La verdad tarda pero llega. En la contratapa de Página/12 del sábado 26 de marzo pasado, Osvaldo Bayer escribió la nota “Zonceras argentinas”, donde denunciaba que el represor durante la dictadura, mayor Carlos Antonio Españadero, era afiliado al Partido Demócrata Cristiano (PDC). Bayer pidió en esa nota a las autoridades de ese partido que lo expulsaran en honor y recuerdo de Augusto Conte, el dirigente demócrata cristiano a quien la dictadura militar le había secuestrado un hijo, Augusto María Conte, quien nunca apareció. En respuesta, la junta ejecutiva del PDC de la Capital Federal acaba de proceder a cancelar la ficha de afiliación del represor Españadero y a darlo de baja en los padrones partidarios.
En la resolución –firmada por el presidente de la Junta Metropolitana, Carlos Lionel Traboulsi, y su secretario general, José Eduardo Kenny– se justifica la decisión tomada con respecto a Españadero por “estar en juego el bien común partidario, la defensa del sistema democrático y la credibilidad del partido”.
El acta de la resolución fue entregada al periodista Osvaldo Bayer en un acto realizado en la sede partidaria porteña. El acta lo explica: “Convóquese a Osvaldo Bayer y a las distintas organizaciones defensoras de derechos humanos a fin de hacer públicas las disculpas del caso, poner en conocimiento la presente resolución y ratificar una vez más nuestro irrenunciable compromiso con la defensa irrestricta de los derechos humanos”.
Por su parte, la Junta Nacional del PDC, presidida por Roberto Meyer, en un comunicado de prensa firmado también por el secretario general Luis Moreno y la secretaria general de Derechos Humanos, Adriana Molinuevo, señala que:
“Ante la publicación de Osvaldo Bayer en Página/12 en la que lamenta la pertenencia al PDC del mayor Españadero, que actuó al servicio de la sangrienta represión del último gobierno de facto, la Junta Nacional aclara:
1. El PDC no acepta la afiliación de ningún represor.
2. El ciudadano Españadero se afilió en la década del ’80 sin que tuviéramos conocimiento de su actuación como militar.
3. Cuando en 1999 la entonces Junta Ejecutiva Metropolitana, presidida por Lorenzo Expósito, toma conocimiento de la participación de Españadero en actividades vinculadas con el terrorismo de Estado, decide su expulsión por unanimidad.
4. Ante la reaparición de este nefasto personaje en oportunidad del 50º aniversario del partido, la Junta Nacional ratifica la medida adoptada por la conducción partidaria metropolitana.
5. El PDC reitera su permanente postura de reivindicación de los derechos humanos en forma integral, respaldado en las actuaciones que en este campo desempeñaron representantes como Guillermo Frugoni Rey, Eduardo Pimentel, Alfredo Villalba, Carlos Auyero y Augusto Conte en el Gran Buenos Aires; Arturo Ponsati en Tucumán, Alfredo Nogueras en Santa Fe, Mario Marturet en Corrientes, por mencionar algunos. Ante esta circunstancia, es imprescindible recordar que en ocasión de tratarse en el Congreso Nacional las leyes de obediencia debida y punto final, los entonces diputados por el PDC, Carlos Auyero y Augusto Conte votaron en contra de las mismas. Hoy sostenemos el pedido de nulidad de dichas leyes, seguimos bregando por la prosecución de los juicios de la verdad, la identificación de los responsables y el consiguiente castigo”.
Los comunicados sirven para armar un retrato de cuerpo entero del represor Españadero, alias mayor Peirano o Peña, como se hacía llamar. Además, no dejan lugar a dudas acerca del rol cumplido durante la represión por este oficial del Ejército argentino.
Sin embargo, Españadero no se da por vencido. Ahora busca, por otros métodos, que se le tenga piedad. Acaba de enviar una carta al PDC en la que señala a las autoridades partidarias que “acato vuestra decisión” y que renuncia al partido. También habla de la “tragedia vivida durante la tiranía militar”. Y agrega: “no creo haber hecho mucho durante mi militancia, aunque intenté cumplir honestamente con aquellas obligaciones que emanaban de las modestas funciones que tuve que cubrir”.
Españadero fue agente del tenebroso Batallón 601 durante la década del ’70, donde llegó a jefe de Situación General. Durante la represión, fue destacado por la SIDE en la Embajada de Alemania en Buenos Aires. Allí atendía a los familiares de desaparecidos de origen germano que les contaban su drama y se retiraban con una falsa promesa de ayuda.