Mié 08.05.2002

EL PAíS  › LA NUMERO DOS DEL FMI PIDE CAMBIO DE LEYES Y EL FIN DE LOS BONOS

Para Krueger la letra con sangre dentra

Por primera vez la número dos del Fondo acepta que la Argentina puede producir contagio económico, y de hecho Brasil ya lo está sufriendo en gran escala.
Pero igual el menú de “ayuda” al país elaborado por Anne Krueger consiste en achicar el gasto, cambiar la Ley de Quiebras, derogar la de Subversión Económica y frenar la emisión de bonos provinciales.

› Por Martín Granovsky

Parecía de la Cruz Roja y no del Fondo cuando dijo que “estamos preparados para ayudar de cualquier forma que podamos”. Pero Anne Krueger, la número dos del FMI, demostró ayer que no es una enfermera de Mash. La ayuda a la Argentina, dijo, consiste en que la Argentina modifique la ley de quiebras y derogue la de subversión económica, que achique el gasto y que le ponga fin a la emisión de bonos provinciales. ¿Que eso no es ayuda? Suena a una forma mezquina de ver las cosas. Después de todo, Krueger es una vieja profesora de Economía y los antiguos maestros pensaban que la letra con sangre dentra.
La economista preferida de George W. Bush habló cerrando la maratón del Council of Americas, que empezó ayer con el secretario de Estado Colin Powell, su encargado de América latina Otto Reich y el secretario de Comercio Donald Evans. Su discurso retomó la importancia de los 14 puntos firmados hace dos semanas por el Presidente y los gobernadores, pero ordenó convertirlos en un programa detallado y para eso recomendó cinco puntos:
- Restaurar el sistema bancario, el sistema de pagos y el mercado de cambios.
- Modificar las leyes de Subversión y de Quiebras, que según Krueger es un paso esencial “para conseguir de nuevo créditos y restituir la confianza de los inversores internos y externos”. Krueger no dijo por qué después del corralito y en medio de una recesión pavorosa alguien invertiría en la Argentina.
- Solucionar el bache fiscal, que fue el corazón de los problemas argentinos. Sorprendentemente, Krueger dijo reconocer que “hay límites para el ajuste que puede ser realizado en medio de una contracción tan aguda de la economía” y considerar que “hay que fortalecer la red de seguridad social”. Pero para que el gobernador Felipe Solá no se esperance, fue en este punto que pidió buscar un final para “papeles que circulan como un sustituto de la moneda”. Es decir, hay límites pero no son estos.
Según Krueger, que aseguró estar trabajando con el ministro Roberto Lavagna, a quien mencionó varias veces por su nombre y apellido, las cosas tienen que hacerse “rápido y con decisión”.
Una gran novedad del discurso de la vicedirectora del Fondo fue la admisión, por primera vez, de que la Argentina puede contagiar. Textualmente: “El contagio desde la Argentina (hacia América latina) podría transformarse en algo más disruptivo de lo que fue hasta el momento, por ejemplo a través de presiones sobre los mercados de divisas o de actitudes reticentes por parte de inversores empresarios y financieros”. Krueger aceptó que algunos comentaristas también vislumbran el riesgo de un “contagio político”, con países que dejarían atrás las reformas de mercado y la apertura hacia el mundo. “Pero los países de América latina que recorrieron ese camino en el pasado lo hicieron con resultados muy infelices”, recordó Krueger, en lo que sonó como una advertencia.
El contagio ya empezó. El diario brasileño Folha de Sao Paulo informó el último domingo que el gobierno de Fernando Henrique Cardoso prevé un crecimiento menor al esperado. La estimación para este año era del 2,5 por ciento. Será solo de un 2 por ciento a causa de la crisis argentina. Entre enero y abril las exportaciones brasileñas a la Argentina cayeron un 68 por ciento, con lo cual el país pasó del segundo al quinto lugar como destino de las ventas al exterior. El 21 por ciento de las empresas de San Pablo no invertirán nada en el 2002, contra solo un 10 por ciento que se quedó parada en el 2001, cuando el crecimiento alcanzó el 1,5 por ciento. El medio punto de menos en el crecimiento significa una caída en la recaudación de 1600 millones de reales, unos 666 millones de dólares.
Estos datos no figuran, por cierto, en el discurso de Krueger, que sí dedica números y porcentajes a explicar placenteramente por qué antes laArgentina no produjo contagio financiero. Por ejemplo, dijo que el país pasó de representar el 30 por ciento en el índice Embi-Plus para los bonos de mercados emergentes en 1998 al 15 por ciento en octubre último, y al 2 por ciento ahora. Y no alcanzó a dañar al resto del continente, golpeado ya, pero no tanto, por la caída de la industria turística después del atentado contra las Torres Gemelas, la desaceleración de la economía norteamericana en el 2001, con su efecto negativo sobre la cantidad de trabajadores empleados.
Todo el mensaje de Krueger marcó diferencias entre la Argentina y el resto del continente. En cada párrafo hay expresiones como “aparte de la Argentina”, “la Argentina al margen” o “si se excluye a la Argentina”, como evidencia de un panorama regional que la número dos del Fondo, al parecer ignorante de la situación brasileña, da como si la crisis de aquí ocurriera en Júpiter.
Para el futuro, la ex profesora de José Luis Machinea pronostica un crecimiento del 2,5 por ciento en los Estados Unidos, y un 4 por ciento para América latina, si se excluye al mal alumno argentino con su efecto nocivo de bajar el promedio, o un 3,5 con el mal alumno incluido.
A mediano plazo, Krueger pide seguir con las “reformas estructurales”, un eufemismo por la privatización de la banca hoy pública y la desregulación absoluta del sistema de salud. Por eso, al momento de indicar la forma de aumentar el empleo, solo sugiere “reformar el mercado de trabajo”. Es lo que hizo la Argentina con su reforma laboral del 2000, que produjo la crisis de la Alianza y, por lo visto, no hizo nada por reducir una desocupación que está pasando el 20 por ciento.

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