EL PAíS
El Gobierno, más preocupado por el gasoil que por el aumento de Esso
El anuncio de la petrolera norteamericana aceleró los planes del Gobierno para aprobar una ley que permitirá importar gasoil. Las viejas cuitas con Shell, Esso y Repsol por impedir el ingreso de Pdvsa al cartelizado mercado argentino. Instrucciones para levantar los piquetes.
› Por Martín Piqué
Fue como un guante arrojado en el medio de la cara. El aumento de las naftas que anunció anoche la petrolera Esso volvió a poner al Gobierno ante un problema grave en el sector de hidrocarburos, estratégico por su influencia en la marcación de precios. Pero la estrategia oficial es seguir con el boicot hasta enfrentar a los dueños de las estaciones de servicio con Shell y Esso. “Si defender el bolsillo de los argentinos es una actitud extrema, entonces tendré que tomar todas las actitudes extremas”, dijo el presidente Néstor Kirchner. “Para eso estoy acá.”
El Presidente agregó que “una prestigiosa revista norteamericana pone a la empresa Shell en el ranking de las 10 peores empresas del mundo”. “Nosotros queremos inversiones, pero no las peores”, dijo.
El anuncio de Esso fue realizado a última hora de ayer, cuando no había mucho tiempo para reaccionar y el Ejecutivo había ordenado “bajar el tono” del enfrentamiento con la angloholandesa Shell.Ante la novedad, el Presidente convocó a una reunión en su despacho que se prolongó hasta muy tarde. Tras los primeros análisis, el Ejecutivo se ocupó por transmitir que la suba de Esso no le preocupaba mucho porque la empresa norteamericana “no tiene mucho peso” en el mercado argentino. Esso tiene 600 estaciones. Shell, 900. Kirchner no dudó en iniciar una escalada pública. Sin embargo, la mayor inquietud de la Rosada es garantizar el abastecimiento de gasoil, que está en duda.
“El miércoles se vota la ley que libera la importación y vamos a importar todo el gasoil que necesitemos, desde Venezuela o desde otros sitios a través de Repsol”, aseguraban anoche fuentes oficiales. Sobre la decisión de Esso emitían mensajes tranquilizadores.
Hasta el anuncio de que Esso había anunciado los precios, Kirchner estaba “satisfecho” con el resultado del episodio. Así lo comprobó un dirigente del kirchnerismo que lo visitó anoche en la Rosada. A la hora de los balances, en el despacho presidencial se escucharon nuevas explicaciones de la cruzada contra Shell. Según ese argumento, la convocatoria al boicot no sólo buscaba evitar las subas de precios: también era una advertencia para la petrolera angloholandesa, Esso y Repsol por haber impedido el desembarco de la venezolana Pdvsa. En el humor de Kirchner todavía pesa la frustrada compra de acciones de Shell por parte de la empresa que controla Hugo Chávez. “Se abroquelaron para cerrar el mercado”, se lamenta el Presidente.
La novedad es que el Gobierno no sólo responsabiliza por el fracaso de la operación a la petrolera angloholandesa. También sospecha del rol de otras empresas. Asegura que estuvieron inspiradas por intereses internacionales. Dice que forman parte de una ofensiva de los grupos económicos para disciplinar al Gobierno tras el éxito del canje de la deuda externa. Según esa visión, el oficialismo estaría siendo víctima de una maniobra de pinzas compuesta por las presiones del FMI por el aumento de las tarifas y las reformas estructurales, la amenaza de las privatizadas con los juicios ante el Ciadi, el reclamo de esas mismas empresas ante el FMI, la suba de la carne, el incremento de las naftas y la cruzada de los cerealeros para bajar las retenciones.
Con diagnósticos tan alarmistas es inevitable que el kirchnerismo advierta sobre la inminencia de un “golpe de mercado” Kirchner dice que no retrocederá ante los desafíos.
“Fue una campaña de toma de conciencia”, aseguraban en la Casa Rosada, antes de que la petrolera norteamericana anunciara su propio aumento de precios. Tras ese anuncio, el entusiasmo se transformó en alarma.
El Gobierno ya está pensando sus respuestas ante la presiones combinadas. En hidrocarburos, la intención es tratar de fortalecer a Enarsa-Pdvsa. Aunque limitada porque no es una empresa integral –que extrae, refina y comercializa– sueñan con que el consorcio con los venezolanos permita controlar un mercado que está cartelizado. Con ese objetivo están analizando asociarse con la petrolera Rhasa, que tiene una participación ínfima en el mercado, a diferencia de Shell que cuenta con un 20 por ciento en la comercialización de naftas. La operación, si se concreta, no tendrá para nada la misma repercusión que hubiera tenido la compra por parte de Pdvsa de todos los activos de Shell en la Argentina.
Ayer al mediodía, el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, llamó a las organizaciones sociales. “Paren los escraches y vayan retirándose”, pidió.