EL PAíS
› CRISTINA ALVAREZ RODRIGUEZ, SOBRINA-NIETA DE EVITA Y FUNCIONARIA
“No vale decir ‘¿qué diría Evita?’”
Dirige el Instituto Cultural bonaerense desde un despacho presidido por un busto de su tía abuela. Con 38 años, muy funcionaria, habla de la interna en su provincia, de Cristina Kirchner y de los estilos femeninos en el peronismo siglo XXI.
Por M. P.
La fantasía se atenúa con la primera mirada. Cristina Alvarez Rodríguez no se parece demasiado a su tía abuela. Acomodada detrás de un gran escritorio (donde confiesa sentirse más segura), la directora del Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires recibe a Página/12 en un despacho lleno de madera de un viejo edificio de la década de 1880, en La Plata. Como en todo lugar de trabajo, en la oficina hay portarretratos, esculturas y adornos de estilo campestre. Sólo un busto de bronce da alguna señal de quién fue la tía abuela de esta funcionaria bonaerense: es imposible no reconocer a Eva Duarte con el pelo recogido en un rodete, su estampa clásica tras la asunción de Perón.
De los cuatro hermanos de Eva –Elisa, Blanca, Juan y Erminda– sólo vive Erminda. Blanca Duarte, la abuela de Alvarez Rodríguez, murió hace un mes y medio. La sobrina nieta cuenta las historias familiares con naturalidad. También quiere dejar claro que no es sólo una pariente del mito. Arquitecta, con un posgrado en gestión cultural de la Universidad de Palermo, Alvarez Rodríguez es la máxima responsable de la política cultural de la provincia. Tiene 38 años, el estilo atildado de las funcionarias y un color rubio que no parece natural pero hace recordar a su tía abuela. Por supuesto, se proclama peronista.
“Siempre pensé en Evita, siendo tan joven, ¿no habrá tenido miedo de enfrentar ciertas cosas? A veces pienso en el famoso viaje a Europa: ella era una chica de 27 años y al Papa no se lo veía con tanta facilidad como ahora. Ella se fue para allá, con su sexto grado de Junín y su carrera de actriz en el equipaje.” La directora reflexiona sobre la juventud de Evita, su temperamento, su pasión. Trata de humanizarla, aunque no está muy convencida de relacionar su figura con la actualidad. Tampoco quiere pensar qué pasaría si Evita –al estilo de los slogans de los ’70– viera el panorama actual de la dirigencia peronista.
–¿Qué relación encuentra entre Evita y el peronismo actual?
–Hay cosas vinculadas al partido y otras vinculadas al movimiento. Yo diferencio bien los dos roles. En la Nación se está viviendo un tiempo nuevo con el presidente Kirchner. Pero, al mismo tiempo, pareciera que la década del ’90 dejó más afuera que adentro del peronismo. Todos los movimientos sociales de base, todas las expresiones populares, han ido quedando afuera porque el peronismo no ha podido contenerlos y darles respuestas. Como ciertamente lo hizo. Pero no es bueno mezclar los ’50 con la actualidad. Ni decir “¿qué diría Evita si viviera?” porque Evita no nos habla hoy y yo no puedo hablar por ella.
–¿Cuál es la anécdota de Evita que más se recuerda en su familia?
–Las anécdotas más fuertes son las de la infancia. Tenía una vecina con tuberculosis, que después se murió. Toda la cuadra tenía miedo de acercarse porque era la casa del apestado. En el velorio estaba la madre, los dos hermanos, la chiquita que había muerto. Y Evita se escapó para acompañar a una de las hermanas que era su compañera de colegio. Cuando mi bisabuela se enteró, la fue a buscar aterrada. La trajo de vuelta a la casa y ella decía: “¿Cómo los iba a dejar solos?”. Esa era la Evita de diez años. Después creció, aprendió, compartió con otros, pero ya tenía una fiebre interna.
–En el peronismo hay una división de roles: parecería que la mujer tiene que dedicarse a lo social porque todavía perdura la imagen de Evita.
–Pareciera natural que la mujer haga acción social y no es tan natural. Es un problema de sensibilidad y de tener mucho coraje. Muchas veces a esas mujeres se les dice “se hace la Evita”. Sucede que Eva es un referente ineludible para cualquier persona que haga tarea social y política. En el mundo hoy hay mujeres como Hillary Clinton que admiran su trayectoria. Igual, a las mujeres nos cuesta cien veces más que a los hombres ocupar los lugares. A las mujeres se les exige mucho más. Hay que estar demostrando todo el tiempo, y la demostración permanente es una coraza que debemos romper. Evita abrió un camino muy importante. El peronismo, en todas las épocas, en la Resistencia Peronista, en los ’70 con las militantes, dio mujeres muy importantes. Mucho más que otros partidos, porque en el peronismo la mujer tiene mucho más protagonismo.
–Usted dice que el peronismo es actitudes, sensibilidad, gestos. ¿Los dirigentes del peronismo de hoy tienen esas características?
–Después de la década del ’90, con lo golpeados que estábamos, el descrédito era enorme. El Estado no debe ser un grupo de funcionarios leales entre sí. Debe ser de la gente. La gestión debe ser transparente, ordenada, con propuestas claras, democratizante, socializando las decisiones. Nosotros asumimos con una provincia en llamas, el 2001 está todavía muy cerca y la deuda social es enorme por más que la macroeconomía provincial está mucho más saneada, con incremento de impuestos y estabilización. Pero la tragedia social y la demanda de la gente está ahí.
–¿Usted cree que existe una renovación política?
–La veo en el Presidente y en el gobernador. Veo un fuerte compromiso de cambio y un respeto por los derechos humanos, una de las banderas por las que el peronismo históricamente militó. Los derechos humanos entendidos como los derechos de toda la gente, como los derechos de todos. Igual, el peronismo merece un debate que se inicia y se trunca, se inicia y se trunca, y que ahora en la provincia se está iniciando con fuerza. Muchos debates se silenciaron: el peronismo tuvo a López Rega. Son heridas que todavía están abiertas, que no se terminan de sanear, de purgar. Ahora apareció una clase de dirigentes jóvenes que está en una confrontación con una política que está muriéndose y otra que nace.
–¿Eso se expresa en la pelea Duhalde-Solá?
–Para mí no estamos ante una interna entre facciones que pueden contar votos más de un lado que del otro. El episodio del presupuesto no es una discusión de “cajas”. Es una discusión de cómo se definen las acciones de gobierno. Estamos frente a un montón de caciques territoriales que están peleando porque no comparten la forma en que ejercemos el poder desde el Estado en la provincia de Buenos Aires.
–¿Quién es el mejor candidato para la provincia?
–Los candidatos se construyen con el trabajo de toda la gente, no se construyen desde el candidato a la gente. Tiene que ver con los consensos. Indudablemente, si Cristina Kirchner fuera candidata para nosotros sería fantástico, porque sentimos una plena coincidencia con el Gobierno.
–¿Cristina Kirchner tiene la misma sensibilidad social que tenía Evita?
–No sé... Evita puso en práctica su sensibilidad social de una determinada manera, acorde a una época, encarnando el eje de la justicia social y rompiendo con el asistencialismo que ya existía en la Argentina. Ella tuvo ese rol. Cristina no se dedica específicamente a las políticas vinculadas al trabajo social, pero sí al trabajo político, que es el que viene de la mano y transforma la realidad de lo social. Cada uno encarna su rol. Evita era Evita y Cristina es Cristina.
–Eso está claro.
–Cada uno tiene su propia construcción y eso es lo genuino. Pero también creo que Cristina Kirchner mira a Evita y aprende como todas nosotras. Sé que Cristina tiene una profunda admiración y amor hacia Evita. Hoy nos toca este tiempo, tan complicado y nada fácil. De Cristina yo admiro su capacidad de trabajo, su inteligencia y su coraje. La provincia requiere de esos valores para llevar adelante esta transformación.
–En el PJ hay quienes dicen que Kirchner es poco peronista.
–No estoy de acuerdo para nada. El peronismo no se conversa, no se chamuya, el peronismo se hace. Y no es una cuestión de liturgia, es una cuestión de actos. Kirchner ha demostrado con hechos muy importantes, como el de la Corte Suprema, el acto en la ESMA y la refinanciación de la deuda. Está siendo el más peronista. Lo importante son los actos.
Subnotas