Vie 01.04.2005

EL PAíS

La cena en barco y con canapés de López Murphy

Fue a bordo de un Buquebús anclado en la Costanera. El líder de Recrear adelantó que el eje de su campaña será la defensa de las instituciones. También, que no le importa el pasado de sus aliados.

› Por José Natanson

Muchos empresarios, algunos aliados macristas y menemistas y mozos repartiendo canapés en un ambiente elegante: aunque la excusa fue juntar fondos, Ricardo López Murphy aprovechó su primera cena de campaña para insistir en la necesidad de articular un gran frente electoral de centroderecha. “Nuestro programa va a ser la defensa de la Constitución Nacional y la recuperación del estado de derecho”, explicó.
El clima
La cena ocurrió el miércoles por la noche y comenzó cerca de las nueve, cuando Argentina disputaba el segundo tiempo contra Colombia. Fue en el Buquebús, anclado en la dársena de Costanera, que funcionó como un gigantesco restaurante improvisado para la ocasión. Bandejas con copas de champán, afiches con la cara del candidato bulldog y el barco arreglado para los 700 empresarios, ejecutivos o cholulos que –según los datos de los organizadores– pagaron 200 pesos la tarjeta, redondeando unos 140 mil pesos de contribución a la campaña. Los señores, invariablemente trajeados, conversaban en grupos. El free shop estaba cerrado, pero igual se podían ver los estantes multicolores con bebidas, cigarrillos y perfumes, y más de una señora firula se acercó al vidrio con curiosidad a ver si encontraba el último perfume de Kenzo.
El barco-restaurante estaba lleno de empresarios y políticos, entre ellos Cristiano Ratazzi, el poderoso dueño de la FIAT, que se detuvo a conversar un rato con Edgardo Srodek, mano derecha de López Murphy en la provincia de Buenos Aires. Estaba también Paola Spátola, ex asesora menemista en temas de seguridad convertida al lopezmurphysmo, y Gabriela Michetti, jefa de la bancada macrista en la Legislatura. Faltaban antiguos aliados, como Patricia Bullrich y Hernán Lombardi, y posibles socios, como Luis Patti, con quien López Murphy mantiene conversaciones para articular un frente bonaerense, o los radicales del Grupo Olavarría, el núcleo de intendentes rebeldes de la provincia de Buenos Aires.
El frente electoral
López Murphy apareció un rato después, sonriente junto a su mujer, Norma Ruiz, y saludó uno por uno a los asistentes. La pregunta obligada, el tema que sobrevolaba las conversaciones, era la complicada situación del frente electoral de centroderecha que quiere liderar en octubre. Hasta hace dos semanas las cosas pintaban bien y ya estaba decidido que el economista se presentaría como candidato a senador por la provincia, mientras que Mauricio Macri encabezaría la lista de diputados de la Capital. Sin embargo, la sorpresiva reunión del presidente de Boca con el neuquino Jorge Sobisch, un viejo adversario de López Murphy, complicó las negociaciones, que por ahora se encuentran en el freezer.
–Estamos en un momento de pausa reflexiva, pero confío en que avanzaremos en un proceso normal de recuperación del diálogo– respondió López Murphy cuando los periodistas le preguntaron por el tema.
–¿El problema es Sobisch?
–No es una cuestión personal, no tiene que ver con las personas, sino con ciertas actitudes y posiciones respecto de temas como la división de poderes o la libertad de prensa. De todos modos, yo no voy a permitir que el fastidio se imponga por sobre los intereses superiores. Nuestro objetivo es construir un gran frente que se plantee como alternativa al hegemonismo del Gobierno y eso es lo que vamos a hacer.
–¿Y cuál es la diferencia entre Sobisch y algunos flamantes socios suyos, como Paola Spátola o Luis Patti?– le preguntó Página/12.
–Para construir ese gran frente necesitamos gente que provenga de todas las tradiciones políticas. El problema no son los posicionamientos del pasado, sino las actitudes hacia adelante. Si coinciden con nuestro planteo de recuperación institucional y defensa de las instituciones republicanas, entonces, estamos de acuerdo.
La cena
Mientras los comensales se acomodaban, un dirigente de Recrear explicaba en voz baja los términos del rechazo a Sobisch. Según decía, el anuncio de la salida del default, el crecimiento económico sostenido y las mejoras en algunos índices le han quitado a López Murphy su libreto natural –la economía–, obligándolo a explorar otras cuestiones. “El eje de nuestra campaña va a ser la recuperación de las instituciones”, explicaba el hombre. “El problema de Sobisch es que no sólo tiene un pasado dudoso, sino que además no tiene voluntad de cambiar. Nos saca el discurso republicano”, agregaba.
Algo de esto debe haber pensado Santiago Kovadloff, integrante junto a Juan José Sebreli y Marcos Aguinis del trío de intelectuales orgánicos del lopezmurphysmo, que ayer amenizó la cena con un discurso al tono de la campaña. “Nos hemos reunido aquí porque sabemos que el presente no es irremediable. Tenemos que reconocer que la transición a la democracia no está acabada. Tenemos una enorme deuda con las instituciones republicanas”, dijo el filósofo.
A esa altura ya hacía bastante calor. El Buquebús estaba cerrado y no había aire acondicionado. Algunos empresarios y políticos se animaron a sacarse el saco, pero las buenas costumbres les impedían desabrocharse el botón superior de la camisa. Salvo, claro, a los jóvenes con pinta de yuppies que llegaban apurados, quizá porque venían del posgrado de macroeconomía en el CEMA y que no tenían tanto problema en despatarrarse en las sillas.
Como esos casamientos hiperproducidos, en la cena se sucedía un número tras otro. Concluido el alegato republicano de Kovadloff, y mientras se servía el pollo con terrina de calabaza, subieron al escenario “Las musas porteñas”, un dúo de chicas bastante bonitas que entonaron unos tangos. Comenzaron con Corazón al sur y Muñeca brava, y después cantaron Firulete y Cambalache, pero con la letra cambiada: “Dale nomás/con Recrear/que en los más alto se vamo a encontrar/desocupao’ nadie será/los más honrados vamos a triunfar”, decía la versión del tango en versión de los creativos lopezmurphystas.
El discurso
La intervención del candidato llegó al final, a los postres. Fue un discurso largo, pronunciado en un tono de exaltación extraño para el habitualmente calmo economista neoliberal. “Espero que ésta sea la última cena que hagamos con Recrear y que la próxima sea la del frente electoral”, comenzó López Murphy, que insistió con su flamante vocación aperturista. “Asumimos el legado de los que defendieron la justicia social, por eso están trabajando con nosotros hombres y mujeres del radicalismo y del peronismo”, explicó.
Pero lo central fue la crítica institucional, centro de las conversaciones de la noche, núcleo del discurso de Kovadloff y futuro eje de la campaña. Y si uno se guiara por el clima de la cena, la sensación es que la Argentina vive en una virtual dictadura. “Hoy está quebrado el funcionamiento institucional y la división de poderes. Tenemos un Presidente que ha acumulado un poder enorme, con delegación de facultades y decretos, basándose en el odio y en el rencor”, aseguró López Murhy, casi a los gritos. Los empresarios, los aliados menemistas y macristas, los representantes de las fuerzas conservadoras del interior, todos aplaudieron con fuerza. “Nuestro frente va a luchar contra esta omnipotencia avasallante y va a reconstruir las instituciones. ¿Dónde ha quedado la república?”, se preguntó.

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