y que correspondería expulsarlo hacia su último lugar de residencia, o sea Chile. Teóricamente era un trámite sencillo, de Migraciones. Esto es lo que pedía anoche tácitamente el presidente de Chile, Ricardo Lagos, quien celebró la captura. “Es una razón por la cual estamos todos contentos”, dijo Lagos. “Creo que es muy importante que se haya producido este hecho y habla también de la perspicacia con que se ha venido trabajando”, agregó.
Sin embargo, los especialistas en materia judicial, tanto de la Casa Rosada como de Migraciones, coincidían en que las cosas no son tan fáciles, porque Schäfer está detenido a las órdenes de un juez y en virtud de un pedido de extradición. Es más: existen dos requisitorias, una de Alemania y otra de Chile, y teóricamente prevalece la más antigua, la de Alemania. Ese proceso puede tardar dos y hasta tres años –así lo indican las últimas experiencias–, lo que, considerando que Schäfer tiene 84 años y un estado delicado de salud, puede significar que termine sus días sin ser sometido a la Justicia. El ministro del Interior, Aníbal Fernández, trabajaba anoche en encontrarle una solución a estos dilemas.
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