EL PAíS
› MURIO UN DIRIGENTE DEL CORDOBAZO
El “lobito” del SMATA
En mayo de 1969 conducía el poderoso SMATA. Por eso fue pieza central en el Cordobazo, aunque no era de los dirigentes más combativos. Pronto perdería el gremio a manos de René Salamanca. Falleció a los 72 años.
› Por Luis Bruschtein
“Acordamos con Tosco que las dos CGT cumplieran juntas el paro nacional del viernes 30 de mayo de 1969, pero aquí se iniciaría al mediodía del 29 para que no fuera uno de esos paros materos”, recordó hace ocho años en una entrevista con Página/12, Elpidio Torres, uno de los dirigentes del Cordobazo, quien falleció el lunes a la noche, a los 72 años en la ciudad mediterránea. De los gremialistas que movilizaron sus sindicatos ese día, Torres era el menos combativo pero conducía el sindicato de los mecánicos (SMATA), el más poderoso. El “Lobito” Torres perdería en 1971 y aunque siguió activando en las filas del justicialismo su marca en la historia fue aquella participación en la rebelión popular que marcaría el comienzo del fin de la dictadura militar de los generales Juan Carlos Onganía y Alejandro Lanusse.
Los otros dos dirigentes gremiales de mayor peso que participaron en la gestación del Cordobazo murieron en la tormenta de los 70: Atilio López fue asesinado por la Triple A y Agustín Tosco murió de cáncer en la clandestinidad, los dos en 1975.
“La gente abandonaría sus lugares de trabajo y marcharía hacia el centro, donde se haría un acto –relató en aquella entrevisa de 1994– y si había represión, resistiríamos. Nosotros queríamos dar una señal al gobierno de que la gente estaba cansada de autoritarismo.”
Elpidio Torres había entrado como obrero a la empresa Kaiser –más tarde Renault– en 1956 y en 1958 fue elegido secretario general del SMATA Córdoba. Era el período de ascenso de Augusto Timoteo Vandor, quien desde la UOM proyectaba su liderazgo hacia una gran parte del sindicalismo peronista. El metalúrgico, que provenía de las filas combativas del peronismo, se había convertido en un astuto y sinuoso negociador, que incluso llegaría a plantear el “peronismo sin Perón”, y tras conciliar con el desarrollismo frondicista, en 1966 apoyaría el golpe de Onganía. A Vandor le decían “el Lobo” y Elpidio Torres, en Córdoba, se había ganado el sobrenombre de “Lobito”.
A Tosco, el carismático líder de los obreros de Luz y Fuerza de Córdoba, le sorprendió que Torres se sumara al acto del 29. Como sucedía a nivel nacional entre la CGT de Azopardo y la CGT de los Argentinos, la central cordobesa, con sus particularidades, también estaba dividida y ambos militaban en bandos contrarios. Pero la dictadura había eliminado el sábado inglés a los mecánicos y el gremio estaba sensibilizado. Elpidio Torres se sumó a la protesta y fue leal con esa lucha, que lo llevaría a la cárcel junto con Tosco y otros dirigentes. La columna de los mecánicos que partió desde la planta de Santa Isabel, a siete kilómetros de la ciudad, fue uno de los ejes del acto, junto con la de los lucifuercistas y otros gremios que avanzó desde el Norte. “Elpidio no era un combativo, pero fue leal con la unidad”, recordó Jorge Canelles quien, como dirigente de la construcción, participó junto a Tosco en la organización del Cordobazo.
En 1971 perdió las elecciones en su gremio a manos del clasista René Salamanca. No volvió a tener un cargo electivo gremial pero hasta 1990 fue asesor del SMATA nacional. También activó en la rama política del justicialismo y se desempeñó en la Legislatura provincial como director de los senadores provinciales de su partido. Sin embargo hasta el fin de sus días –el lunes pasado a causa de un paro cardiorrespiratorio– este hombre que no provenía de las núcleos combativos del gremialismo, fue consultado cada vez que periodistas, estudiantes o historiadores se preocupaban por conocer aspectos de una de las gestas más combativas del movimiento obrero argentino.